Junto con Un hilito de sangre, de Eusebio Ruvalcaba, y una antología de relatos eróticos de José Agustín, el libro Erótica: la otra orilla del deseo, de Andrés de Luna (Tamaulipas, 1955), fue ocultado a principios de la década de los noventa del siglo pasado. “La literatura erótica provocaba espanto; cuando yo saqué ese libro, en 1992, no se podía comprar en Sanborns, hubo una censura bastante fuerte sobre esos tres libros, estaba muy censurado”, dice el narrador y ensayista.
Las historias voluptuosas, recuerda, prácticamente eran escondidas en la parte más baja de los anaqueles, “y casi había que pedirlos personalmente en las librerías más o menos serias”. Tres décadas después, piensa, las cosas han cambiado, pero la tradición literaria mexicana sigue adoleciendo de una narrativa erótica consolidada: “Se ha tratado, pero no se ha logrado desafortunadamente; parece ser que hay como ciertos destellos, pero realmente creo que no hemos tenido el nivel y la tradición como en Francia o en Inglaterra.
Creo que no existe una tradición en México sobre esta literatura, hay ciertos momentos con Efrén Rebolledo o ciertos detalles de Carlos Fuentes que de pronto son extraordinarios, pero hasta ahí lo dejamos”. Además de textos sobre cine y arte, De Luna ha cultivado el género erótico con diferentes libros y ahora vuelve con uno más: se titula En un día claro se ve la noche (El tapiz del unicornio, 2018) y aunque él afirma que no se trata de un libro abiertamente erótico, todos los relatos que lo integran están plagados de destellos amorosos.
De Luna ha dejado atrás aquellos años de furor juvenil de cuando apareció su primer libro. Ahora, dice, la existencia sucede de manera más reflexiva y el sexo no necesariamente debe plagar un relato: “Uno es joven y tiene toda la energía y de pronto ya uno es viejo y entonces tiene que resguardarse muchas veces hasta en sus recuerdas, y también en lo que exista, pero no es la misma potencia que tiene uno ahora que en aquel tiempo”, dice en entrevista.
En su último libro, el narrador reúne 25 relatos, algunos de ellos escritos hace diez años y otros trabajados muy recientemente. Una anécdota, explica, detona la historia y a partir de ahí hurga en su imaginación para proponer un instante; generalmente ha trabajado en torno a personajes y episodios conocidos. Están ahí, por ejemplo, los escarceos amorosos que Hidalgo, el padre de la patria, tiene con la fiel Fernandita, o la prolongación del placer de la música en los encuentros íntimos bajo la lluvia entre el pianista Arthur Rubinstein y su amante rusa Anna Kuprova.
Éste no es un libro de literatura erótica, yo creo que los cuentos están tratados como la vida misma, que de pronto aparece un detalle erótico, pero no son exactamente ese relato que seguiría las reglas de la literatura erótica. He entendido que el erotismo forma parte de la vida, pero no es lo principal de la vida; la vida existe en muchas cosas que de pronto inhiben la parte erótica incluso, y que por ello no puede considerarse que todo es erotismo; sigue provocando el deseo, pero no todo mundo tiene la posibilidad de vivirlo plenamente y por eso me parece que hay que limitarlo en el sentido de no escribir todo el texto sobre eso, no llenar todo el texto de sexo”, dice.
De Luna ha cuidado con detalle la hechura formal de sus textos, que cuentan episodios comunes de sus personajes, pero en los que de manera furtiva, como un destello, aparece el motivo erótico, el guiño a la voluptuosidad. “Un texto erótico debe tener la capacidad de sugerir algo, puede ser muy crudo o puede que apenas se muevan algunas cosas, una escena, algún destello, pero eso es lo que hace que la literatura sea erótica realmente; hay libros de Kafka, como El castillo, que de pronto está la mesera abajo de la mesa y el tipo la está viendo; es un detalle erótico verdaderamente fantástico y él nada más la está viendo”, dice.
Hay también libros como los de Bataille que todo el tiempo están en el acto sexual y cosas así, pero es que depende también de qué es lo que uno quiera hacer con el erotismo. A mí no me interesa ese erotismo tan evidente por cuestiones narrativas, pero también porque me parece que el erotismo no puede ser y estar funcionando todo el tiempo de esa forma, sino que funciona más integrado a la vida, a las acciones de los personajes y por eso es parte de lo que viven los personajes, pero no es la parte esencial de toda la existencia”, concluye.
¿DÓNDE Y CUÁNDO?
El libro En un día claro se ve la noche será presentado el próximo 11 de julio, a las 19:00 horas, en la Librería del Fondo Octavio Paz, que se ubica en Miguel Ángel de Quevedo 115, col. Chimalistac, en la Ciudad de México.