La alta cultura es inseparable de la libertad, crea un sentimiento de inconformidad y su defensa está ligada a la defensa de los derechos humanos
La alta cultura es inseparable de la libertad, crea un sentimiento de inconformidad y su defensa está ligada a la defensa de los derechos humanos, coincidieron el escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa y el sociólogo francés Gilles Lipovetsky, durante la conversación que sostuvieron en el Instituto Cervantes para presentar el nuevo ensayo del Nobel de Literatura.
Vargas Llosa inició la charla señalando que en “La civilización del espectáculo” expresa su angustia al ver que lo que se entendía en los años 50, 60 y 70 por cultura se ha convertido en algo esencialmente distinto. Sin ser pesimista, dijo, su nueva obra incita a reflexionar sobre la hegemonía del entretenimiento.
Pero la cultura, destacó Lipovetsky, se ha convertido en una parte del consumo y no esperamos que cambie el mundo como creían Rimbaud o Baudelaire.
En ese contexto, Vargas Llosa recordó que el desplome de la alta cultura ha significado el triunfo de la confusión.
“No hay canon de valores estéticos y podemos ser víctimas de los peores embaucos, el más dramático es el de las artes plásticas, donde todo puede ser arte y nada lo es; donde no se puede diferenciar entre excelente y execrable”, precisó el Nobel.
Lipovetsky reconoció que, en efecto, la alta cultura ofrece la posibilidad de ser libres, pero matizó que hay contratendencias como las ONG’s o el voluntariado que demuestran que la sociedad del espectáculo no es sólo egoísmo.