amlo

El asalto a la razón
AMLO vuelve a sembrar odios
Carlos Marín

Como si la voluntad expresada en las urnas y su medición por el IFE (que previamente avalaron el Instituto Politécnico y la Universidad Nacional) fueran un embuste, Andrés Manuel López Obrador cometió ayer la impudicia de responsabilizar a los dueños de Televisa y MILENIO de su patético fracaso.
Y lo hizo en una tramposa “conferencia de prensa”, en la que quizá unos 200 de sus porristas, esmerados en aplaudirle y aclamarlo, abucheaban cuanta pregunta periodística se le hacía.
Con alrededor de 16 millones de adictos a su causa, nadie tan poderoso como él ha sido tan repelente a la libertad de información y opinión, y ni los represores Gustavo Díaz Ordaz o Luis Echeverría osaron azuzar a multitudes contra periodistas.
En esa “conferencia”, Juan Pablo Becerra-Acosta, Adriana Esthela Flores y Joaquín Fuentes, entre muchos otros informadores, fueron agredidos verbalmente por sus lambiscones, mientras él guardaba ominoso y alcahuete silencio, y mientras… otra reportera de esta casa, Liliana Padilla, era despojada de su iPad por alguien disfrazado de #YoSoy132.

La historia en breve
Falló la encuesta MILENIO-GEA/ISA
Ciro Gómez Leyva

Editorialmente, no hay justificación que valga. Anunciamos el miércoles, luego de 100 días consecutivos de medición y publicación, que Enrique Peña Nieto superaría por 18 puntos a Andrés Manuel López Obrador. Peña Nieto le ganó por 6.5. Falló la encuesta de seguimiento diario MILENIO-GEA/ISA. Por eso, antes que nada, una disculpa a nuestros televidentes y lectores, leales compañeros en estos tres meses de emocionante travesía. Como empresa periodística fallamos en lo más valioso: la precisión informativa.
Ricardo de la Peña, director de ISA, responsable de hacer la encuesta, fue muy cuidadoso el último día que presentamos números. Mostró y explicó los márgenes. El mínimo de Peña Nieto era 44 por ciento; el máximo de López Obrador, 33. Aun así serían 11 puntos de distancia, estaríamos fuera del margen de error.
Cabe el análisis estadístico, sociológico, psicológico. Se puede decir que, de principio a fin, marcamos que había un puntero claro y que ese puntero ganó con claridad; que había y hubo un segundo lugar nítido y que fuimos perfectos en los seis puntos de diferencia entre López Obrador y Josefina Vázquez Mota. Pero lo cierto es que el ejercicio no salió bien, a pesar de haberlo hecho con la casa encuestadora que tuvo los mejores registros en los comicios presidenciales de 2000 y 2006. Un fuerte abrazo para Ricardo y los amigos de GEA/ISA. Un reconocimiento a su disciplina, ética, capacidad de trabajo y honestidad intelectual.
Nosotros, por lo pronto, nos retiramos de las encuestas electorales. Y en la circunstancia que sea, ante quien sea, incluso frente a los que nos difaman e insultan, aceptaremos que esta vez fallamos.

En Privado
No se puede ganar todo
Joaquín López-Dóriga

Un candidato que no gana
tira siempre al monte. Florestán
Las encuestas previas a la elección presidencial daban una ventaja al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, de 12 a 15 puntos promedio sobre el segundo lugar, Andrés Manuel López Obrador.
El conteo rápido del IFE dado a conocer por su presidente, Leonardo Valdés, el domingo por la noche, arrojó este resultado: Peña Nieto 40.3, López Obrador 31.8, una diferencia de 8.5 a favor del priista.
Anoche, al cierre de PREP, la ventaja quedó en 6.51 puntos, 3 millones 192 mil 281 votos a favor de Peña Nieto, superior a la que tuvo Vicente Fox en 2000 y no se diga si se compara con el .56 de Felipe Calderón en 2006.
Los especialistas habrán de sentarse a analizar por qué, salvo alguna excepción, las encuestas dieron holgadas ventajas de hasta 20 puntos al candidato del PRI, que no se acreditaron en los hechos el día de la elección.
Mientras se llega a eso, hay que apuntar un factor que reitera la decisión mayoritaria del pueblo de México a que un partido, en este caso el PRI, como en 2000 y en 2006 el PAN, tenga todo. Me refiero al Congreso. El holgado triunfo del candidato del PRI no dio para la mayoría absoluta en el Senado y en la Cámara de Diputados, donde habiendo alcanzado la primera minoría, se quedó a la orilla de la absoluta que era lo que buscaban, lo que llevará a Peña Nieto, como presidente de la República, a construir acuerdos en busca de las reformas aplazadas, lo que no pudo hacer Ernesto Zedillo en la segunda mitad de su gobierno, ni Fox y Calderón en las suyas.
En medio de todo esto, López Obrador confirmó ayer que impugnará el proceso electoral y que pedirá su anulación por inequitativo y porque los priistas se robaron la elección, lo que anuncia un largo conflicto poselectoral que terminará como todos los suyos, en el Zócalo.
A sus tiempos, claro.
RETALES
1. EXPULSIÓN. Gustavo Madero, presidente del PAN, reconoció que hay peticiones para que Vicente Fox sea expulsado del partido por la causa, gravísima, de haber apoyado y promovido el voto a favor del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto. ¡Ah! Y que él se mantendrá en esa dirigencia nacional;
2. ANGUSTIA. Pero no hay preocupación: en el vuelo 435 de Air France, el domingo por la noche, Vicente Fox, con su esposa Marta, ocuparon sus plazas en primera clase rumbo a París. En el mismo vuelo coincidió con otro ex presidente, Ernesto Zedillo, que fue quien reconoció y avaló el triunfo foxista en las elecciones de 2000. Y de refuerzo, el obispo Onésimo Cepeda. Coparon la parte delantera del avión; y
3. PUEBLA. En Puebla, Javier Lozano le ganó la elección a Manuel Bartlett, pero el ex gobernador llegará al Senado porque lo anotaron por las dos vías.
Nos vemos mañana, pero en privado.

