El asalto a la razón
Se reivindica la “Estela de luz”
Carlos Marín
Para su más reciente demostración antipeñista en la Ciudad de México, el movimiento #Yosoy132 acordó realizarla en miércoles de Tercer Grado y, para concentrar a sus simpatizantes, escogió un lugar “emblemático de la corrupción”: la plaza donde se levanta la conmemorativa y muy criticada Estela de Luz.
Desde allí, dos o tres mil, de los quizá 15 mil que inicialmente atestaron el sitio, marcharon hacia las instalaciones de Televisa Chapultepec (adonde acudiría Enrique Peña Nieto).
Si bien el conjunto arquitectónico arrastra la mala fama de haber costado más de lo que se estimó al principio, y de que fue inaugurado más de un año después del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, lo menos que puede admitirse es que se reveló como un magnífico foro acazuelado ideal para citas multitudinarias, mucho mejor que la llana explanada del Museo Nacional de Antropología, que se volvió habitual de reuniones masivas desde las históricas de 1968.
Hasta quienes abominaban el moderno conjunto arquitectónico terminarán aceptándolo.
La historia en breve
“Tercer Grado”, hora y media con Peña Nieto
Ciro Gómez Leyva
Apropósito del Tercer Grado con Josefina Vázquez Mota, propuse aquí hace dos viernes que Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador eran dos grandes embaucadores electorales; ella, no. Y que eso en una campaña en México era funesto.
Dos semanas después, y una naciente protesta juvenil de por medio, Josefina se fue del purgatorio al limbo, dejando a los dos arcángeles demoniacos la batalla por el cielo, o el infierno.
Peña Nieto sabía perfectamente adónde iba el miércoles. Los 10 puntos de rating nacional a la medianoche (supongo que un récord) le dieron la razón. Más allá de sus luces intelectuales, es un gran estratega. Y su estrategia en Tercer Grado fue hablar y seguir hablando con serenidad para millones de televidentes.
Nos cobró con miradas, ademanes y retórica cada intento, logrado o no, de interrupción. Aprovechó su condición de visitante y minoría. Deduzco que su pauta ordenaba responder las preguntas con un largo desarrollo, sin que importara tanto lo que quedara al final: lo esencial era aprovechar cada minuto del programa.
Negó que Elba Esther Gordillo será secretaria de Educación, o que un civil despachará en la Defensa Nacional. Fue duro con la “escoria” priista, pero se cuidó de no ofender ni hacer parodia de sus adversarios. En fin, dijo muchas cosas, pero sobre todo habló y diseminó.
Y no se equivocó. Está muy bien entrenado y su disciplina para tratar de ganar votos es admirable. Desafía y seduce. Juega con las verdades a medias y los sobreentendidos. Gran embaucador.
Insisto: como candidato, trae la política en la yema de los dedos. Y la información en la primera sala del cerebro. Y una carta de navegación en la mano.
Viene ahora el otro gran embaucador.
En Privado
Errar con el moderador del debate
Joaquín López-Dóriga
Entonces, ¿los cangrejos
son retrógrados? Florestán
La férrea y burocrática estructura de los debates presidenciales en México ha relegado el papel del moderador a dador de turnos y medidor de tiempos.
Así fue en 1994, en el primero entre Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas; así fue en los dos de 2000 entre Francisco Labastida, Vicente Fox y Cárdenas; así fue en 2006 entre Roberto Madrazo y Felipe Calderón, el primero al que no acudió Andrés Manuel López Obrador, y el segundo al que sí asistió, y así fue 18 años después, el pasado 6 de mayo, entre Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador y Gabriel Quadri.
A lo largo de ese tiempo hemos transitado a la democracia, ha cambiado el siglo, pero no el esquema de debates presidenciales cuyos candidatos, a través de sus representantes, ponen tantos candados que convierten en tapadera lo que debía ser ventana para asomarse a sus debilidades y fortalezas.
Ahora me llama la atención que en las negociaciones del comité de debates del IFE, que preside Sergio García Ramírez, al que bajamente se le trató de eliminar cuando fue propuesto, haya surgido el nombre del presidente de ese instituto, Leonardo Valdés, para moderar el próximo debate.
Para mí es un error porque, primero, eso no es lo suyo, nunca ha hecho uno, pero más grave es que el presidente del IFE como moderador se convertiría en parte del debate, en nada contribuiría a su desarrollo y llevaría a la institución al centro del posdebate electoral.
No se trata de prendas personas ni de capacidades, que las tiene, sino del rol: el presidente del IFE moderador del debate presidencial.
Porque una cosa es conducir las sesiones públicas del Consejo General del IFE, con la dificultad que entraña, está entre pares, y otra muy diferente es moderar, que no es más que dar la palabra y tomar tiempos, un debate presidencial transmitido por radio y televisión en el que, reitero, terminaría siendo parte y no juez, o conductor, como quieran decirle.
RETALES
Tres Deslindes de Enrique Peña Nieto en Tercer Grado:
1. De Elba Esther Gordillo. No hay acuerdos, ni hay pactos secretos ni será secretaria de Educación Pública. La alianza, electoral, se rompió,
2. De Carlos Salinas. No está detrás de mí, ni es mi padrino ni mi asesor ni tengo una mayor relación con él, y
3. De Humberto Moreira. Es inaceptable que traten de mandar al secreto la cuenta pública de su quinto año de gobierno, el del endeudamiento hasta 35 mil millones de pesos, la obtención de 3 mil 500 millones de pesos en créditos bancarios con documentos falsos y con un tesorero prófugo de la justicia federal en México y Estados Unidos. Es un delito y que se investigue.
Nos vemos el martes, pero en privado
Día con día
La inaceptable derrota
Héctor Aguilar Camín
La democracia nos ha enseñado a los mexicanos muchas cosas, pero no una esencial a ella: la aceptabilidad de la derrota.
La expresión es de Felipe González, el ex presidente español. La aceptabilidad de la derrota quiere decir que quienes contienden se resignan deportivamente a ella porque saben que han perdido en buena ley, en condiciones aceptables y aceptadas de competencia.
No es un elogio a la resignación por el veredicto, venga como venga, bajo circunstancias dignas o indignas de una democracia. La derrota es aceptable porque las reglas de competencia y las instituciones involucradas en ella lo son.
La escena canónica de la aceptabilidad de la derrota en la vida democrática es la que solemos ver en contiendas de democracias maduras, como la reciente elección presidencial francesa.
