La galería Tate Modern presenta una retrospectiva del pintor surrealista cubano Wifredo Lam (1902-1982), quien fue amigo de Pablo Picasso y del padre del surrealismo, André Breton.
El hijo del artista cubano, Eskil Lam, quien estuvo presente en la primera exposición que se realiza en esta ciudad desde 1952, señaló que su padre era un “surrealista, modernista e internacionalista”.
“No es sólo surrealista, es una cosa que queremos rectificar un poco porque no se consideraba sólo eso. Él se consideraba un artista modernista e internacional, sin fronteras”.
Reconoció que Picasso fue muy importante en la vida del artista desde que lo conoció en 1938, porque fue éste quien lo introdujo al movimiento artístico de París, pero aclaró que lo que le dio el impulso definitivo fue el retorno a sus raíces cubanas y africanas.
En el último periodo de su vida Lam “tuvo la influencia italiana de las cerámicas durante su estancia en Albissola Marina, cerca de Génova y allí tuvo amigos como Asger Jorn con quien comienza a trabajar con un medio que antes no había experimentado”, apuntó el hijo de Lam.
La muestra incluye 200 pinturas, dibujos y fotografías que reflejan la evolución del artista desde sus primeros años en Cuba, seguido de 18 años en Europa y su regreso a su natal isla donde encuentra inspiración en la santería y la cultura afrocaribeña.
El propio artista era hijo de un inmigrante chino y una madre de descendencia española y esclavos africanos, que desde un comienzo apoyaron los estudios de arte de Lam primero en La Habana y después en Europa.
Las salas de la Tate Modern, a orillas del río Támesis, están organizadas en orden cronológico iniciando con sus primeros autorretratos, mismos que realizó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
El surrealismo se hace evidente en la obra Composition I (1930) que realizó en Madrid un año antes de la muerte de su primera esposa, Eva Píriz, y de su pequeño hijo Wilfredo, quienes murieron de tuberculosis.
Más adelante plasma los años del horror de la Guerra Civil Española, la cual apoyó del lado de los republicanos trabajando en una fábrica de municiones.
Lam emigra a París en 1937 donde conoce a quien fuera su amigo y promotor Pablo Picasso y establece contactos con otros artistas como Joan Miró y Óscar Domínguez.
Sin embargo, fue su regreso a Cuba en 1941 después de 18 años en Europa lo que realmente catapultó la carrera de Lam, quien desarrolló su propio estilo inspirado en la magia negra, el vudú y la santería.
El cuadro La Sombre Malembo, Dieu de Carrefour (1943) es uno de sus cuadros más emblemáticos después de su regreso a Cuba.
Lam es considerado el iniciador de una pintura mestiza que fusionó el modernismo occidental y los símbolos africanos y caribeños. Se codeó con los mejores pintores de su época y con todas las vanguardias, lo cual se refleja en su obra.
Wifredo Lam viajó extensamente y vivió en ambos lados del Atlántico en momentos de grandes cambios políticos como la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial que lo hizo exiliarse dentro y fuera de Europa en dos ocasiones.
La exposición refleja los primeros años de Lam en Europa, pero sobretodo la carrera prolífica a su regreso a Cuba donde encontró pobreza, corrupción, y racismo, lo cual le hizo explorar el “cubanismo” en su obra.
Durante años creó trabajos que combinan plantas, animales y formas humanas combinadas con símbolos de la cultura afrocubana como por ejemplo en “Femme Cheval” (1950), que ilustra una mujer con cabeza de caballo.
En los años 40 el artista cubano produjo cuadros de gran formato que fueron expuestos en Nueva York y que hoy se presentan en esta ciudad: La Boda (1947), Natividad (1947) y Emperador de las Moscas (1948).
El famoso cuadro y considerada su obra maestra, La Jungla (1943), que pintó a su regreso a Cuba, fue el gran ausente de esta exposición ya que debido a la fragilidad en la que se encuentra no pudo salir de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA).