Iván el Terrible, uno de los zares más controvertidos en la historia de Rusia, ha resucitado en Moscú en forma de estatua, erigida a la entrada del “paseo de los gobernadores” que reúne los bustos de bronce de 33 dirigentes de este país.

“Es uno de los personajes de nuestra historia que injustamente han caído en el olvido”, afirmó el autor de la obra, Vasili Selivánov, al presentar oficialmente la escultura, colocada en el recinto de la Sociedad Militar-Histórica de Rusia, en el centro de Moscú.

La enorme figura del cruel monarca preside ahora la entrada de la alameda donde hace unos meses se instalaron los bustos de zares, duques y gobernadores de Rusia hasta la Revolución, realizados en bronce por el célebre escultor Zurab Tsereteli.

Selivánov reconoció que Iván el Terrible es una figura “muy controvertida”, “compleja” y “polifacética”, pero aseguró que precisamente eso le animó a aceptar el desafío artístico.

“Durante tres años realicé diversos bocetos hasta conseguir el resultado deseado”, explicó Selivánov.

El monumento al zar ruso, que dirigió los destinos del país entre 1547 y 1584, fue colocado inicialmente el pasado abril en la ciudad de Alexándrov (región occidental rusa de Vladímir), donde Iván IV vivió más de quince años durante su reinado.

Sin embargo, una hora después de su instalación, la estatua desapareció del pedestal ante las críticas del vecindario.

Tres meses después, la obra del escultor Selivánov ha reaparecido en el centro de Moscú, convirtiéndose en la primera estatua de Iván el Terrible en esta ciudad y la segunda en toda Rusia.

Según el artista, la retirada de la estatua de Aleksándrov nada tiene que ver con su acogida por la población local sino que se debe únicamente a la decisión de las autoridades.

“Espero que recapaciten y que la estatua pueda volver al lugar al que pertenece”, señaló Selivánov, al indicar que se prevé que el monumento permanezca en Moscú un año.

Mientras el escultor hablaba con la prensa, decenas de personas se congregaban en torno al monumento, entre curiosos y miembros de sociedades históricas, deseosos de sacarse un selfi “terrible”.

También llegaron los moteros del famoso club “Lobos de la Noche”, admiradores del líder ruso, Vladímir Putin.

Una admiradora del trabajo de Selivánov y de la figura de Iván IV depositó a los pies de la estatua un gran ramo de rosas rojas.

“Vivo aquí al lado y no entiendo el revuelo que ha causado la estatua”, dijo el moscovita Dmitri.

Agregó que no puede decir “nada malo” sobre el controvertido monarca y que no se cree todo lo que escriben los medios porque “hay que leer las fuentes originales”.

“Ahora dicen que (Iván IV) no mató a su hijo y puede que realmente no lo hiciera, aunque antes se decía lo contrario”, opinó.

Recientemente, la hipótesis que exculpa a Iván el Terrible del asesinato de su hijo fue secundada por Putin. “Realmente, no se sabe si (Iván IV) mató o no a su hijo, muchos investigadores sostienen que no lo hizo”, dijo el mandatario ruso.

El historiador Yuri Viazemski opina que hay varios tipos de memoria, y que esta no necesariamente debe ser “alegre y positiva”, para justificar el “regreso” a Moscú del que muchos ven como a un verdugo.

Durante el reinado de Iván IV, Rusia conquistó vastos territorios desde el mar Caspio hasta Siberia occidental, llegando casi a duplicar sus dominios, pero la represión y la hambruna provocaron una grave crisis social que estuvo a punto de desintegrar el incipiente Estado.

El debate en torno a la figura del controvertido monarca se reabrió en Rusia el año pasado tras la inauguración de la primera estatua en su honor en este país, levantada en la ciudad de Oriol.