Consiste, muy sencilla y dramáticamente, en que el perdedor sale a los medios, normalmente frente a sus partidarios, admite públicamente que ha perdido y felicita al ganador.
Es una escena que transmite un valor intangible que no puede contarse con los votos: el valor de la legitimidad. Solo puede legitimar realmente la victoria del otro, el rival que la admite.
Esta es la escena que no hemos visto cabalmente en ninguna gran elección democrática de México. Me refiero a las sucedidas después de 1997.
Hemos visto una y otra vez a perdedores retobones que alcanzan a decir, en el más generoso de los escenarios: “Las tendencias electorales no me favorecen”. Con lo que los escuchas debemos entender: “Perdí”.
Y hemos visto al perdedor que sale denunciando que le hicieron fraude y convocando a sus seguidores a negar la legitimidad de su derrota.
Si algo no puede reprocharse a las distintas legislaciones electorales de México que construyeron paso a paso nuestra vida democrática, es haber sido excluyentes.
Las instituciones que hay en la materia y las leyes que las rigen han sido acordadas por todos los competidores, sin excepción de ninguno.
Pero se ha vuelto una escena común oír a los candidatos quejarse de las condiciones de competencia que sus mismos partidos pactaron, y repelar de las reglas que ellos mismos han aceptado al volverse candidatos.
¿Qué construyen con esas quejas? Construyen la posibilidad de protestar su derrota, reservándose la aceptación del veredicto solo para el caso de su victoria.
Es el viejo virus de la inaceptabilidad de la derrota que vuelve a circular entre nosotros como si nada hubiéramos logrado en estos años de construcción democrática.
Trascendió
Trascendió
Que el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, ya se ganó el mote del góber moroso por su propensión a llegar tarde a los actos públicos, especialmente cuando lo acompañan funcionarios federales.
Ayer el mandatario guerrerense se demoró más de una hora en llegar a la conferencia conjunta con la Secretaría de Turismo para anunciar el programa de ventas de viajes tipo outlet, llamado Acapulcazo. Si bien se había informado que el evento empezaría a las 12 del día, unos minutos antes se anunció que por problemas de agenda de Aguirre Rivero, la conferencia se recorría a las 12:30.
Cumplida esa hora, la titular de Sectur, Gloria Guevara, y otros asistentes decidieron comenzar el acto, pues el gobernador no llegaba al recinto y no fue sino hasta las 13:10 horas cuando Ángel Heladio hizo su aparición en el hotel Saint Regis, donde se llevaba a cabo la presentación.
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Que a poco más de un mes de las elecciones, y sin hacer mucho ruido, el gobierno mexiquense que encabeza el priista Eruviel Ávila retomó esta semana la construcción del polémico paso inconcluso en Puente de Vigas, aquel de la fallida Mesa de la Verdad entre los dirigentes del PRI y el PAN para dirimir el asunto de los compromisos de Enrique Peña Nieto.
En el lugar hay trabajadores de la construcción que acuden a horas donde poca gente puede verlos.
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Que el candidato del PRD a la gubernatura de Morelos, Graco Ramírez, recurrió ayer a las redes sociales para transmitir por su página el debate con los candidatos del PAN, Adrián Rivera; del Partido Social Demócrata, Julio Yáñez, y el priista y abanderado del PVEM y Nueva Alianza, Amado Orihuela, quien se había resistido a acudir a este ejercicio organizado por el instituto electoral de esa entidad.
Curioso, pero en el ejercicio se les pidió a los cuatro no hacer señas obscenas.
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Que en junio vendrán a México el vicario general de los Legionarios de Cristo, Sylvester Heereman, así como el consejero general de la orden, Jesús Villagrasa, quienes se encuentran en Roma y asumieron esos cargos este año.
Su prioridad será revisar la parte administrativa de las diferentes obras que tiene la Legión en México.
Política cero
La chaviza contra la momiza peñanietista
Jairo Calixto Albarrán
Si yo quisiera ser Presidente, de un país o un continente, haría lo que el paisano de Atlacomulco: declararme conservador. Pero no solo por conservar a Moreira, Montiel, Salinas, mi góber precioso, Fidel Herrera, Ulises Ruin (bueno, con una pequeña ayuda de PJ Coldwell hasta conservó la candidatura plurinominal de Robero Deschamps), sino por mantener una ideología de la que ya ni los del PAN se ufanaban. Lo que antes era copy right de los blanquiazules, ese conservadurismo provinciano de película de Joaquín Pardavé en su papel de don Susanito Peñafiel y Somellera, de pronto se les convirtió en un lastre que en los últimos tiempos dejaron al resguardo del siempre folclórico subjefe Diego.
Ahora, gracias al Dorian Gel, el término conservador recupera su antigua relevancia, sobre todo porque es un conservador de aventuras galantes que está a favor de la vida, contra la legalización de las drogas y contra criminalizar a la mujer, más no por esa en la que encontráis consuelo en la tristeza.
La revolución conservadora peñista toca los corazones del electorado sin cabeza que lo encumbra, pero también en el alma del señor ChikiliQuadri —al que podemos recordar por películas como Para llegar al SNTE se necesita una escalera grande y otra chiquita— respalda al Gelboy con entusiasmo fanático en los hechos de Atenco donde el inolvidable jefe de seguridad del Edomex, Wildfrido Robledo, se despachó con la cuchara grande. Y es lógico que esta admiración se desate en el alma llanera del aliancista, pues en sus alocuciones le da por ponerse a regañar a los asistentes con vigores de sargento mal pagado.
Como quiera que sea, las pasiones autoritarias de Quadri por poco llegan al orgasmo cuando el priista afirma como el griego en el Cratilo: “No dudaré en ejercer la facultad legítima de emplear la fuerza pública”, o lo que es lo mismo, va por el récord de 60 mil muertos de Calderón. Sin duda, una nobilísima aspiración.
Jelipillo puede estar tranquilo. Si él es de mecha corta, el muchacho chicho de la película gacha tricolor tiene la paciencia de un granadero echeverrista.
Es increíble que los chicos del #Yosoy132 no sepan valorar y se declaren antipeñanietistas en una nueva batalla de la chaviza contra la momiza.
La única diferencia, ya lo ha dejado en claro Kike Bieber, es que todo lo que haga lo hará con mucho respeto y mucho deslinde de seguro servidor. Aunque como dijera en su frase más brillante la Vázquez Mota, de tanto deslindarse va a terminar por deslindarse de sí mismo.
Algo nuevo ha surgido
Pablo Gómez
Las protestas contra Peña Nieto —en realidad actos de repudio— son algo nuevo en la lucha política. Quienes se limitan a realizar un cálculo cuantitativo —¿cuántos son en realidad?, se preguntan a sí mismos— no hacen más que confesar su completa pereza para intentar el análisis político.
Existe un movimiento juvenil nuevo en sus formas de expresión y en su manera de actuar. Hay una profunda preocupación por el futuro inmediato del país y existe un temor fundado al sistema priista de gobierno.
Los jóvenes del repudio no asumen una denuncia demasiado general, sino que concentran su acción en la tarea de impedir que Peña Nieto sea presidente. Pero eso no implica que ellos carezcan de ideario político, sino justamente lo contrario: es la democracia, la reforma social, el progreso educativo y cultural lo que han puesto en el centro de su planteamiento. No se trata de algo puramente personal carente de sentido preciso, sino de una búsqueda de otra respuesta a la evidente crisis del gobierno panista.
El repudio de Peña Nieto no es en forma alguna un no escueto, sino un programa ambicioso y un llamamiento general. Su forma de ser no es apolítica aunque no se inscribe dentro de un partido o alianza. Este terreno puesto de por medio entre los que repudian y los partidos es indispensable para articular en este momento una propuesta política que parte de la crítica de lo existente, incluyendo el sistema actual de partidos.
El repudio se extiende hacia las cadenas de televisión, en especial Televisa que es la mayor. Si se rechaza el sistema excluyente de toma de decisiones debe también rechazarse la exclusión que realizan los canales nacionales. El cerco informativo no solo es político sino también cultural. México no cabe en la televisión o, dicho de otra forma, ésta trata de empequeñecer al país, el cual posee una diversidad infinitamente mayor que la proyectada por esa misma televisión.
Los críticos de los jóvenes que repudian les exigen a éstos un programa partidista, una organización jerarquizada, una forma de ser convencional. Pretenden así meterlos a esas maneras que los mismos jóvenes critican, al oportunismo corriente, a los intereses dominantes.
Pero esos jóvenes están a disgusto con el sistema de poder y no solo con los mecanismos de gobierno. México está sometido a unos intereses dominantes francamente oligárquicos que frenan el progreso a pesar de que controlan las formas de producción más modernas. Lo que promete Peña Nieto es mantener el dominio de unos cuantos grupos empresariales cuando el sistema impuesto por éstos ha llevado al país al estancamiento durante ya varias décadas.
El método del repudio es el del manifiesto, la proclama, el plan, instrumentos de la lucha política desde el siglo XVIII. Pero ya no vemos papeles sino mensajes, videos caseros, comentarios, informaciones, todo en la web, espacio abierto no solo al comercio sino también a la inteligencia.
No es inusitado que la juventud intelectual ponga lo nuevo en el escenario. Pensemos en el 68 (¡ah!, ¡si entonces hubiera habido internet!). El sistema crea los instrumentos para divulgar la crítica y, por cierto, también a sus críticos. La crisis de México es tan profunda que ha removido la conciencia de la juventud intelectual de todos los estratos sociales.
Los críticos del repudio cometen el error de ver el fenómeno como si ya hubiera terminado, son una especie de historiadores del presente con el inalcanzable propósito de impedir a tiempo el desarrollo que va teniendo ese movimiento. Como todo lo nuevo, sorprende, pero también induce al miedo de los defensores del sistema, los cuales nos hablan como si nada fuera a ocurrir. Pero es que ya ha ocurrido algo que puede ser mucho más amplio y perdurable que la escasa imaginación de los inconfesos panegiristas del orden establecido. Se nos dice que no pasa nada, pero sin duda algo nuevo ha surgido.
Razones
La madeja del caso Yarrington
Jorge Fernández Menéndez
EXCÉLSIOR
Si hay algo que es evidente es que nadie en el PRI quiere saber nada de Tomás Yarrington. Cuando comenzaron a presentarse las primeras acusaciones en febrero pasado, en el priismo se dijo que todo era parte de una campaña mediática y se recordó que el ex gobernador había dejado el poder hacía siete años. Ahora, con las acusaciones estadunidenses sobre la mesa, se ha comprendido que esa puede ser una bomba de tiempo que puede causar daños en muchos ámbitos, y el deslinde ha sido absoluto, incluida la suspensión inmediata de sus derechos de militante y, como dijo ayer Pedro Joaquín Coldwell, descartaron también que se pudiera tratar de un complot contra el PRI.
El mismo deslinde ha alcanzado también a Humberto Moreira, del cual el candidato presidencial en los últimos días también ha puesto una distancia más que considerable.
Lo cierto es que ese deslinde, como aquí dijimos, tendría que haberse hecho en febrero, y lo mismo tendría que haber ocurrido con muchos personajes que siguen zopiloteando en torno a la candidatura de Peña Nieto y al que el PRI les ha abierto las puertas o los ha resucitado políticamente.
No los necesitaba Peña hace unos meses y menos ahora. El problema es que ya muchos se han incrustado en su estructura, aunque sea en forma marginal, y poner distancia con ellos será más costoso, sobre todo cuando la campaña antiPRI ha logrado permear en distintos sectores sobre todo juveniles de la capital del país.
El mayor problema con el tema Yarrington, como aquí dijimos, es que podría escalar con mucha facilidad hasta el caso del asesinato de Rodolfo Torre Cantú y con ello puede llegar a personas que se ostentan, aún hoy, como operadores locales cercanos a Peña Nieto.
El personaje central en esa trama está en poder de la justicia estadunidense. Se apellida Peña Argüelles y se supone que está colaborando con la justicia de ese país. Pero ese es un problema menor, en términos políticos, comparado con la percepción que eso generaría en muchos sectores. Puede ser que eso no influya en los resultados electorales o que lo haga marginalmente.
Pero cuando se cumplen 19 años del asesinato del cardenal Posadas Ocampo habría que recordar cómo una serie de hechos desafortunados y que, según se dijo en su momento, no tenían relación entre sí, llegaron a descarrilar a la administración de Salinas en el momento de mayor apoyo interno y externo.
