El IMSS es, con mucho, la mayor institución médica de México. Y por años fue un orgullo para el país, pero esos tiempos ya no existen; el IMSS decae progresivamente y en la actualidad agoniza. No solo por su evidente deterioro académico, iniciado durante la administración de Arsenio Farell, cuando por meros caprichos personales de ese señor la mayoría de los maestros de las especialidades tuvieron que abandonar el Instituto, sino por que, desde la administración de García Sainz y los siguientes directores, convirtieron al IMSS en algo así como una empresa destinada a mal atender derechohabientes, pero cada vez con menos recursos; desde la administración de Santiago Levy el Instituto de plano entró en caída libre; solo funcionan razonablemente contados servicios de algunos hospitales. El resto de las unidades, chicas, medianas o grandes, viven diariamente la tragedia del desabasto, del ausentismo no cubierto y la sobrecarga laboral.
¿Cómo se llegó a esta tragedia?. El IMSS, como toda institución mexicana es manejada por nuestra ineficiente clase política y por lo tanto no debe extrañarnos que presente sus mismos vicios ¿Cuales? : Amiguismo en los nombramientos, asignación de contratos de construcción a prestanombres, un contrato colectivo de trabajo diseñado para tener controlado a un obsecuente sindicato, y lo peor, los convenios de compra de material y medicamentos no son todo lo claros que debieran y por ahí se escurren millones de pesos.
El personal, sobre todo médico, está profundamente desmotivado y su mayor expectativa es llegar vivos a la jubilación. A despecho de quien lo niegue, no hay ni ha existido un adecuado reconocimiento a la calidad médica; en el IMSS, fuera de pagos por antigüedad, y puntualidad, gana lo mismo el bueno, el malo y el feo.
Actualmente el IMSS carece de recursos para sustituir siquiera a la tercera parte de los miles de trabajadores que anualmente se jubilan. ¿Resultado? : Sobrecarga laboral y mayor diferimiento en la atención médica.
Lo peor del caso es que la posibilidad de remediar esto se ve muy lejana; el surtido de medicamentos es errático, las consultas de especialidades tienen diferimiento de hasta medio año o más, tomarse una simple radiografía es tarea de titanes; en el área médica y administrativa el despotismo es la marca de la casa y solicitar una cita con el medico familiar es un auténtico vía crucis para los pobres pacientes.
Los números no mienten, en 1980 el IMSS tenía 1.63 camas de segundo nivel por cada mil derechohabientes, hoy llega a sólo 0.67. Las reservas económicas se reducen y el dinero nuevo no llega. Y como en las anteriores administraciones priístas, persiste la sospecha de que se siguen otorgando contratos bajo la cobija de la corrupción.
Una minihistoria de un paciente refleja la realidad del IMSS. Hombre de 71 años ingresa con una traqueotomía al Centro Médico de Occidente del IMSS, fue conducido a su habitación por los elevadores donde se lleva la basura. “Los otros no sirven”, le dicen al familiar. En el cuarto había una mancha de sangre mal limpiada y la cama plegable no se doblaba. “Será mejor que se lo lleven a su casa”, le dijo un medico al familiar, en un inusual arranque de sinceridad.
Y si la evolución del IMSS en México es deprimente, en Michoacán es capitulo aparte, aquí está peor que en muchos otros estados. Un ejemplo de eso es la historia de la construcción y demolición del Hospital Regional de Morelia.
Los responsables de la autorización y construcción de dicho hospital en la Av. Nocupetaro no son fantasmas, tienen nombre y apellido, igual los responsables de la edificación en el mismo sitio del Área de Especialidades y Urgencias, pese a que por el lugar existe una falla geológica previamente notificada por geólogos michoacanos, y no se les hizo caso. Resultado previsible; una pérdida millonaria en una institución ya de por sí quebrada. Fue evidente la necedad (o corrupción) de las autoridades del Instituto, incluso en épocas tan recientes cuando la delegada estatal del IMSS era Concepción Sevilla, misma que nunca aceptó que el hospital tuviera riesgo, pese a manifestaciones de investigadores, todas documentadas en periódicos de circulación estatal.
El IMSS en Michoacán está académica y médicamente atrasado, pero por decenios, si se le compara con otras Delegaciones. A estas alturas sigue con un reducido y no muy brillante grupo de especialistas de mortecino curriculum, existe un diferimiento criminal en el otorgamiento de citas y hay una gran carencia de recursos, carencia intolerable incluso para un país del Africa subsahariana.
Por el bien de Michoacán esperamos mayor capacidad y más sensibilidad en las próximas autoridades.