El ghanés Kofi Annan, primer secretario general subsahariano de la ONU y premio Nobel de la Paz en 2001, falleció hoy, tras una vida de trabajo por la paz y por el desarrollo, especialmente en el continente donde nació.
Nacido en Kumasi, en el centro de Ghana, en 1938, Annan ingresó en la ONU en 1962 y trabajó en diversas áreas, entre las que destaca la Comisión Económica para África, antes de llegar a liderar la organización.
Annan no fue el primer secretario general africano de la ONU, ya que su predecesor inmediato, Butros Butros Gali, era egipcio; sin embargo, sí fue la primera persona proveniente del África subsahariana y de raza negra en ocupar el cargo.
La Fundación que lleva su nombre recuerda que Annan fue “un hijo de Ghana” y “sintió una responsabilidad especial para con África”.
Annan utilizó su Fundación, durante sus últimos años de vida, para trabajar en áreas como el mantenimiento de una paz duradera, la mediación en crisis y su resolución, el apoyo a procesos electorales, la lucha contra el hambre y el impulso del liderazgo joven, con especial énfasis en su continente.
Estaba especialmente comprometido con el desarrollo africano y se implicó en muchas iniciativas, incluyendo su presidencia del Panel para el Progreso de África y de la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA)”, recordó hoy la organización.
Profeta en su tierra
En 2011, Annan hizo un llamamiento a la “revolución verde” de los pequeños agricultores en África y a impulsar el comercio interregional, el apoyo a las empresas agrícolas y el uso de la ayuda al desarrollo como vías para acabar con el hambre y la pobreza en su continente.
El ghanés lideró la ONU desde 1997 hasta 2006, años en los que acometió una reforma de la institución e impulsó el apoyo de la comunidad internacional a África y a la lucha contra el sida.
Durante su etapa al frente del principal organismo internacional, Annan se tuvo que enfrentar a situaciones delicadas en su continente, como las cruentas guerras civiles en Liberia o Sierra Leona, así como el conflicto en la República Democrática del Congo (RDC), calificado de “guerra mundial africana”.
Algunos de estos conflictos centraron gran parte de sus esfuerzos durante ciertos momentos de su reinado, ya que instó a las potencias occidentales -especialmente, a las que administraron las antiguas colonias- a que aumentasen su presencia en las misiones de paz que la ONU tenía en esos países.
De todos modos, en la rueda de prensa en la que se despidió del cargo, en diciembre de 2006, Annan se lamentó al decir:
Hemos hecho avances en África, no han sido los suficientes como para que África pueda centrarse en su desarrollo económico y social”.
Al dejar la ONU no se retiró de la vida pública, sino que siguió siendo uno de los más destacados activistas para el desarrollo de África, aprovechando muchas de sus intervenciones para recordar a la comunidad internacional que debía cumplir sus promesas y compromisos con el continente.
El ghanés creía en una África fuerte, pero reconocía que aún queda mucho camino por recorrer: no en vano, cuando la actual Unión Africana (UA) entró en funcionamiento, en 2002, Annan celebró lo que consideró “una ocasión para la esperanza”, pero advirtió que sería necesario trabajar para que tuviera éxito.
Annan mantuvo una relación cercana con algunos de los mandatarios de su continente, aunque quizá su amistad más conocida sea la que tuvo con el expresidente sudafricano Nelson Mandela.
Precisamente junto a Mandela, Annan fue uno de los principales vínculos de África con el resto del mundo, y, como tal, trabajó con diversos líderes africanos para instarles a hacer todo lo posible para cumplir con las expectativas de los países proveedores de ayuda, especialmente en el campo de las reformas institucionales y de la lucha contra la corrupción, que consideraba claves.
Sin embargo, tras dejar la ONU su labor no se redujo a un marco teórico, sino que se mantuvo como uno de los más destacados mediadores internacionales en situaciones de conflicto.
Uno de sus éxitos más destacados fue la resolución de la crisis política vivida en Kenia tras las elecciones de 2007, que causó una oleada de violencia que acabó con la vida de más de un millar de personas.
Annan intervino para reconciliar al presidente, Mwai Kibaki, y al candidato derrotado en las urnas, Raila Odinga, y evitar así, como recordó hoy el propio Odinga, que el país “se hundiera”.