Día con día
1 de julio: un buen día
Héctor Aguilar Camín

Empecemos por las equivocaciones.
Se equivocaron las encuestadoras dominantes y quienes tomamos sus resultados como guías de lo que pasaría en la elección.
Atinaron las encuestadoras que se salieron entre 10 y 7 puntos del promedio dominante y parecieron en su momento outliers, aberraciones: María de las Heras, Grupo Reforma, Ana María Covarrubias, Edmundo Berumen.
Nos equivocamos quienes, siguiendo las encuestas, vimos la elección como un proceso definido por amplios márgenes. Fue una elección competida.
Nos equivocamos también quienes pensamos que el gobierno de Felipe Calderón trataría de influir en la elección poniendo en marcha la “otra campaña”.
Nos equivocamos, finalmente, quienes pensamos que el IFE había quedado herido de muerte en su credibilidad y en su eficacia para resolver las elecciones de 2012.
Había muy buenas razones para equivocarse en todo eso. Había que ir muy en contra de los indicios de la realidad para no hacer caso a las encuestas mayores, a la pasión antipriista del presidente Calderón y a la manipulación política a que fue sometido el IFE después de 2008.
La realidad de la jornada electoral desmintió todos y cada uno de esos indicios. Para bien.
Produjo un reparto del poder más equilibrado del previsto, impuso una trascendente normalidad al proceso, tuvo un desenlace claro, no desafiado ese día por ninguno de los contendientes, aceptado oportunamente por la candidata del partido en el poder, y por el presidente en funciones, del mismo partido.
Nos mostró a un IFE que hizo parecer rutina lo que fue en realidad la gigantesca organización de un millón de ciudadanos que reciben, cuentan y vigilan los votos.
Lo que pareció una rivalidad que envenenaría el proceso, la de un presidente panista perdedor contra un candidato priista ganador, culminó en un ofrecimiento mutuo de colaboración que podría hacer productivo el interregno de la transmisión del poder, esos largos 5 meses que en nuestra historia reciente han sido improductivos o catastróficos.
Nos equivocamos también quienes hablamos de que López Obrador podría desarrollar una estrategia para reventar el día de la elección. No la desarrolló.
Pero, a juzgar por sus declaraciones del lunes, calificando la elección como “una vergüenza nacional”, no nos equivocamos pensando que podía desatar un conflicto poselectoral.
Veremos si es así en los días que vienen. Por lo pronto, hay que decir que el domingo 1 julio de 2012 fue un buen día.

Trascendió
Trascendió

Que una gran sorpresa se llevó el casi centenar de reporteros, corresponsales y enviados de medios internacionales al llegar al salón del hotel Hilton del Centro Histórico donde Andrés Manuel López Obrador citó ayer a conferencia de prensa.
Dentro del salón se encontraban ya alrededor de 200 seguidores y colaboradores del candidato presidencial de las izquierdas, quienes se encargaron de vitorear las expresiones de su líder y, ante las preguntas incómodas, abucheaban a los reporteros.
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Que dentro del análisis poselectoral que se comienza a hacer entre el círculo cercano de Josefina Vázquez Mota, se asegura que los votos alcanzados por el PAN se deben casi ciento por ciento al trabajo de la propia candidata.
Y es que, aseguran, el abandono en el que se dejó a Vázquez Mota por parte de diversos sectores partidistas a lo largo de la campaña será un tema de análisis obligado en los próximos meses.
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Que un día después de la elección, en la residencia oficial de Los Pinos había un ambiente hasta fúnebre. La puerta principal lució solitaria y en oficinas y pasillos había caras largas y de tristeza.
Incluso, por la mañana corrió el rumor de que el dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero, visitaría al presidente Felipe Calderón, hecho que no ocurrió.
El mandatario, por cierto, estuvo pendiente todo el tiempo de su esposa, Margarita Zavala, quien fue operada nuevamente del desgarre en la retina del ojo derecho.
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Que los consejeros del IFE se fueron a descansar después de la jornada electoral bastante satisfechos.
A lo largo del domingo se les veía recorrer los pasillos sonriendo, haciendo bromas y tomándose fotos con todos los invitados a la sede del instituto al estilo rock star, debido a su convicción de que la jornada electoral fue todo un éxito.
Habrá que verlos cuando comiencen a llegar las impugnaciones.
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Que en el triunfo de los candidatos a gobernador del Movimiento Progresista, Graco Ramírez, en Morelos, y Arturo Núñez, en Tabasco, el PRI no es ajeno, porque en ambos estados la selección de candidato provocó cismas y amagos de ruptura.
En apariencia, esas amenazas de escisión interna en el PRI fueron resueltas a la hora de elegir candidatos, pero cuentan que un grupo de priistas inconformes apoyó cuanto pudo al triunfo de los candidatos de las izquierdas en las dos entidades.
Divide y vencerás.

Política cero
Más allá del PREP y del mal
Jairo Calixto Albarrán

Mientras AMLOve Sky Walker aflojado en terracería se prepara para acabar con la Estrella de la Muerte donde solo Dorian Gel Vader rifa, y los cheebaccas morenos y los 132 ewoks de la profecía esperada luchan contra el Imperio del PRIcámbrico temprano, dudas superiores acosan el alma de nuestros compatriotas que están más allá del PREP y del mal: ¿la izquierda mexicana dilapidará su capital político en chuchineros, lo invertirá en Cetes o lo utilizará para darle a los choznos de don Plutarco una cucharada de su propio chocolate contundente e inobjetable con lo de sus reformas estructurales? ¿El Nini Verde, en caso de ser ungido senador, reorganizará sus sesiones de party animal en Cancún con búlgaras vulgares? En un recurso inesperado de último momento, ¿Manuel Bartlett, encarnado en el Boba Fett pipope, alegará que le tiraron el sistema nomás para desprestigiarle su lucha por una senaduría poblana? Ante la manera tan ceremoniosa con la que Calderón se refirió al virtual winner, ¿es probable que, con la escandalosa derrota de la Chepina, ande buscando la titularidad sith de la PGR? ¿Cuánto aguantarán Los Chuchos estas guerras de los clones, en qué momento serán atraídos por las fuerzas oscuras del michoacanazo?
Grandes dudas existenciales se recrudecen cuando desde el extranjero no comprenden la mexicana alegría comicial y los candienses anuncian el retorno de la “dictadura perfecta” como si no nos hubieran hecho suficiente daño con la imposición de su tortuoso visado. Y los alemanes en el Der Spiegel no buscan quién se las hizo en la Eurocopa sino quién se las pague, por eso arrojan su sospechosismo teutón sobre nuestra democracia ejemplar.
Digo, qué bueno que los españoles están eufóricos por el triunfo de su selección panbolera y que no pueden criticarnos después de que Rajoy prepara ya su Fobaproa.
Pero como quiera que sea, el retorno del PRI no nos debería asustar, sobre todo porque realmente nunca se fue. Antes al contrario, no suena nada mal recuperar ciertas bonitas tradiciones como la de las fastuosas celebraciones del Primero de Mayo, el Informe presidencial y el Día de la Bandera, pero en versiones posmodernas en 3D y sound track de Julio Preciado y Alejandro Fernández. Ya nos prometieron que, a diferencia de la gran noche panista, aquí sí van a salpicar, aunque sea tantito.
¡Que el Monex te acompañe!

