¿Alguna vez en su vida ha sentido lo que comúnmente llamamos “mariposas en el estómago”?

Si la respuesta es positiva, es porque ha estado o está enamorado. Sin embargo, esta reacción no es producto de su corazón, sino resultado de una reacción fisiológica del cuerpo.

En entrevista para Excélsior, Diana Patricia Guízar Sánchez, investigadora de la Unidad de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, explicó que el enamoramiento es un acto fisiológico porque todas las emociones que sentimos responden a una función biológica.

“Cuando estamos frente a una persona que nos gusta, sobre todo en esta fase del enamoramiento, se activa lo que se denomina el sistema de huida. Y lo que hace este sistema de huida, es mandar toda la sangre a las áreas que necesitamos para huir como son las piernas y los brazos.

“Entonces la sangre se concentra en esas zonas, quitándosela al estómago, al que a su vez le llega menor oxigenación y entonces las neuronas que también existen en el estómago reclaman el por qué se les está quitando el oxígeno y este es el momento preciso en que sentimos como si volaran mariposas en nuestro estómago.

“Y aunque no suene romántico, como el movimiento intestinal aumenta y disminuye, se puede presentar estreñimiento o diarrea, porque además este proceso biológico es el mismo que experimentamos cuando sentimos miedo” detalló la especialista.

La Dra. Diana Guízar Sánchez añadió que cuando el ser humano se enamora segrega sustancias como dopamina, serotonina, adrenalina e incluso cortisol.

Pero en particular, la descarga a nivel cerebral de dopamina es similar a la sensación que da el consumo de una droga.

“Se han hecho estudios a personas enamoradas, donde se les muestran fotos de sus parejas y a través de una resonancia magnética funcional, se compara a nivel cerebral y se observan descargas de dopamina en alguien enamorado muy similares a las que descarga alguien que consume drogas.

“Pero lo importante es que cuando estamos enamorados, podemos aprovechar esa dopamina, para ser más productivos y creativos, cuidando que los impulsos y deseos que sentimos por ver a la persona de la cual estamos enamorados, no nos genere una conducta errática que pueda derivar en un desorden obsesivo-compulsivo”, explicó.

La investigadora de la Unidad de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, Diana Patricia Guízar Sánchez añadió que la segregación de dichas sustancias se termina cuando del enamoramiento se pasa a la sensación de amor y el cuerpo al sentirse cómodo y con bienestar empieza a generar oxitocina, que es la sustancia que también se produce durante el parto.

¿Y CUANTO DURA EL ENAMORAMIENTO?

Hugo Sánchez Castillo, profesor investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM, coincidió en señalar que estar enamorado y sentir amor son dos cosas completamente distintas.

De hecho, explicó a Excélsior que el enamoramiento antecede al amor, el cual, a su vez, no solo es privilegio de los seres humanos, sino de diversas especies.

“El concepto de amor responde al cuidado que se tiene entre dos criaturas que buscan el bienestar del otro y tiene que ver con la compatibilidad, la convivencia a largo plazo y el ambiente.

“El amor lo que busca es el bienestar de la pareja o del otro individuo con el que te estás relacionando y bajo esta perspectiva tienes el deseo de cubrir las necesidades del otro, en cuestiones físicas, afectivas y emocionales.

“Esto no solo le sucede al ser humano, sino a muchas especies como los cisnes o como los chimpancés. Porque cuando los chimpancés se encuentran en un estado de compaginación lo que vemos es que se acicalan más, pasan más tiempo juntos porque tienen una relación afectiva”, indicó.

El especialista en neurociencias de la Máxima Casa de Estudios añadió que, a diferencia del amor, la fase del enamoramiento podría durar de tres meses hasta tres años aproximadamente, dependiendo de cada individuo.

Añadió que, aunque no hay estudios concluyentes, existen investigaciones que señalan diferencias en las relaciones amorosas, dependiendo del género.

“La duración del enamoramiento, puede ser entre tres meses y tres años. Es un periodo de duración variable, que depende, de muchos factores, como el nivel hormonal de la persona, de cuestiones genéticas o de cuestiones de atracción.

“No quiero ser muy concluyente, pero algunos estudios señalan que, en términos de relación de pareja y amor, para los machos el contacto físico es importante, es decir, no importa que la hembra esté con otra persona siempre y cuando no se involucre físicamente.

“Y en el caso de las hembras es a la inversa. A la hembra no le importa si el macho se aparea físicamente, lo que le importa es que su pareja está compenetrada emocionalmente en la relación”, explicó Hugo Sánchez Castillo, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM.