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El asalto a la razón

La plaza y el compromiso de Ebrard
Carlos Marín
 
El jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, afirmó ayer que el plantón que mantiene el Sindicato Mexicano de Electricistas en la Plaza de la Constitución desaparecerá para no estorbar en las ceremonias del Grito y el desfile tradicional.
Nadie ha estado el 15 de septiembre en el Zócalo, dijo, y esta vez “no será la excepción”.
Habló con la firmeza que ha de darle su confianza en poder convencer a Martín Esparza de levantar el plantón, y nada indica que no lo consiga, sobre todo porque el propio SME le ha rogado que vuelva a servirle de mediador con el gobierno federal para continuar negociando sus abusivas demandas.
En cuanto se montó, el plantón contrarió tanto a Ebrard que de inmediato advirtió que ya no se prestaría a ninguna mediación.
Y no es para menos: si pudo evitar plantones y bloqueos poselectorales del lopezobradorismo, las fiestas patrias no iba a obstaculizarlas el provocador sindicato de una empresa, por fortuna y mera salud pública, inexistente.

La historia en breve
¿Quién ganó la apuesta, López-Dóriga?
Ciro Gómez Leyva
 
La decisión de Andrés Manuel López Obrador de formar un nuevo partido político fue también el cerrojazo de la elección presidencial. Lo que comenzó a partir del lunes es otro cuento, otra historia.
Antes de que se apaguen las luces, me queda un pendiente con mi querido Joaquín López-Dóriga. Más de una vez expresó que habría un conflicto poselectoral. Más de una vez repliqué que no lo veía.
Propuse aquí (junio 29) que un “conflicto poselectoral” sería, sí y solo sí, una “larga temporada de movilizaciones, agitación y riesgo, como la que vivimos en 2006”. Y subrayé varios factores que lo hacían poco viable: la experiencia, marco legal y talento del IFE y el Tribunal Electoral; la elección más vigilada y fiscalizada de la historia, lo que “desinflaría mitos, mentiras y leyendas del fraude”; la ventaja amplia con que ganaría Enrique Peña Nieto; la renuncia del PRD y el gobierno del DF a acompañar una protesta radical; y, lo más importante, el repudio social a una crisis como la de hace seis años.
El lunes 2 de julio parecía que México estaba a minutos del incendio. Vino una quincena de insultos y amagos. Luego (por razones que ya habrá distancia para analizar), todo mundo se contuvo. Creo que hubo una sola protesta significativa: el bloqueo a Televisa del 26 y 27 de julio. Lo demás fue tenso, pero siempre teatral.
Para agosto, el tema salió de los principales espacios en las portadas y el prime time, se difuminó en los portales de internet y se amansó en las redes sociales.
¿Hubo conflicto poselectoral, Joaquín? Pienso que no. Algunas movilizaciones, sí; insultos, sí. Pero no agitación ni riesgo. Ni, por fortuna, violencia asociada al “fraude” y la “imposición”.

