Los adultos mayores son parte fundamental en nuestra sociedad, su experiencia nos enriquece, sus valores nos han formado y en esta convicción debemos caminar, proteger, escuchar y aprender de ellos día a día. Proteger a nuestros adultos mayores no sólo es un imperativo ético, es un referente que habla de nuestro grado de civilidad y humanismo. Así lo externó la diputada Adriana Hernández Íñiguez al presentar el posicionamiento relativo al Día Mundial de toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a la Vejez.

Igualmente, exhortó a las diferentes autoridades ejecutivas del estado a redoblar esfuerzos en la protección de la población adulta mayor, así como en la preservación de su conocimiento y sapiencia, los cuales constituyen legados de incalculable valor, sobre todo en estos momentos en que los michoacanos estamos más necesitados de referentes morales.

Hernández Íñiguez destacó que en nuestra entidad “nos hemos dado a la tarea de construir instituciones jurídicas y administrativas a fin de prevenir y sancionar la violencia en contra de las personas adultas mayores, tarea en la que hemos de reconocer han coincidido generosamente todas las fuerzas políticas y los diferentes niveles de gobierno. Empero, la idea es hacer de tales construcciones entes funcionales que sirvan adecuadamente para los fines que fueron creadas”.

Durante su intervención la legisladora dio a conocer que de acuerdo con autoridades estatales existen 65 mil adultos con carencia alimentaria severa y 75 mil más que no superan los círculos de la pobreza o de la violencia, situación que podría explicarse a partir de las condiciones de abuso y abandono en las que se encuentra este sector de la población.

En este tenor, la coordinadora del grupo parlamentario del PRI agregó que la ausencia de valores o la tergiversación de los mismos han provocado en no pocos que la presencia de los adultos mayores, en vez de ser considerada como una bendición, se tome como una carga insoportable que deriva en maltratos que abarcan insultos, desprecios, negligencia, amenazas, abandono y despojos, hasta llegar a la violencia física.

De acuerdo con el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, aun dentro de las víctimas de esta clase de violencia existen aspectos que inciden en una mayor vulnerabilidad, como lo son la condición de género, la mayor edad del anciano, el deterioro físico o las discapacidades, la dependencia emocional, la depresión, la ansiedad, la baja autoestima o la demencia, así como el aislamiento social y los antecedentes de maltrato doméstico.

Asimismo, explicó que las consecuencias del maltrato físico son importantes para los adultos mayores, al tratarse de personas físicamente más vulnerables, pues sus huesos son más quebradizos y los procesos de convalecencia más prolongados. Incluso, cualquier lesión relativamente leve puede causarles daños graves y permanentes. Los daños psicológicos favorecen la aparición de síntomas depresivos, aislamiento, sentimientos de impotencia, baja autoestima, culpa, vergüenza, temor, ansiedad, negación, mayor pérdida de autonomía y estrés lo cual puede aumentar el riesgo de muerte. Lo anterior provoca el ingreso frecuente de los adultos mayores al sistema hospitalario, o la demanda constante de atención médica por la presencia de distintas enfermedades.

Por ello, enfatizó en la necesidad de redoblar esfuerzos en la materia para contar con instancias y espacios funcionales que brinden atención puntual a nuestros adultos mayores, pero sobre todo el respeto, la protección y reconocimiento hacia ellos elevarán su calidad de vida.