Mientras el caso Yarrington se desarrolla al ritmo de la justicia estadunidense y se esperan las repercusiones locales, otra noticia, que se dio como menor, tendría que ser tomada muy en cuenta. Sergio Villareal, apodado El Grande y hasta su detención el principal operador del cártel de los Beltrán Leyva, fue extraditado a Houston y presentado ante una corte federal en Texas. Hasta donde se tenía entendido, El Grande se habría convertido en testigo protegido en México y me imagino que en algo parecido ante la justicia estadunidense. No es la única fuente pero sí una de las más importantes en torno al arraigo de cuatro altos jefes militares, incluido el general Tomás Ángeles.
La información que propició ese arraigo proviene, básicamente, de Estados Unidos, y a esas voces se une ahora la de El Grande. Si éste ha sido enviado a la Unión Americana, no es nada descabellado que su ex aliado y amigo y luego acérrimo enemigo, Édgar Valdez Villareal, La Barbie, más temprano que tarde siga el mismo camino, con el agregado de que La Barbie tiene nacionalidad estadunidense. Se supone que éste personaje también está colaborando con las autoridades y que es, él también, uno de los testimonios incriminatorios en el caso de los militares arraigados.
Más hilos que convergen. Cuando fue la detención del general Tomás Ángeles dijimos que habría que estar atentos para ver si no aparecía algún hilo que conectara su caso con el reciente asesinato del general Mario Arturo Acosta Chaparro. Inmediatamente después el procurador capitalino, Jesús Rodríguez Almeida, dijo que no había relación alguna entre ambos casos. Pero apenas ayer la PGJDF informó que siempre sí le tomará declaración al general Tomás Ángeles por el caso Acosta Chaparro. O sea que siempre sí existe la posibilidad de que los dos casos estén relacionados. No hay coincidencias en todas estas historias.
Ventana
Que nadie se espante
José Cárdenas
EXCÉLSIOR
“Bienvenida la revolución de la inteligencia”. Así nos lo dijo el poeta rebelde Javier Sicilia.
–La protesta es contra todos, el candidato del PRI sólo es el pretexto… la gota que derramó el vaso.
Así responde Saúl Alvírdez, una voz autorizada del colectivo #YoSoy132 que desde hace dos semanas ha ganado las calles para manifestar la inconformidad estudiantil por la manipulación y la imposición de un proyecto político que, según ellos, pretenden algunos medios de comunicación.
–¿Demasiados medios están al servicio del sistema y alejados de la ciudadanía a la que dicen servir?
Lo que se inició como un reclamo al candidato del PRI en la Ibero, se ha transformado en un nuevo movimiento social difícil de definir.
No está claro si las movilizaciones estudiantiles anuncian una primavera mexicana… ni siquiera si estamos en la antesala de un nuevo 68… De lo que no hay duda es del hartazgo estudiantil frente al gobierno, los partidos, los medios y todo lo que huela a sistema político.
Es evidente que en el tejido de la juventud universitaria existe un larvado sentimiento de frustración que comienza a manifestarse aquí y allá… y que sin duda puede crecer.
Pero, al mismo tiempo, la inconformidad estudiantil revela una coincidencia de simbolismos políticos.
Primero, Atenco, un asunto pendiente que pesa como losa sobre el candidato priista.
El segundo, la Estela de Luz. Aun cuando el presidente Calderón se ufana de que las protestas no son contra él, los jóvenes eligieron con todo tino el mayor símbolo de la corrupción del actual gobierno para protestar.
El problema de #YoSoy132 es que la disidencia aún no puede ser calificada como un movimiento real. Ni siquiera sus integrantes tienen claro a dónde van. La explosiva protesta, si bien ha conquistado la solidaridad ciudadana, ha impedido aterrizar el enojo y eso es precisamente lo que pone en riesgo la manifestación espontánea.
A estas alturas, hay de tres sopas. La primera posibilidad es que el colectivo #YoSoy132 se organice y tome forma. La segunda, que la ausencia de claridad y liderazgos termine por dispersar a los jóvenes. La tercera y más peligrosa, es que un movimiento genuino sea aprovechado por el oportunismo de los políticos.
Ahí asoma un tercer simbolismo. Andrés Manuel López Obrador. Astuto como pocos, vuelve a tomar la iniciativa, se monta en la ola, invoca a los fantasmas del 68 y llama a la movilización desde la Plaza de las Tres Culturas. Saca a balcón el petate del muerto. Recuerda el sacrificio de otros universitarios que se atrevieron a alzar la voz y fueron aplastados por el puño del viejo régimen priista. El tabasqueño juega con la caja de Pandora.
Como sea, “me gustan los estudiantes”. Me recuerdan aquel poema de Violeta Parra. Bienvenidas todas las voces… aquélla y éstas.
MONJE LOCO: Comenta Ricardo Ravelo, periodista de Proceso, que las investigaciones de la justicia estadunidense a Tomás Yarrington comenzaron en 2004 por presuntas ligas del entonces gobernador de Tamaulipas y funcionarios de su gobierno con el cártel del Golfo. Ravelo hace memoria: “En ese tiempo, Rubén Hernández López, alias El Sargento, era chofer del procurador Francisco Cayuela Villarreal, a quien acusó de recaudar, cada semana, un millón de dólares del narco para financiar las aspiraciones presidenciales de Yarrington…” Tres días después de la publicación de ese testimonio, Rubén Hernández López fue asesinado.
Frentes Políticos
Frentes Políticos
EXCÉLSIOR
I. No es caso menor. Pedro Joaquín Coldwell, líder nacional del PRI, descarta un “complot” contra su partido por lo de Tomás Yarrington. Nosotros, dijo, no vamos a inventar un complot, vamos a actuar con seriedad, pues “entendemos la gravedad del caso” del ex gobernador de Tamaulipas, acusado de lavar narcodólares. Las imputaciones, provenientes de EU, admitió, no tienen tintes político-electorales. La dirigencia, por si acaso, se deslindó del ex mandatario, anunció que puso en marcha un proceso para suspender de inmediato la militancia del tamaulipeco y, también, que el PRI no solapa, bajo ningún concepto, impunidades. Si el río suena…
II. Todos iguales. Otro que salió al paso fue Manlio Fabio Beltrones. Luego de reunirse con los candidatos priistas por Hidalgo, el sonorense sostuvo que su partido no tolerará que existan actos de corrupción o delictivos dentro de sus filas, pero defenderá que todos sean juzgados sin prejuicios. En el PRI, comentó, “lo estamos haciendo”, por lo cual pide que otros partidos hagan lo propio, y aseguró que los ataques que ha recibido Enrique Peña Nieto por parte de sus adversarios muestran la desesperación que tienen ante el hecho de que, a pesar del encono que difunden, no han logrado repuntar en las preferencias electorales.