Trascendió
Trascendió
 
:Que Emilio Lozoya Austin, el recién nombrado vicecoordinador de asuntos internacionales del equipo de transición de Enrique Peña Nieto, renunció apenas ayer al consejo de administración y al comité de auditoría de la constructora española OHL México.
La empresa, con 49 por ciento de capital español, es la responsable de dos importantes tramos de los segundos pisos del Periférico en el Edomex y el DF y su director, Juan Osuna, adelantó que el gobierno de Peña Nieto impulsará grandes proyectos de infraestructura aeroportuaria y carretera.
:Que otros que están que se les queman las habas para dialogar con el equipo de transición de Peña Nieto son las cámaras y asociaciones de la Industria de las Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones.
Y se les va a cumplir el jueves en la Convención Nacional de la Canieti, donde el presidente electo tendrá su primer acercamiento con el sector, que está desesperado porque la administración saliente tiene atorados en la SCT y el Conacyt 4 mil 500 millones de pesos destinados a la creación de las redes de servicio de gobierno digital en los estados.
:Que dice mi mamá que ahorita siempre no.
El diputado federal Ricardo Monreal no presentará esta semana su demanda de juicio político contra consejeros del IFE y los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; el coordinador de la fracción del Movimiento Ciudadano dice que será hasta que estén instaladas las comisiones legislativas cuando se preparará para presentar acusación.
:Que tal parece que el PAN no espera tener demasiada actividad en el Senado.
Su coordinador y presidente de la Mesa Directiva, Ernesto Cordero, decidió dar clases tres veces a la semana en su alma máter, el ITAM; así que ni hablar de juntas mañaneras con su grupo de senadores o con el resto de las fracciones parlamentarias.
:Que la ministra Olga Sánchez Cordero no estuvo en la mesa del presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática, Jesús Zambrano, durante la reunión de los 300 Líderes Mexicanos, sino en otra diferente, por lo que no atestiguó ninguna “confidencia” sobre la salida de Andrés Manuel López Obrador del PRD.

Día con día
Rumor socialdemócrata
Héctor Aguilar Camín
 
Muy rápido fue desmentida la versión de que habría el anuncio de un proyecto socialdemócrata para la izquierda mexicana.
La versión la difundió el corresponsal de El País en México, Luis Prados, con el siguiente párrafo:
Un grupo de notables del PRD como Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del DF; su sucesor, Miguel Ángel Mancera; el tres veces candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas; el senador Manuel Camacho Solís y el ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, se pronunciarán en los próximos días a favor de un nuevo proyecto político, que algunos llaman “opción socialdemócrata”, desmarcándose tanto de López Obrador como de los apparatchiks del PRD, conscientes de que las viejas estructuras partidistas ya no sirven. (“La pugna poselectoral provoca la ruptura de la izquierda”, El País, 10 septiembre 2012).
El mismo lunes 19 de septiembre la desmintió Cuauhtémoc Cárdenas: “Es una volada”. Manuel Camacho dijo que no era eso lo que él veía que estaba en camino.
Al corresponsal de El País no le da por esparcir rumores, mucho menos por crearlos él mismo, así que de algún lugar real habrá sacado la versión.
Ojalá los mencionados y muchos otros notables, dirigentes, intelectuales de izquierda se ocuparan en estos días de hacer verdad lo que anuncia el párrafo de Prados.
Ningún servicio mayor podrían hacerle a la izquierda en el momento de su nueva ruptura y su nueva oportunidad de replantear ambiciosamente las cosas.
Un proyecto socialdemócrata adaptado seriamente a la realidad mexicana sería un verdadero nuevo actor no solo de la izquierda, sino del espacio público y de la lucha partidaria en su conjunto.
Me imagino muy bien a los personajes mencionados por Prados asumiendo esa tarea de imaginación programática, ambición conceptual y realismo político.
Creo que un proyecto así capturaría muchos de los votos de la nueva clase media que la izquierda no ha logrado capturar, entre otras cosas por falta de discurso estratégico y exceso de pleitos tácticos.
El discurso al que está atada la izquierda es viejo pero, sobre todo, es defensivo: reacciona, no propone, como lo ilustra con escueta elocuencia la oposición a todas las reformas estructurales anunciada por López Obrador en su acto de separación de los partidos de izquierda.
Increíble que el discurso del personaje más votado de la izquierda sea un discurso antirreformista. Las reformas no son buenas por definición, pero un partido de izquierda antirreformista y sin un horizonte de reformas profundas en su agenda es una extravagancia.

