El bajorrelieve de Xoc, escul­tura olmeca labrada hace tres mil años que fue sustraída ile­galmente del país entre 1969 y 1970, y localizada en Fran­cia en 2014, fue presentada ayer en el Museo Nacional de Antropología.

La pieza, de poco más de dos metros de altura, descu­bierta en 1928 en Ocosingo, Chiapas, regresó a México en 2015 y, a 47 años de su robo, el público podrá apreciarla durante diciembre y enero en el vestíbulo del museo y, pos­teriormente, se integrará a la Sala Culturas de la Costa del Golfo.

Durante la ceremonia, el director del recinto, Antonio Saborit, la arqueóloga Rebeca González Lauck y la abogada María Villarreal destacaron la importancia de exhibir la es­cultura sin restaurar, para que los visitantes observen los da­ños causados por la sierra uti­lizada al desprenderla de su sitio original y los golpes de cincel que sufrió en la parte posterior.

Villarreal, coordinadora Nacional de Asuntos Jurídicos del Instituto Nacional de An­tropología e Historia (INAH), detalló que este bajorrelie­ve es “la primera pieza que ha sido posible repatriar de Francia sin la intervención de un proceso judicial”.

Por este motivo, agregó, aún no hay certeza de cuán­do, cómo y quién la sustra­jo ilegalmente. “Al parecer, la escultura estaba en manos de un coleccionista particular en Francia, quien la tenía em­potrada en un muro. Cuando éste muere, sus hijos decidie­ron venderla a una casa de subastas, la cual se dio cuenta de que era robada y contactó a la Asociación de Amigos de México en Francia”.

A través de este organis­mo, las autoridades diplo­máticas en el país galo y la Interpol, el INAH hizo las ges­tiones para regresarla, lo que logró en diciembre de 2015.

Rebeca González especi­ficó, en entrevista posterior, que el bajorrelieve repre­senta una figura humana de pie con un turbante. “En este caso vemos claramente que es la figura de un señor, de un hombre, que está muy ri­camente ataviado. Eso indica que es de alta jerarquía. Tam­bién está en posición de mo­vimiento… Está cargando un escudo, un bulto, que no se representa cuando son per­sonas comunes y corrientes”.

Aclaró que es difícil inter­pretar la figura, debido a que los olmecas no dejaron una escritura como los mayas. “Sabemos que es olmeca, porque tiene símbolos co­munes a esta cultura: como una placa bucal donde salen colmillos, una U en la ceja y la banda basal del tocado posee una X, que se conoce como la cruz de San Andrés”.

La curadora de la Sala Cul­turas de la Costa del Golfo admitió que el mayor daño que se le causó al bajorrelie­ve fue sacarlo de su contexto. “Afortunadamente ya existía un estudio sistemático de la pieza hecho por la arqueólo­ga Susanna Ekholm. Ella hizo unas pequeñas excavaciones. Ahí recuperaron material ce­rámico que va del 350 a 700 años antes de Cristo. También se detectaron dos grupos ar­quitectónicos que están or­ganizados alrededor de dos plazas. Y una serie de casas habitacionales”.

Señaló que “ojalá el bajo­rrelieve de Xoc detone más investigaciones en el sitio de Ocosingo”.

Al respecto, Antonio Sa­borit explicó que “al des­prender un objeto del sitio, lo privamos de toda la infor­mación que el sitio le podía agregar y nos quedamos sólo con la cáscara, con la forma, y perdemos mucho de su contenido.

Es importante que el vi­sitante aprecie esto. Es vital todo lo que hagamos para di­vulgar el daño que se provoca con el tráfico ilícito del patri­monio. Sus cicatrices ahí es­tán, sus marcas ahí están. No podemos ignorarlo”, aseguró.

Así, lo primero que el pú­blico verá del bajorrelieve de Xoc será la estructura de hie­rro, ubicada en la parte pos­terior, construida para darle estabilidad y que no se des­membren los cuatro frag­mentos en que fue dividida al ser hurtada.

Villarreal concluyó que en este museo “poco o nada se habla del robo y el saqueo, por eso es importante tener una pieza que demuestre los daños causados por estas acciones.

Nos parece importantí­simo todas las gestiones que México hace y continuará ha­ciendo para recuperar nues­tro patrimonio. Éste es un ejemplo del trabajo que ha­cemos de manera coordina­da y sistemática”, indicó.