III. Las barbas del vecino. A Andrés Manuel López Obrador se le cayó desde ayer el efecto Yarrington. Y todo porque en el PRD, a juzgar por la detención de Narciso Agúndez Montaño, el ex gobernador de Baja California Sur, también hay corruptos. Al ex mandatario perredista se le acusa de un peculado que alcanzaría los 50 millones de pesos. Ayer fue detenido en Monterrey, Nuevo León, y de inmediato trasladado a La Paz. Nadie podrá llamarse a sorpresa. Se sabía que su gestión al frente del gobierno local se caracterizó por los abusos de todo tipo. ¿Una pruebita más de la honestidad valiente que tanto pregona la izquierda, o es un compló?
IV. Deslindes. Josefina Vázquez Mota, la abanderada del PAN, dijo que ella sí protegerá a las familias, porque es “una candidata libre”. Sin embargo, comparó, hay otros que todos los días tienen que deslindarse de alguien y terminarán deslindándose de sí mismos. Luego de la obligada dosis de ataque al enemigo, habló de terminar con “las llamadas cárceles del crimen”, en referencia al sistema penitenciario. Se pronunció por una efectiva readaptación social. Propuso una defensoría profesional y autónoma, así como la eliminación del fuero a todos los políticos. Adiós presuntos culpables, promete.
V. La misma petición, con otros matices. El presidente Felipe Calderón se ha pasado gran parte del sexenio exigiendo a los altos funcionarios que se sumen a la lucha contra el crimen organizado. Algunos gobernadores se niegan a escucharlo. En México “no se puede tolerar a quien se colude con los criminales… luchar por la seguridad, la legalidad y el Estado de derecho es un imperativo categórico”, dijo, en la XXVII Asamblea Plenaria de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia. Los malos servidores públicos, precisó, han provocado que haya regiones del país “en una espiral de corrupción e impunidad”. A estas alturas es como predicar en el desierto.
VI. Son los narcos fuente de la violencia. No es difícil deducirlo pero, en su informe anual, el Departamento de Estado de EU puntualizó que, en múltiples casos, las organizaciones del crimen transnacional recurrieron a “tácticas brutales” contra la ciudadanía en México. De hecho, el reporte de la oficina de Hillary Clinton señala que “(los narcos) son los autores más significativos de crímenes violentos en el país”. En su lucha por controlar las rutas para las drogas, estos grupos no tuvieron objeciones en atacar a la población civil, al punto que participaron en tráfico de personas, así como en la intimidación de periodistas y de defensores de los derechos humanos, señala el documento mencionado. Lo peor: que fuerzas de seguridad están coludidas en la crueldad hacia personas inocentes.
Arsenal
El silencio de Romero Deschamps
Francisco Garfias
EXCÉLSIOR
Las diversas interpretaciones que se le han dado al escándalo de Tomás Yarrington, acusado en gringolandia de adquirir propiedades con recursos de origen ilícito, obligan a la PGR a aclarar que el ex gobernador de Tamaulipas no tiene ninguna orden judicial o ministerial vigente.
“Lo que hay son actuaciones del Ministerio Público conforme a lo que es una indagatoria judicial en Estados Unidos”, precisan fuentes de la Procuraduría.
Ya encarrerados, juran que el caso no tiene relación alguna con el proceso electoral en curso. Argumentan que reventó del otro lado de la frontera norte.
El escándalo, eso sí, ha provocado un intercambio “muy intenso” de información relacionada con las propiedades y los activos financieros del controvertido ex gobernador, a quien ya hasta el PRI le volteó la espalda. “Lo que se busca es conocer modo, tiempo, lugar y circunstancia de los hechos que se le imputan”, puntualizan en la Procuraduría.
Nada ha dicho Carlos Romero Deschamps de la autobalconeada que se dio su hija. Está claro que el dirigente del sindicato petrolero no se siente obligado a dar explicaciones de los lujos y el derroche que Paulina exhibió en Facebook.
En el paraíso de la corrupción en el que está convertido México, no necesita aclarar nada. Es el líder del sindicato petrolero y no rinde cuentas a nadie del uso que le da a recursos que provienen de las arcas públicas. ¡Faltaba más..!
La bronca es que los excesos de mademoiselle Romero Deschamps salpican a los candidatos del PRI, incluido Peña Nieto. Por eso salió Pedro Joaquín Coldwell a decirle a Carmen Aristegui que vio las fotos y se indignó como muchos mexicanos.
“La forma de vida de la joven es incompatible con la vida que debe llevar un dirigente social”, puntualizó el dirigente del PRI.
¿De veras? La pregunta aquí es si lo que lo indignó fueron los perros en el jet, los viajes de la joven, los vinos Vega Sicilia, las bolsas de miles de dólares o la tontería de subir las fotos a Facebook.
¿A poco no sabía cómo se las gasta —y gasta— Romero Deschamps?
Nicolas Sarkozy ganó cómodamente entre los alrededor de 20 mil franceses establecidos en México que votaron en la elección presidencial de ese país. El ahora ex presidente obtuvo 56 por ciento de los votos, mientras que 44 por ciento se inclinaron por el socialista Francois Hollande.
Las cifras nos las dio Pascal Drouhaud, candidato a diputado de UMP, el partido de Sarkozy. L’affaire Cassez parece haber rendido sus frutos en nuestro país, pero al candidato presidencial de la derecha no le alcanzó para reelegirse. En el conjunto de América Latina, donde viven alrededor de 100 mil franceses, también ganó Sarkozy . Obtuvo 53 por ciento de los sufragios contra 47 por ciento del ahora presidente socialista.
Por cierto que los franceses que viven en el exterior —dos millones y medio— van a elegir el mes que entra —2 y 16 de junio— al diputado que los va a representar en la Asamblea Nacional. Es la primera vez que esto sucede en la Quinta República. Once curules están en juego.
Drouhaud pretende convertirse en el representante de los galos radicados en América Latina y el Caribe. La prioridad de su campaña es la lucha contra el llamado “doble impuesto” (cotizan en el país donde radican y por los bienes raíces que tienen en Francia) que propone Hollande. ¿Un ejemplo a seguir con los mexicanos que viven en el extranjero?
Fernando González, yerno de la maestra, no tiene la menor oportunidad de llegar al Senado. Va como número dos de la fórmula de Nueva Alianza en Sinaloa.