Interludio
¿Tan difícil es salir y decir que no gané?
Román Revueltas Retes

¿Admitir —o no— la realidad de las cosas cambia, justamente, las cosas? ¿Rechazar las evidencias te lleva a que dejen de ser evidentes? ¿No aceptar un hecho transforma la esencia de ese mismo hecho?
Estas preguntas se refieren, todas ellas, al proceso de aceptación. Estamos hablando de un mecanismo aprendido en algún momento de la vida en el que, confrontado el individuo a un mundo exterior de acontecimientos incontrolables, se tiene que adaptar a las circunstancias, de manera tan forzosa como inevitable, para poder seguir tramitando con eficacia las adversidades de la existencia.
Sabemos del mocoso berrinchudo que, al perder, avienta el tablero del juego y deja furiosamente la mesa donde, momentos antes, se divertía con sus amiguitos.
Los niños pequeños son, en ese sentido, unos auténticos tiranos que responden con una rabieta devastadora a la más mínima dosis de frustración, seres demandantes que reclaman iracundamente su comida y personajitos cuyas exigencias deben ser satisfechas en el momento mismo en que son expresadas, sin demora alguna posible.
Curiosamente, en el perfil del tiranuelo adulto persisten estos rasgos de la infancia temprana: el caudillo exhibe la incapacidad permanente de acomodarse a las voluntades ajenas, una raquítica disposición a aceptar la adversidad y, a partir de la imagen sobrevalorada que tiene de él mismo y de los derechos especiales que se arroga, una crónica resistencia a reconocer a los demás como iguales, a otorgarles la condición de verdaderos interlocutores y a concederles los mismos derechos.
De ahí que el primer movimiento de su estrategia sea la descalificación absoluta del otro para despojarlo de cualquier legitimidad y, entonces, negarle las prerrogativas que hubiera podido merecer en algún momento. ¿Qué derechos puede reclamar, por ejemplo, un “espurio”?
Anteayer, todos los ciudadanos de este país fuimos informados de unos resultados electorales incuestionables. ¿Tan difícil es, para uno de los contendientes, salir a la calle y reconocerlos?

Juegos de Poder
¿Qué va a hacer López Obrador con sus 15 millones de votos?
Leo Zuckermann
EXCÉLSIOR

Rijoso o amoroso, radical o centrista, siempre polémico, López Obrador volvió a sacar en 2012 los mismos votos que en 2006. Hace seis años obtuvo 14.8 millones. Este año, con 97% del PREP, suma 15.4 millones. Interesante la similitud de las cifras. Eso es lo que vale López Obrador: 15 millones de votos.
Los obtuvo en 2006 después de una campaña muy intensa que comenzó desde el primer día como jefe de Gobierno del DF en 2000. Luego, cuando perdió la elección presidencial de 2006 por un margen estrecho de 0.56%, se radicalizó. Gracias a esto, consolidó su base de izquierda, pero perdió a muchos de sus seguidores centristas. Vino un largo peregrinar por todos los municipios para formar su propio movimiento político: Morena. Una vez que capturó de nuevo la candidatura presidencial de los partidos de izquierda, realizó una especie de Camino a Damasco: dejó a un lado su discurso provocador para predicar la República Amorosa. Este nuevo corrimiento hacia el centro del espectro político le sirvió para recuperar a los votantes más moderados que lo habían abandonado. Y después de esta larguísima historia de seis años, ¿qué logró? Los mismos 15 millones de votos. Es un piso que, me parece, también es techo. Con esos casi gana en 2006. En 2012, sin embargo, se quedó muy rezagado, a tres millones de Peña.
La izquierda nacional, que hoy todavía domina López Obrador, tendrá que tomar una decisión a futuro: si vuelve a nominar al tabasqueño en 2018 como su candidato presidencial o si finalmente refresca la baraja. Lo primero le aseguraría 15 millones de votos que no están mal, pero con pocas posibilidades de llevarse la Presidencia. Lo segundo —poner a un nuevo candidato— resultaría más arriesgado pero, como es el caso en el mundo de las finanzas, el rendimiento podría ser mayor o menor en función de un riesgo más elevado. Finalmente podría hacerse realidad el objetivo de ganar la Presidencia, con otro candidato que sí pueda obtener más de 15 millones de votos, pero también se expondrían a tener menos sufragios de los que se aseguran con AMLO en la boleta.
Le corresponderá a la izquierda decidirlo. Quince millones de votos no son nada despreciables, por lo que López Obrador, como Cuauhtémoc Cárdenas, bien podría volver a participar en una elección presidencial por tercera vez en 2018.
Ahora bien, el otro tema es qué harán AMLO y la izquierda con la fuerza electoral que obtuvieron el domingo. En 2006, gracias a la radicalización, acabaron por fortalecer a un PRI que había quedado en tercer lugar. Y es que el gobierno panista de Calderón no tuvo otra opción más que negociar con los priistas, quienes le vendieron caro su amor. Tan caro que lograron alzarse con la victoria seis años después.
Ayer López Obrador ya desconoció los resultados de la elección de 2012. Alegó que estuvo plagada de irregularidades. Que no sólo fue inequitativa —por una presunta compra de votos y apoyo de los medios a Peña—, sino por fraudes “a la antigüita” en las casillas y electrónico en el PREP. No mostró ni una prueba, aunque dijo que las presentaría a las autoridades competentes. Está en su derecho.
Sin embargo, él piensa que es el ganador de la elección si se anulan los votos que él considera fraudulentos. Espera que el IFE y el Tribunal Electoral corrijan las irregularidades para aceptar el resultado, siempre y cuando gane. Por el momento ha evitado hablar de movilizaciones pero dejó abierta esta posibilidad en la medida en que las instituciones no actúen como él quiere. Es la misma estrategia de 2006, la de semilealtad con las instituciones: utilizarlas cuando le convienen y rechazarlas cuando no. Por eso AMLO es el personaje más predecible de la política mexicana. Aunque haya firmado mil 500 pactos asegurando que respetaría el resultado de la elección, ya sabíamos que no lo haría: porque, por definición, un líder semileal a las instituciones nunca pierde, siempre le roban.
Quince millones de mexicanos lo apoyan. Es una fuerza electoral considerable. Fuerza que le permitirá mantenerse vivo otro sexenio. Fuerza que a lo mejor vuelve a desperdiciar para sacar adelante una agenda de izquierda al dejarle el camino al PAN, que ahora quedó en tercer lugar, como la única fuerza con la que el próximo Presidente podrá negociar.

Ventana
Triple play
José Cárdenas
EXCÉLSIOR

La “jugada” resultó casi perfecta. Nadie tiró la bola… todos los lanzamientos fueron precisos… y se cantaron los tres outs.
Esta vez, la expresión anglófona no se refiere a la jugada del beisbol con la cual sueñan todos los mánagers cuando van abajo en la pizarra.
Se refiere a la jugada táctica orquestada desde Los Pinos para darle la anhelada tranquilidad postelectoral al país.
La primera parte de la estrategia fue decidida cuando a fines de la semana pasada el presidente consejero del IFE, Leonardo Valdés Zurita, visitó al presidente Felipe Calderón en la residencia oficial. Ahí se tomó la decisión  de que el Ejecutivo validaría el proceso electoral, más que el resultado, y no madrugaría con un anuncio al estilo de Ernesto Zedillo, quien, por cierto, estaba en México y salió del país, precisamente la noche del domingo (viajó a París en el mismo vuelo con Vicente Fox, Martita… y el impresentable “cura” Onésimo Cepeda).
El segundo revire —a la segunda base— era el reconocimiento de Josefina Vázquez Mota en torno de su falta de votos, lo cual tampoco era validar a quien iba arriba. Ella simplemente debía reconocer sus desfavorables tendencias, no las que favorecen a alguien más. Tragarse el “sapo” de la catástrofe electoral… sin hacer (tantos) gestos.
Esa actitud orillaría en automático a Gabriel Quadri a más de lo mismo. Finalmente la farsa del candidato “liberal” le funcionó a la “abeja reina” para mantener el registro de su costoso “panal”.
El último lanzamiento para lograr el tercer ponche sería que Felipe Calderón hablara a la nación inmediatamente después del consejero presidente del IFE. De ese modo el jefe de Estado confirmaba, pero no invadía el terreno del protagonista principal (aunque haya sido un exceso presidencial reconocer los méritos de “su” candidata en un mensaje de Estado).
La “jugada” resultó casi perfecta. Nadie tiró la bola… todos los lanzamientos fueron precisos… y se cantaron los tres outs. Si usted no sabe mucho de beisbol, no se apure. Yo tampoco.
Pero quien sí sabe, y mucho, es Andrés Manuel, quien se quedó, como decían los cronistas de antes, con la “carabina” al hombro. El destino lo alcanzó. El tiempo se le acabó. Por eso no anunció su temido desconocimiento de las instituciones electorales, sino otro turno al bat para mañana miércoles… cuando se revelen los resultados de la jornada electoral.
–“No descalifico, pero no está dicha la última palabra… Vamos a esperar (…) El miércoles próximo se tiene que revisar todas las actas y conocer los resultados”, dijo.
Pero el tercer out ya cayó… y el “partido” terminó.
… y la multitud aclama a Peña Nieto, el nuevo rostro de la victoria… antes, él y su “novena” habían anotado la última carrera: “Asumo con emoción, con gran compromiso y plena responsabilidad, el mandato que los mexicanos me han conferido”.
De la mano de Peña, el PRI regresa —todo indica que con mayoría en el Congreso—…, el pueblo lo ha perdonado. Total, el juego fue legal… pero pudo haberse suspendido por lluvia.
MONJE LOCO: –¿…y quiénes son los “hombres del Presidente”? Luis Videgeray (coordinador de la campaña); Miguel Ángel Osorio Chong (coordinador de estrategia); Erwin Lino (secretario particular); Ildefonso Guajardo (vínculo con empresarios); Ernesto de Lucas (operador político); David López (vocero de la campaña).  Por cierto, ayer se inició la sucesión para 2018…

Frentes Políticos
Frentes Políticos
EXCÉLSIOR

I. Nuevos lazos. El presidente de EU, Barack Obama, mostró que es un buen vecino, luego del resultado parcial de la elección en México. Telefoneó a Enrique Peña Nieto para felicitarlo por su triunfo. La Casa Blanca señaló que envió felicitaciones al candidato del PRI y al pueblo mexicano, “por haber demostrado su compromiso en un proceso electoral libre, justo y transparente”. Después de su conversación, ambos reafirmaron la estrecha colaboración bilateral basada en el respeto mutuo, responsabilidad compartida y los profundos lazos que unen a los dos países. El visto bueno está otorgado.
II. Enrique Peña Nieto, el virtual Presidente electo, pidió al candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, “respeto y civilidad” ante la decisión de los mexicanos en las urnas. Leonardo Valdés Zurita, consejero presidente del IFE, confió en que no haya un conflicto poselectoral fuera de los cauces legales en México, pero consideró que la posición de la izquierda “se ajusta a derecho”. “Todavía falta un trecho”, admitió Valdés, luego de señalar que el proceso de calificación y, por ende,  del resultado final, es largo”. La mesa está puesta. Dato electoral: el DF fue la tercera entidad que más votos dio a Peña Nieto.
III. Otra vez arroz. Andrés Manuel López Obrador compareció ayer ante los medios, acompañado de sus porristas, para anunciar lo que ya todoel mundo esperaba: que impugnará las elecciones del pasado domingo por el enorme cúmulo de irregularidades que se cometieron durante la jornada electoral; que hubo compra de votos a raudales, que los organismos electorales están al servicio de las mafias, que los medios de comunicación y Felipe Calderón urdieron el fraude, que el PRI se gastó cinco mil millones de pesos y, claro, que a Chuchita la bolsearon. ¿Las pruebas? Qué más da. Todo a su momento. Todavía esperamos las de 2006.
IV. El presidente Felipe Calderón afirmó que en la democracia “se gana y se pierde por el voto ciudadano” y reiteró que “no hay victoria permanente ni derrotas para siempre”. El mandatario subió a Twitter un mensaje en el que retomó algunos aspectos del discurso que pronunció el domingo, en el que felicitó a Enrique Peña Nieto, candidato de la coalición Compromiso por México, por su victoria en los comicios, y subrayó que el pueblo lo decidió en las urnas, lo “que todos debemos respetar”. Por la red social, informó, además, que su esposa, Margarita Zavala, fue intervenida quirúrgicamente, de nueva cuenta, en el ojo derecho, tras una recaída. Que tenga pronta recuperación.
V. Conforme avanzó el PREP se confirmaron varios triunfos históricos de los perredistas. Graco Ramírez en Morelos, Arturo Núñez en Tabasco y Miguel Ángel Mancera en el DF. Además, la primera gubernatura para el Partido Verde, con Manuel Velasco, de 32 años, la de Chiapas, que ocupó su abuelo. Y los triunfos de los priistas Aristóteles Sandoval en Jalisco y Rolando Zapata Bello en Yucatán, mientras que el panista Miguel Márquez Márquez retuvo Guanajuato. Muchos movimientos. La democracia tuvo mucho trabajo. Y se la cobró a quienes se la debían.
VI. Otra historia de la terrible Sinaloa Malova. El asesor de la Dirección de Eventos Deportivos de la UAS, Jesús Alfredo Cuén Ojeda, fue asesinado a balazos a unos metros de donde su hermano, Héctor Melesio Cuén, ex candidato del Panal al Senado, desayunaba con colaboradores. El procurador de Justicia estatal, Marco Antonio Higuera Gómez, y el presidente municipal de Culiacán, Aarón Rivas Loaiza, llegaron a la escena del crimen. Pero, como siempre, para nada. ¿Los asesinos? Libres. ¿Podría ser de otra manera en tierra de Mario López Valdez?

Razones
Otra generación requiere otra política
Jorge Fernández Menéndez
EXCÉLSIOR

Los del domingo fueron los votos del cambio, no sólo al analizar la elección presidencial: si nos vamos a los estados tenemos varias constantes. Cambios generacionales que van de la mano con alternancia política y también con la exclusión de los extremos. Si el voto por Miguel Mancera casi duplicó porcentualmente al de Andrés Manuel López Obrador, en el terreno del PRD, ese mismo partido se vio beneficiado por dos candidatos moderados y con sentido político, como Graco Ramírez, que ganó Morelos, y Arturo Núñez, al que por fin, luego de muchos intentos a lo largo de su vida política, se le hará gobernar Tabasco.
En el otro extremo, dos gobernadores de la línea política más extrema del PAN, Marco Antonio Adame en Morelos y, sobre todo, Emilio González Márquez en Jalisco, perdieron sus estados y quedaron en un muy lejano tercer lugar que trasciende, y en parte explica, el mal desempeño del panismo: El Yunque perdió casi todas sus posiciones, y a punto estuvo de perder incluso Guanajuato (aunque sí perdió un bastión, León). La gente quiere, reclama, en todos los partidos, un cambio, pero también en forma casi generalizada está privilegiando un cambio con estabilidad.
En el PRI ese cambio está literalmente en las manos de Peña Nieto. El virtual Presidente electo sabe que su partido requiere apertura y un cambio generacional: nada dañó más su candidatura que los personajes que están, de una u otra manera, siempre identificados con un paso no siempre presentable o justificable. Nada la benefició más que presentar cartas nuevas.
Los más de 60 puntos de Manuel Velasco Coello en Chiapas se contraponen con los resultados en el DF, donde una mujer con una carrera larga y respetable, pero que representa el pasado, como Beatriz Paredes, obtuvo apenas un tercio de los votos que consiguió un Miguel Mancera que refleja esa nueva generación de políticos que ganó esta elección.
Eso explica que el PRI, en un estado como Tamaulipas, donde su gobernador Egidio Torre está librando una lucha notable contra la delincuencia organizada mientras limpia la estructura de gobierno estatal, al llevar a un personaje que evoca como pocos lo peor del pasado, el ex gobernador Manuel Cavazos, haya perdido la senaduría. O que en Veracruz Javier Duarte haya ganado en una pelea cerradísima con el PAN.
Peña Nieto tiene una enorme oportunidad: la que dan los votos y la legitimidad para operar ese cambio. Puede y debe recurrir a la experiencia pero el centro de su equipo político debe reflejar ese cambio que se tiene que mostrar, también, en su partido, en el PRI.
En el PRD, López Obrador no puede reflejar ese cambio generacional. Una vez más, Andrés Manuel perdió una enorme oportunidad la noche del domingo de mostrar otra cara y reconocer lo que era inocultable: que había perdido las elecciones por un margen que en el mejor de los casos alcanza los seis puntos, o sea más de tres millones de votos de diferencia con Peña Nieto.
Escatimar el reconocimiento al mismo tiempo que se proclaman, con toda justicia y con los mismos conteos rápidos, los triunfos en el Distrito Federal, Morelos y Tabasco, es un acto de mezquindad política. López Obrador hizo una muy buena campaña y llegó a duplicar, con sus aciertos y los errores de sus adversarios, sobre todo del PAN, sus expectativas de voto entre diciembre y el primero de julio. Pero también volvió a demostrar que tiene un techo electoral que no puede superar, lo que sí pueden hacer hombres como Mancera o Marcelo Ebrard.
En el PAN, insistimos, la tarea será refundar en los hechos el partido. El PAN triunfa cuando se muestra unido, congruente, más liberal que extremadamente conservador, cuando apuesta a la apertura y no a la cerrazón.
Desde hace años, el panismo ha jugado exactamente a lo contrario: a la sectarización, a ser en ocasiones demasiado conservador, en otras a abandonar principios en aras del pragmatismo, a abandonar su agenda liberal (que no es nueva, es la que marcó en sus inicios Manuel Gómez Morin) y vivir de intereses de grupo que lo dividen. Los ajustes de cuentas y la búsqueda de un culpable de la abrumadora derrota del domingo estarán a la orden del día en el blanquiazul.
Sólo tendrían que recordar que en 2006 el PRI hizo una elección incluso peor que la del PAN este domingo. Y que seis años después logró regresar a Los Pinos. En las últimas semanas de campaña, con aciertos y errores, y en el pronunciamiento de Josefina Vázquez Mota el domingo, el PAN podría encontrar las claves para decidir su futuro.
La pregunta es si podrá hacerlo sin una ruptura profunda, que balcanice a ese partido.
Vienen tiempos de cambios, de la búsqueda de refrendar en ese cambio la estabilidad, pero también de confirmar que una nueva generación llegó al poder, y a la oposición, el pasado domingo.

Arsenal
Déjà vu
Francisco Garfias
EXCÉLSIOR

Lo adelantaba Pablo Gómez al terminar la sesión del Consejo General del IFE. “La lucha política no se va a terminar. Se va a poner aún más dura”, nos dijo el senador del PRD.
Eran casi las diez de la noche del domingo. Las encuestas de salida daban triunfador a Peña Nieto en la elección presidencial. Sebastián Lerdo de Tejada, representante del PRI ante el IFE, acababa de llamar a la unidad nacional, durante su intervención en el Consejo.
Eso irritó a Gómez. “Estos cuates creen que estamos en la década de los 50”, criticó el experimentado parlamentario.
El tono de Pablo era reflejo de la frustración de la izquierda y de las tentaciones que nos acechan.
López Obrador no tardó en dar color. No cree ni confía en las instituciones. Le resulta fácil desconocer la palabra empeñada. No sabe perder.
A media noche, tres horas después de que Josefina reconociera su derrota, declaró: “No está dicha la última palabra”.
La tarde de ayer destapó su juego. No reconoce el triunfo del priista. Lo va a impugnar. Ya no estaban allí ni Cuauhtémoc Cárdenas ni Marcelo Ebrard ni Juan Ramón de la Fuente.
El Peje dio rienda suelta al Peje. ¿Pacto de Civilidad? ¡Ajá! La salida fue fácil. “No suscribí ese convenio para cancelar mis derechos como ciudadano y acudir a las instancias correspondientes”, justificó, entre rabiosos aplausos de sus seguidores.
Déjà vu
El de ayer, en el Hilton Alameda, fue un mitin-conferencia de prensa. A Andrés no le faltaron palabras para descalificar la elección. “Fue demasiado sucia”, dijo.
“El candidato del PRI usó dinero a raudales en la compra del voto y que fue patrocinado, en exclusiva, por los medios de comunicación.” (Milenio y Televisa recibieron mención especial).
Va a acudir a todas las instancias y a presentar las pruebas. Llamó a sus seguidores a recabarlas. ¿Será porque no las tiene?
“La elección estuvo plagada de irregularidades antes, durante y después del proceso. La actitud de Felipe Calderón (quien reconoció el triunfo del priista) es una prueba más”.
El Peje se coló hasta la cocina. A los millones que votaron por Peña Nieto “y que no padecen pobreza” los acusó de apostar por un “sistema de corrupción”.
“Es muy duro lo que digo, pero es la realidad”, recalcó.
A sus seguidores los convocó a “no bajar la guardia” (¿será pelea o elección?). Dejó claro que él no va a sofocar la inconformidad. “La responsabilidad institucional recae en el IFE y en el Trife. Son ellos los que tienen que dar la cara”, recalcó.
Permitió, complaciente, que lo que supuestamente era una rueda de prensa se transformara en un mitin. Los reporteros preguntaron bajo presión de los pejefans.
Uno de ellos, el último que habló, se dio incluso el lujo de acusar a los reporteros de seguir órdenes.
“Les pregunto: ¿Van a volver a hacer la misma porquería que hace seis años? Si lo van a hacer, avísennos para tomar otras medidas y no volverlos a ver jamás.”
López Obrador se cuidó, eso sí, de no llamar a la movilización. No puede darse el lujo de dilapidar el respetable capital político recuperado.
Ayer nos enteramos que los candidatos de la Coalición Movimiento Progresista ganan los dos senadores en seis entidades: DF, Guerrero, Morelos Oaxaca, Tabasco, y Tlaxcala.
Se llevan las gubernaturas de Tabasco, con el buen Arturo Núñez, y Morelos, con Graco Ramírez. Además, obvio, de la Jefatura de Gobierno capitalino, con Miguel Mancera. Acapulco y Cuernavaca serán gobernadas también por la coalición de izquierda. Y eso sin contar que serán la segunda fuerza en la Cámara de Diputados.
La moderación fue clave en la recuperación de la izquierda. Ni a los gobernadores ni a los alcaldes electos, sean del PRD, el PT o Movimiento Ciudadano, les conviene la polarización. “Ellos van a ser contrapeso a cualquier tentación de prolongar el conflicto electoral”, nos dijo una fuente cercana al equipo de Andrés.
Otro perredista, Fernando Belaunzarán, ex ceuista, no imagina a Andrés Manuel convocando a un conflicto poselectoral. “Habrá marchas, críticas a la falta de equidad y prácticas con la compra de votos, pero no dilapidará el capital político”, aseguró.
Ojalá no se equivoque.
A las 18:44 del domingo recibimos la llamada de la casa de campaña de Josefina. Era la invitación a la conferencia que daría Josefina para reconocer que las tendencias no le favorecieron. Del otro lado de la línea, la voz reflejaba impotencia, coraje, frustración por el hielo amigo. “Le aplicaron las tres erres: ni recursos ni respaldo ni reconocimiento. Por ella no quedó…”, nos dijo. Mal, ¿no?
Enrique Peña Nieto ya opera con los gobernadores. Sabemos que le llamó al zacatecano Miguel Alonso para darle las gracias. Y es que, después de dos sexenios, esa entidad vuelve a ser un bastión priista. Fue el estado donde el candidato del tricolor sacó arriba de 50% de los votos.


Archivos del Poder
Gracias, Fox; gracias, AMLO; gracias, Felipe
Martín Moreno
EXCÉLSIOR

