LA CULTURA DE LA DENUNCIA
Oigo voces, sobre todo de funcionarios públicos de áreas como las de justicia y seguridad, que reiteradamente le piden a la sociedad que ayuden en la persecución de los delitos mediante la denuncia. Recuerdo como si fuese ayer, cuando la denuncia de un secuestro se redactó en mi oficina particular, se imprimieron las 5 copias reglamentarias que en ese tiempo exigía la Procuraduría de Justicia del Estado y la de cajón para ser firmada y sellada de “recibido” por el funcionario correspondiente. Así, cuando la actuación ministerial fue nula e improductiva, la actuación personal y familiar tuvo que negociar con los delincuentes y pagar un suculento rescate. Al paso del tiempo, no mucho por cierto, los facinerosos llamaron por teléfono a casa de nueva cuenta, pero ahora exigiendo que se retirara la denuncia so pena de repetir el episodio. Ante la negativa de la existencia de tal denuncia, el delincuente al teléfono, narró con detalle el contenido de la denuncia, frase por frase, con sus puntos y comas, de manera que fue imposible ya, negar su existencia. Así las cosas, no quedó otra que pedirle al entonces Procurador, que encarecidamente se le rogaba, le diera carpetazo definitivo a dicha denuncia. Sí el documento fue redactado en el domicilio particular del ofendido, producido en su impresora y firmado en el mismo domicilio particular, ante un solo funcionario de la Procuraduría, ¿Cómo era posible que los malos supieran con tanto detalle la información contenida en la denuncia? Simple, lo mismo que pasa ahora, la Procuraduría General de Justicia del Estado de Michoacán, es una institución al servicio de cualquiera, menos de la sociedad Michoacana.