El partido de la maestra tendría que ganar en el estado para que el ex subsecretario de Educación Básica de la SEP obtuviera un escaño. Está en chino. Los candidatos del PRI van muy adelante, a pesar de que los neoaliancistas han tapizado el territorio sinaloense de publicidad.
¿Por qué entonces aceptó Elba que su yerno contendiera en condiciones tan desfavorables? Sin duda que hay gato encerrado. En la tierra de Malova dicen que la intención de González —y la de su suegra— es ganar en conocimiento. Colocarlo para la próxima elección de gobernador. Eso explicaría el pronunciamiento de Fernando a favor de Enrique Peña Nieto, en lugar de apoyar a Gabriel Quadri, abanderado de Nueva Alianza. ¿Será?
Miguel Ángel Mancera le lleva más ventaja a sus adversarios que Enrique Peña a los suyos. El candidato a jefe de Gobierno de la Coalición Movimiento Progresista (el copyright del nombre es de Marcelo Ebrard) trae casi 40 puntos de ventaja sobre Beatriz Paredes, según la más reciente encuesta del periódico Reforma.
La candidata del PRI dice, sin embargo, que la elección está competida. Recuerda que hace 12 años Andrés Manuel le llevaba más de veinte puntos a Santiago Creel, pero que en las urnas el panista casi lo empata. “No creo en las encuestas”, nos dijo en tono de franqueza.
– ¿Lo mismo aplica para la presidencial?, le preguntamos.
– Por eso no digo nada y me las trago todas—repuso Paredes—.
Archivos del Poder
Yarrington… y los demás
Martín Moreno
EXCÉLSIOR
Al iniciarse su gobierno, el presidente Calderón pidió al Ejército hacer un diagnóstico sobre la situación en Tamaulipas. Días después, a su escritorio llegó el reporte resumido en una frase alarmante: “Fuera de control”. Era la herencia del gobernador priista Tomás Yarrington, hoy acusado en EU de recibir recursos económicos provenientes del narcotráfico y de lavado de dinero.
Tan sólo una propiedad adquirida por Yarrington le costó… ¡6.6 millones de dólares!, según la Fiscalía para el Distrito Sur de Texas. Mediante Twitter, el ex gobernador tamaulipeco negó haber sido detenido. De momento.
Lo cierto es que Tamaulipas —siempre gobernado por el PRI— fue dejado en manos del crimen organizado. Primero con Yarrington. Y luego con Eugenio Hernández.
En círculos militares se tiene conocimiento de un video donde aparece Hernández —otro de los hijos políticos de Elba Esther Gordillo—, cuando era gobernador, en compañía de Jaime González Durán, El Hummer, cofundador de Los Zetas, operador en Reynosa y detenido en 2008.
Aún más:
Al inicio de su gobierno, a Eugenio Hernández se le recomendó —luego del informe llegado al escritorio del Presidente de que Tamaulipas estaba “fuera de control”— el envío de soldados, marinos y fuerzas federales al estado, ante el peligroso avance del narcotráfico. “No”, fue su respuesta. Al final de su mandato (2010), rebasado por la criminalidad, no tuvo más remedio que aceptar el apoyo del Ejército.
Demasiado tarde. Tamaulipas ya era un gobierno fallido, sometido y controlado por el crimen organizado.
Los informes de la Fiscalía texana son contundentes:
“Yarrington recibió millones de dólares en pagos, mientras mantenía cargos de elección popular, de organizaciones de drogas de gran escala que operaban dentro del territorio de Tamaulipas y a través de varios esquemas de extorsión y sobornos.
“Al dejar sus cargos públicos en México, comenzó a invertir grandes sumas de dinero de estos fondos ilícitos en bienes raíces en Texas y México, utilizando testaferros específicos y entidades corporativas de negocios.”
Yarrington tiene derecho a defenderse. Pero primero que aclare de dónde salió el dinero para comprar una propiedad que costó alrededor de 80 millones de pesos. Una de tres: o recibió dinero ilícito o como gobernador hizo negocios redituables… o es un ahorrador fuera de serie. Que pase la receta.
¿Alguien metería, hoy, las manos al fuego por Yarrington? Nadie. Luis Videgaray, brazo derecho de Peña Nieto, se deslindó públicamente de su compañero de partido.
¿Alguien metería las manos, igualmente, por Arturo Montiel, quien con un sueldo mensual de 143 mil pesos como gobernador del Estado de México, pudo comprar, de entre muchas propiedades, dos en el conjunto residencial La Providencia, en Metepec, y un apartamento en París, que equivalen, juntos, a alrededor de 40 millones de pesos?
¿Alguien metería las manos, por ejemplo, por otro ex gobernador priista: Fidel Herrera, que entregó Veracruz al control de Los Zetas?
¿O alguien lo haría por Eugenio Hernández, que dejó Tamaulipas “fuera de control”?
“No es un asunto de creencias, es un asunto de evidencias…”, ha dicho Calderón.
“Al gobierno le exigimos que no haga de este tema un arma para minar la confianza en las autoridades electorales, socavar el proceso (electoral) o agredir a partidos o a candidatos…”, responde el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell.
El PRI, seguramente, acusará, ahora, a la Fiscalía texana, a Barack Obama, a demócratas y a republicanos, de hacerle “guerra sucia” al PRI, en víspera de la elección presidencial. Ataques políticos desde la Casa Blanca, dirán.
La evidencia del enriquecimiento brutal y desmedido de gobernadores priistas, ahí está. A la vista de todos. No la ve quien no le conviene.
Y no es “guerra sucia” contra el PRI.
Se llama enriquecimiento ilícito. Y punto.
ARCHIVOS CONFIDENCIALES
Mario Vallarta Cisneros —hermano de Israel, jefe de la banda de Los Zodiacos y cuñado de Florence Cassez— confirmó que la francesa participó en los secuestros ejecutados por la banda (Excélsior 22/V/2012). En su declaración ministerial, Mario asegura que Florence era la encargada de cuidar a los plagiados en casas de seguridad y ejercer presión sicológica sobre ellos, al amenazarlos con mutilarlos. Esta declaración empata con la de David Orozco, El Géminis, quien reveló que Cassez influyó en Israel para que no dijera a sus cómplices los montos de los rescates. En este caso, queda claro que una cosa fue la participación de Cassez en los secuestros de Los Zodiacos y otra, muy diferente, el montaje en torno a su detención. Hay que deslindar.