Con poco más de 19 millones de votos, Enrique Peña Nieto será Presidente. Con un pírrico 38.15% de sufragios a su favor. Con eso le alcanzó. Pero más allá de su victoria y los riesgos que conlleva el regreso del PRI, y más que un triunfo del priismo, el domingo pasado se confirmó la derrota histórica de una derecha ineficaz y cómplice, y de una izquierda caudillizada y fanatizada.
¿A quiénes hay que agradecerle el retorno del dinosaurio? A tres personajes, fundamentalmente: Vicente Fox, López Obrador y Felipe Calderón.
FOX. “Ahí te voy, Mijares…”, le gritó al cantante desde Palacio Nacional. El aún esposo de Lucero cantaba en la plancha del Zócalo, celebrando el triunfo del panista en 2000. Pero algo ocurrió: Fox se quedó atorado en el trayecto. Suspendido en un parpadeo del tiempo. Paralizado. Y eso marcó a su gobierno.
El foxismo fue tiempo perdido para la democracia mexicana que sonreía ante la derrota de la dictadura política. Pronto se desdibujó y se convirtió en tristeza.
Fox no sólo falló. Fox se volvió cómplice del viejo régimen, se arropó en él y se benefició de sus excesos, agraviando al voto que lo eligió.
Fox solapó, no cambió. Mantuvo intocables los cotos de poder y de corrupción priistas; no cazó a los “peces gordos” prometidos; endiosó a Elba Esther Gordillo; permitió que sus hijastros se enriquecieran a costa de Pemex y del tráfico de influencias; liberó al Chapo Guzmán; permitió que su esposa manejara al país.
¿Y yo por qué?, fue el lema del gobierno de Fox, acuñado por su locuacidad.
Pero hoy, a la vista de todos —panistas y no panistas—, Fox porta una etiqueta imborrable y bien ganada: “traidor”.
En eso acabó Fox. En traidor.
AMLO. Una de las estampas políticas más lamentables de nuestra historia es la de López Obrador cruzándose al pecho un intento de banda presidencial ante miles que lo ungían en el Zócalo. Era 2006. Tan patético como la ridícula “huelga de hambre” de Carlos Salinas. La toma de Reforma o el mandar al diablo a las instituciones, tan sólo fueron el corolario del disparate.
A partir de ese momento —fanatizada la masa obradorista, endiosado él— perdió a millones de simpatizantes…y de votos. Unos 3.5 millones, los mismos que hoy lo derrotaron frente a Peña Nieto. Vaya lección a AMLO.
¿Qué estaríamos viendo hoy si AMLO no hubiera cometido tantos disparates en 2006 y actuado de forma más madura? Sin duda, su triunfo como Presidente de México. Y por mucho. El votante le hubiera dado una segunda oportunidad y la izquierda, este 2012, llegaría a Los Pinos.
Pero no es así.
Hoy, AMLO —a quien se le debe reconocer haber sido el líder social más importante de los últimos años y que, con todo en contra, hizo una buena campaña, rebasando no sólo a Vázquez Mota sino cerrando a sólo seis puntos de Peña— deberá reflexionar si continúa al frente de su movimiento o cede el paso.
Hoy no tiene fuerza ni pretextos para tomar Reforma o cruzarse bandas hechizas.
Hoy ya no, Andrés Manuel.
FCH. “En ocasiones me siento solo…”, ha comentado el presidente Felipe Calderón en Los Pinos.
Le tenemos noticias, señor Calderón: el país que gobierna también se siente solo. Muy solo.
Tan solo, que prefirió abrirle la puerta al PRI para que regresara.
Calderón pasará a la historia como el Presidente de la muerte. De la guerra. De la violencia. De la cerrazón. De los oídos sordos.
Calderón: el Presidente que regresó al PRI a Los Pinos.
Y nadie —como él lo proclamaba en un doble discurso tramposo— le pidió a Calderón que deje de luchar contra el narco. Se le exigió revisar la estrategia aniquiladora de vidas de miles de inocentes. De civiles que siguen cayendo en fuego cruzado. Y el Presidente ignora y calla.
Calderón, el Presidente de la inmovilidad legislativa que fue acotado por un Congreso sí bloqueado por el PRI, pero empantanado por el estéril equipo calderonista, incapaz para negociar, atrapado en su incompetencia.
Por eso no salieron las reformas que necesitaba el país.
Calderón: el Presidente que ganó el gobierno y perdió al PAN.
Calderón: el Presidente en su burbuja.
Lo demás fueron duraznitos en almíbar para el PRI.
*****
A la apatía de Fox, a los excesos de AMLO y a la cerrazón de Calderón se explica, en gran parte, el retorno del PRI al poder presidencial.

ARCHIVOS CONFIDENCIALES
JOSEFINA. Hay derrotas que dignifican. Y la de Vázquez Mota es una de ellas. Abandonada por Calderón, atacada por los hombres del Presidente, soslayada por las figuras del panismo, dio una lucha digna y valiosa. Esto no se acaba, Josefina.
ENCUESTAS. Quienes deben una explicación son los encuestadores que daban “hasta 15 o 20 puntos” de ventaja a Peña. Su parcialidad es sospechosa. Su credibilidad está mermada.

Astillero
•    Doble resistencia
•    Jóvenes denuncian fraude
•    AMLO impugna resultados
•    Televisa, ríos de dinero
Julio Hernández López

La celeridad impositiva concertada se ha topado con dos inmediatos puntos de resistencia: el movimiento 132, ya en las calles, implacable y claro, y la recurrencia de Andrés Manuel López Obrador a los tribunales electorales para denunciar un fraude que aún no señala en esos términos pero cuyos ingredientes ya ha precisado.
El golpe nocturno dominical en favor de Peña Nieto necesitaba de rapidez para inyectar los virus del desánimo y el cinismo. Por ello se adelantaron las conferencias de prensa de Josefina Vázquez Mota y Leonardo Valdés Zurita, con la intención de ganar tiempo e impedir el surgimiento de algún dato o elemento discordantes. La panista ni siquiera se esperó a contar con una base numérica medianamente aceptable para darse por derrotada: con lo que había, que era ínfimo, dejó colgados incluso a quienes todavía a esa hora ultimaban detalles en casillas de diferentes partes del país. Valdés Zurita también saltó antes de tiempo, para presumir unos comicios límpidos, dar por ganador a Peña Nieto y servir de telonero a un disimuladamente eufórico Felipe Calderón. Lo importante era asentar el golpe. Luego vendrían las negociadas felicitaciones internacionales al presunto ganador. ¡Al diablo con las instituciones electorales!
Fulgurante operación reportó resultados positivos a sus creadores. En horas, Peña Nieto fue impuesto política y mediáticamente como virtual presidente de la Haigacracia (haiga sido como haiga sido, según la inmortal fórmula pragmática de Calderón) y los caminos electorales, en sus vertientes jurídicas y tecnológicas, quedaron desazolvados para cumplir con los rituales de simulación que desembocarán en la confirmación del madruguete dominical. La diferencia oficial de votos fue diseñada especialmente para inhibir las posteriores protestas: no los 20 o 15 puntos de distancia blandidos durante meses anteriores para aparentar que el copete en campaña era imbatible, pero sí los suficientes para argumentar que ninguna protesta podría tener fundamento.
Ayer mismo, miles de jóvenes pertenecientes al movimiento 132 marcharon por calles de la ciudad de México para protestar sonoramente contra la pretensión de imponer a Peña Nieto. Fue una manifestación alegre y creativa pero, sobre todo, decidida. La apabullante propaganda televisiva disfrazada de noticieros y programas de opinión y análisis no melló en nada las definiciones políticas de esos ciudadanos recientes. La cargada de la mayoría de los medios impresos, con sus primeras planas tan contentas por el triunfo del PRI y tan anunciadoras de los ánimos de control que mueven a los nuevos operadores de prensa, tampoco desanimaron a los estudiantes.
Salieron del símbolo de la corrupción sexenal, la Estela de Luz, caminaron hacia las calles privilegiadas de Polanco y a su paso se toparon con manos solidarias desde balcones, con bocinas de automóviles festejando el paso de la marcha y no llenándola de improperios, con la mirada y el análisis circunstanciales de una clase media alta que de pronto vio sus dominios invadidos por miles de jóvenes asegurando que Peña Nieto no ganó. Terminaron su caminata en el Monumento a la Revolución.
Un antes y un después, inéditos y altamente significativos: nunca se había producido una manifestación tan concurrida de ciudadanos, sobre todo jóvenes, para fijar postura respecto a elecciones que todavía no se realizaban, como la que ocurrió durante la insubordinada noche del sábado de las velas y las antorchas que desembocaron en el Zócalo y en la lectura de un manifiesto de lucha social y política. Tampoco habían salido a las calles, en tal número y con tanta decisión, apenas unas horas después de terminados unos comicios presidenciales, tantos jóvenes denunciando fraude y anunciando resistencia. Parece claro que la clave para abrir la caja fuerte del sistema autoritario restaurado y agravado es la siguiente: una vuelta a la izquierda, tres a la izquierda y dos más a la izquierda.
López Obrador compareció ante reporteros la tarde de ayer para ir fijando una cuidadosa estrategia de resistencia. Es natural que mida sus palabras porque enfrente tiene a una plantilla mediática aceitada especialmente para tratar de evidenciar la incongruencia de que un candidato presidencial ejerza sus derechos por las vías legales. La trampa fue sembrada de forma evidente e insistente antes de los comicios, cuando se presionaba al tabasqueño para que firmara pactos de civilidad que no verían compra de votos ni mapaches priístas.
El candidato de las izquierdas ha decidido transitar por completo el sendero legal, recabando pruebas y cumpliendo con los trámites procesales. No acepta que a él le corresponda sofocar el gran descontento por el presunto triunfo de Peña Nieto, y establece la enorme responsabilidad del IFE y del tribunal electoral federal ante lo que ha sucedido y lo que pueda suceder. Diariamente informará de las pruebas que se vayan recopilando y no descarta que pueda darse una resistencia civil pacífica.
A nadie debería molestar, mucho menos exacerbar, que un ciudadano en ejercicio de sus derechos recurra a los tribunales para demandar justicia que cree le ha sido escamoteada. Esa vía de inconformidad jurídica tiene como sustento dos hechos que son de dominio público pleno: la parcialidad evidente de muchos medios de comunicación, Televisa de manera militante, en apoyo de Enrique Peña Nieto y en abierto detrimento de su principal opositor electoral, AMLO; y los ríos de dinero que corrieron en todo el país para compra de votos y para el financiamiento de la operación territorial de las brigadas de promoción del voto en favor del PRI.
Y, mientras se posa la vista en Jalisco, donde el PRI y sus aliados del PRD chuchista-padillista hicieron lo mismo que Peña Nieto a nivel nacional (con ríos de dinero, mapachería y guerra sucia) para crear una victoria artificial de Aristóteles Sandoval sobre Enrique Alfaro, ante un creciente enojo social en el que también participan muchos jóvenes, ¡hasta mañana!

Clase Política
•    El TEPJF cuida el voto
Miguel Ángel Rivera

Nadie ganará en la mesa lo que no ganó en las urnas, reafirmó el presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), José Alejandro Luna Ramos.
Entrevistado en el programa de televisión del TEPJF, el magistrado aseguró que una obligación del máximo órgano jurisdiccional consiste en cuidar la voluntad ciudadana expresada en las urnas, para que sea ésta, y ninguna otra situación, la que determine quiénes serán los ganadores de la contienda y próximos gobernantes.
La cosecha
La Alianza por la Calidad Educativa (ACE), firmada en 2008 por la directiva del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), ha rendido frutos: las plazas de los maestros ya no se heredan ni se venden; ahora se concursan y la evaluación de los alumnos, a través de la prueba Enlace, es sistemática, aseguró el secretario de Educación, José Ángel Córdova Villalobos, en el contexto de la aplicación del Programa de Evaluación Universal Docente.
Es obligación y responsabilidad de Ibope que la información relativa a la muestra de telehogares y sus resultados se guarden y conserven de forma estrictamente secreta con los más rigurosos controles de seguridad para evitar su vulneración, sostiene la denuncia presentada por los abogados de Televisión Azteca ante la Procuraduría de Justicia del DF contra la empresa encargada de medir los ratings de los programas televisados, la cual perdió credibilidad luego de que se hicieron públicos los nombres de los integrantes del panel sobre el cual hace la medición de las preferencias del público televidente, las cuales son o eran la base para determinar los precios de la publicidad.
La dirigencia del PRI en el estado de México destacó haber sido la que más votos aportó a la candidatura de Enrique Peña Nieto, con casi tres millones. Con 96.39 por ciento del PREP del IFE, el estado de México contribuyó con 2 millones 904 mil 140 votos que representan 15.78 por ciento de la votación que obtuvo. En cuanto a las elecciones locales, la dirigencia del tricolor indicó que en reconocimiento a las administraciones estatales del anterior sexenio y la que ahora encabeza Eruviel Ávila Villegas, los votos ciudadanos le permitieron consolidar triunfos contundentes en 75 por ciento de los municipios de la entidad, como Ecatepec, Toluca, Naucalpan, Tlalnepantla, Metepec, Huixquilucan, Chimalhuacán, Chalco, Cuautitlán Izcalli, Coacalco, Tultitlán, Ixtapaluca, Nicolás Romero, Tecámac y otros. Están en litigio Nezahualcóyotl, Valle de Bravo, Huehuetoca, Teotihuacán y Valle de Chalco, entre otros.
Después del casi carro completo logrado por la coalición PRD-PT-Panal, el gobierno del DF inició el retiro de la propaganda de las principales avenidas. Al mismo tiempo, el casi seguro delegado en Miguel Hidalgo, Víctor Romo, hizo un llamado a sus simpatizantes para que lo acompañen hoy a retirar todos los anuncios.