ESPINO. Allí está el informante estrella de don Julio en Calderón de cuerpo entero: Manuel Espino, y la ambición del poder. Congruencia y calidad moral. Vale.
Los extraños sueños y reproches de Felipe Calderón
Raúl Cremoux
CRÓNICA
En algunos momentos y, a manera de avanzada despedida, el presidente Calderón nos pide, como buen sueño o deseo lo recordemos como el primer gobernante en combatir el crimen organizado. No será el único motivo que tendremos para recordarlo, hay otros que nos pasarán por la memoria.
A manera de ejemplo: el aumento de casi 12 millones de pobres en tan solo cinco años; el desempleo que, como paradójico dato, será justo lo contrario a la promesa en campaña electoral que sería el mandatario que mejor promovería el empleo y, no menos meritorio en el recuerdo, estará la reprobable calidad en la educación nacional. ¿Recordaremos las decenas de miles de muertos que han ensangrentado su administración?
Otro de sus deseos, es que hablemos de él como alguien que supo dejar en materia económica un saldo favorable. Habrá quien reconozca ese desiderátum en la macro economía pero no será un reconocimiento para quienes se encuentren en pobreza alimentaria o para quienes la vida les resulta pesada y sin esperanza.
Pero no solo de sueños son sus últimos meses como gobernante; también se dan los reproches. Quizás el mayor sea el encaminado a tratar de señalar que en el Congreso hubo quienes favorecieron sus iniciativas y también quienes las obstaculizaron. Como ya lo han hecho, han sido los diputados quienes hablan con datos concretos de las decenas de reformas realizadas. Cierto, omiten hablar de lo no hecho, concretamente en materia fiscal y laboral. Bien podrían decir los diputados priistas que mientras el señor Calderón hacía de los años en que el PRI estuvo en el poder federal, un verdadero sermón en que hilaba una condena pública tras otra (recordemos su “cuarto Informe” en el Auditorio Nacional), también les pedía el voto para articular esas reformas. El mismo se boicoteaba pues resultaba imposible con ese anti cabildeo.
Otro de los reproches es uno especialmente contradictorio ya que tiene que ver con la violencia e inseguridad que vivimos. Les dice a los legisladores que no han terminado la reforma penal y su código correspondiente.
Recordemos. Hace cuatro años, diputados y senadores de todos los partidos, impulsaron y diseñaron 10 cambios sobre 130 artículos constitucionales para modificar casi el 10% del total de preceptos de la Constitución para llevar a cabo la reforma penal. Debido a que esto reviste gran complejidad, los legisladores se dieron un plazo de ocho años para instrumentar los cuatro pilares que la sostienen: las policías, sean municipales, estatales y federales; dos, las procuradurías; tres, los jueces y por último, el sistema penitenciario.
Hasta hoy, el avance es desacompasado. En la mayoría de los estados, apenas están en la planeación, en otros, marchan a pasos lentísimos y solo en algunos como Chiapas, Chihuahua y Edomex, han avanzado considerablemente.
En franco obstáculo a la reforma de las policías, todos recordamos como la entonces AFI, para demostrar su eficacia, realizó diversos escenarios televisivos entre los que destacan el de un entrenador futbolístico y el ahora célebre de Florence Cassez.
De la reforma de las procuradurías y su bajísima credibilidad, se han hecho mejoras pero han sido insuficientes. Véase el dato de que presuntos culpables a los que no se les ha probado nada, son actualmente 97 mil, en otras palabras, el 44% de los encarcelados y, en lugar de un año, como lo indica la Constitución, el promedio de espera es de 26 meses.
Entre los agentes del Ministerio Público, aún no se realizan los cambios esperados y los mal pagados defensores de oficio llegan a tener cerca de mil casos por año.
La oralidad en la nueva reforma penal, no lo es todo, es una de sus características ya que lo propuesto se cimienta sobre la negociación, por supuesto esto no se da para criminales, tratantes de personas, violadores o secuestradores sino para casos mucho más sencillos. La reforma propuesta debe caracterizarse por la inmediatez, juicios breves, con abogados de oficio mejor preparados y pagados. Además, se necesitan mucho más jueces para estar presentes en todos los juicios sin atenerse como dato fuerte y preponderante a lo que digan los MP.
Todo este nuevo sistema de justicia, está ahí, semi cojo, aletargado ya que no se ha entendido en su integridad lo que significa y para colmo de nuestra paciencia, porque falta comprensión de lo que sería esa verdadera revolución penal; finalmente y como siempre, falta voluntad política en su realización.
Del cuarto pilar, las prisiones, mejor volteemos la cara hacia otro lado.
Por todo esto, en los tiempos violentos e inseguros que vivimos, el actual sistema penal y de justicia está colapsado.
Procelosa ruta electoral
Juan José Huerta
CRÓNICA
El proceso para las elecciones del 1º de julio está entrando en un borrascoso camino, en el que los principales actores: candidatos y sus equipos de campaña, partidos y ciudadanos, deben poner especial cuidado para no originar provocaciones ni caer en ellas, para evitar a toda costa que se deteriore aún más el ya de tenso ambiente político y social de la república y que se desaten todavía más los demonios de la violencia.
La confrontación pacífica de las diferentes opciones partidarias debería de ser la esencia de la lucha electoral en curso y no la descalificación personal de los contendientes, como ha estado sucediendo. Si todos ellos aceptaron participar, en ese momento reconocieron la validez de cada candidatura y del mismo proceso electoral y sus resultados. Las alusiones personales y las expresiones de odio resultan fuera de lugar.
Desafortunadamente, un factor que debería ser elemento primordial para serenar los ánimos, el presidente Felipe Calderón, se ha anulado a sí mismo y más bien persiste en ser factor de división y en perder toda compostura democrática, en su desesperación por justificar sus fallidas políticas y, sobre todo, por tratar a toda costa de que la oposición a su gobierno no llegue al poder en las próximas elecciones. Los ciudadanos deben evaluar cuidadosamente los elementos distractores de la elección que emanan desde Los Pinos, o peor aún, con línea desde Estados Unidos, como bien señala Juan Manuel Asai en estas páginas (“La mano negra del Tío Sam”, La Crónica, 24may12).
Está claro que, ante los graves problemas por los que pasa nuestro país, inseguridad, desempleo, estancamiento económico, corrupción, que afectan muy en particular a la gran reserva de la juventud mexicana, que encuentra un presente desalentador y un futuro incierto, es muy natural que los jóvenes vean en esta etapa electoral la oportunidad de manifestar abiertamente sus anhelos, sus esperanzas y sus preferencias y rechazos por candidatos o partidos políticos; ese es precisamente el sentido de la democracia que van a ejercer con su voto el 1º de julio.
Sólo que… el interés de los candidatos por atraerse a los jóvenes no debe sobrepasar los límites de la competencia política para orillarlos a que caigan en las fobias personales o, peor, en conductas y provocaciones violentas o fuera de la ley, pues un ambiente así no conviene de ninguna manera al interés general, en una situación del país ya de por sí tensa con el clima presente de inseguridad y la latente amenaza al proceso electoral en “zonas difíciles”.
Tampoco conviene a la competencia democrática el que se haga tabla rasa de todo el pasado político de México, en particular el tildar de “predemocrático” todo el periodo priista anterior a “la alternancia” del año 2000.
En primer lugar, es obvio que la historia como fluir de acontecimientos no puede repetirse y, más importante, la historia política de México después de la Revolución Mexicana, con todas sus cimas y sus cumbres, ha sido por fortuna un continuo ascendente y esencialmente pacífico, resultado de la interacción de múltiples actores de todos los signos ideológicos y partidistas, y del cual tenemos que seguir buscando su desarrollo y perfeccionamiento en un ambiente de paz y libertad. Los mexicanos debemos nutrirnos de nuestra historia.
Resulta primario, o políticamente interesado, desconocerla, como hace Héctor Aguilar Camín con levantiscas suposiciones sobre los peligros de la “restauración” priista (¿Es posible la restauración?, Milenio, 18may12), o como es frecuente oír del propio Presidente de la República cuando achaca todas las fallas de su régimen a gobiernos pasados, sin reconocer ningún acierto.
Por cierto, el presidente Calderón es muy optimista: se congratula, con ese talante de chistorete que recientemente utiliza con frecuencia, de que las recientes manifestaciones juveniles no le critican a él, sino a “otros actores, pero ésa es una curiosidad”. ¿Qué no se da cuenta de que en las campañas electorales, e incluso entre los jóvenes manifestantes, hay una permanente crítica a las lamentables fallas de su gobierno, de que si muchos ciudadanos ya no salen a protestar contra él es porque ya sienten el alivio de que su administración está a punto de concluir?
Hay otras formas de descalificar a la democracia mexicana en su esencia, como un proceso manipulado totalmente por fuerzas oscuras. Así sucede con las reiteradas afirmaciones de Andrés Manuel López Obrador acerca del “grupo que realmente manda en el país”, “el grupo que se apoderó de todo y que impondrá presidente”. Pero resultan incongruentes, pues con ello no tiene ningún caso su participación en las elecciones, ya que todo está decidido de antemano y el proceso es una ficción.
Por supuesto, son muy diversos en su composición, sus objetivos y su poderío las organizaciones políticas, los grupos de interés o los poderes fácticos que buscan influir en las elecciones, pero la legislación electoral mexicana ha recorrido un largo trecho para neutralizar su influencia al máximo posible, lo que todos los participantes en la competencia tienen obligación de reconocer.
Las elecciones no deben de ser motivo de división entre los mexicanos; cada candidato, cada partido político que participa en las mismas, lo hace sobre bases legales y con programas y propuestas que, siendo diferentes entre sí, se están poniendo a consideración de los electores con los argumentos a su alcance como caminos alternativos a seguir para el país, de forma tal que sean los ciudadanos los que elijan por mayoría el programa o el candidato que mejor los convenza. Los que no sean elegidos tienen como obligación aceptar los resultados legalmente calificados y contribuir en la medida de lo posible al éxito de la nueva administración y del trabajo de los nuevos órganos políticos electos; no se valen las descalificaciones.
Claro, de ahí la importancia de que los candidatos, afinen sus propuestas para que, aún con las diferencias ideológicas y partidarias de cada caso, de manera general estén a tono con las necesidades y preferencias de la mayoría de los mexicanos, incluso aquellos que en alto porcentaje, como es previsible, no vayan a votar por diferentes razones, por protesta o por desidia. Hay asuntos de Estado que obviamente deben ser incorporados en cualquier programa de gobierno, un dinámico crecimiento económico y del empleo, una mayor igualdad social, el combate efectivo a la corrupción gubernamental, la transparencia y democracia sindicales, la lucha efectiva contra el crimen (por lo que resulta capciosa la pregunta de si se va a continuar esa lucha; ¡claro que sí, pero con una estrategia muy diferente!). Todos estos temas son parte del mismo nudo gordiano en que nuestro país se encuentra ahora, en esta delicada etapa electoral, con grave riesgo de ser Estado fallido.
Pero también hay otros asuntos de gobierno que, aunque sean apoyados por segmentos importantes, no cuentan con una mayoría calificada entre los mexicanos y no se apegan al régimen o a la tradición política de nuestro país, por lo que no vale la pena insistir en ellos o tratar de incorporarlos en programas de gobierno, dado el divisionismo que pueden causar en la sociedad mexicana. Uno de esos temas es la insistencia en una policía nacional o una gendarmería nacional, que choca frontalmente con nuestro régimen federal y que en su esencia lleva la ineficacia de las soluciones desde el centro a los problemas locales.
Otro tema indeseable para la mayoría es la privatización adicional de Petróleos Mexicanos, que algunos de los candidatos a la Presidencia toman como un espejismo, y colocan como el primer asunto de la reactivación económica del país; sin considerar que la estructura productiva de México tiene deficiencias muy importantes a las que hay que prestarles atención inmediata y no provocan tanta división. Sí, sanear a Pemex, mejor administrarlo y librarlo de la tremenda corrupción que padece son metas muy válidas, pero las cuales no requieren una mayor privatización de la paraestatal, objetivo que se arrastra desde hace muchos años, como refleja este pasaje de Federico Robles a Ixca Cienfuegos: “Le iba diciendo, Cienfuegos, que nuestra borrachera con el petróleo ya debe acabar. No poseemos las capacidades para conducir exploraciones permanentes y en gran escala. Poco a poco, disfrazadas pero seguras, las compañías extranjeras tendrán que regresar a darnos su saber técnico y su dinamismo. De lo contrario, tendremos que seguir un proceso de industrialización lento, frenado por el afán patriotero de gritar que el petróleo es nuestro” (Carlos Fuentes, La región más transparente, 1958).