Interludio
¿Candidato común de la izquierda en 2018?
Román Revueltas Retes

 
Lo que está por verse es si los partidos abandonados —ese PT que tan alegremente se puso a las órdenes directas de Obrador a cambio de obtener los votos, y los representantes en el Honorable Congreso de la Unión, que el jefazo le birló a los asoleados aztecas; ese Movimiento Ciudadano, tan parecidamente consintiente, surgido de las cenizas de aquella Convergencia cocinada, a su vez, en el perol de don Dante Delgado, distinguidísimo priista trasmutado luego en meritorio pretoriano del antedicho.
Y, finalmente, ese PRD poblado de tribus de variopinto pelaje, de “corrientes” muy diversas, de incondicionales del caudillo y, hay que decirlo, de respondones que nunca llegaron a bajarse enteramente los pantalones—, lo que está por verse, repito, es si esas agrupaciones dejadas ahora en la orfandad deciden emanciparse y, llegado el momento, producir en laboratorio a sus respectivos candidatos; si los más posiblemente afines se arrejuntan para fines aviesamente electorales y presentan a aspirantes comunes; o, miren ustedes, si deciden ir de nuevo, todos de la manita, detrás (y debajo) de López en 2018.
Se necesitan los unos a los otros, por lo pronto. No hay que olvidar que gracias a nuestro hombre obtuvieron carretadas de votos y que estuvieron a un tris de alcanzar la presidencia de Estados Unidos (Mexicanos), en 2006 AD (es decir, Anno Domini Nostri Jesu Christi).
Y es que el personaje tiene sus tamaños, sí señor. El problema es que a él le gusta que las cosas se hagan a su manera y nada más. “Aquí mando yo” es uno de sus lemas, junto con la “honestidad valiente” y otras fórmulas mucho más digeribles para los comunes mortales. De tal manera, si se le aparece por ahí, digamos, un Jesús Ortega en el camino, como que no se siente enteramente a gusto. Tampoco ha estado nada cómodo con la sombra encima de don Cuauhtémoc (Cárdenas). Y, bueno, así las cosas, ha hecho finalmente lo que siempre había querido hacer: un partido a modo.
Vamos a ver cómo le va a él. Y a ver también de qué están hechos los demás.

Razones
Peña Nieto y la soledad del poder
Jorge Fernández Menéndez
EXCÉLSIOR
¿Por qué causó tanto revuelo que el mandatario electo Enrique Peña Nieto dijera en la comida de los 300 líderes más influyentes de México que un Presidente “no tiene amigos”, porque tiene que velar por los intereses no de sus amigos sino de todo un país? Uno de los principios que todos adquirimos cuando comenzamos a conocer cómo funciona en realidad el sistema político es precisamente eso: que el Presidente no tiene amigos, que por supuesto tiene relaciones de amistad muy cercanas, algunas de toda la vida, que demandan lealtad de esas relaciones y en reciprocidad ello da acceso al mandatario y en ocasiones a sus colaboradores. Pero al decir que no tiene amigos, un Presidente quiere decir que no ata sus decisiones a esas relaciones de amistad. Por eso mismo, se dice, con razón, que la Presidencia de la República genera soledad.
Unos pocos meses después de que iniciara su mandato, entrevisté para el libro Calderón presidente (Grijalbo 2007) a Felipe Calderón, y me decía, le nació espontáneamente, que estaba muy cómodo en Los Pinos, que sus hijos estaban muy contentos “pero sí hay cierta soledad aquí”.
Le pregunté entonces si la soledad del poder era real, y hablando más para sí que para el entrevistador dijo que “sí hay algo así… hay algo de eso”. Autores como René Avilés Fabila y en su momento Luis Spota han escrito sobre la soledad de un mandatario. Pero todos han gobernado o colocado en posiciones de responsabilidad en algunos casos a amigos, siempre a quienes consideraron leales. Pero uno de los mayores equívocos en la vida política se ha dado, siempre, cuando esos amigos pensaron que por serlo tenían asegurado algo más que una responsabilidad o un acceso al Presidente.
La diferencia está en medrar o no del poder con base en la amistad. No es casual, entonces, que al mismo tiempo, el mismo día que Peña Nieto presentaba su iniciativa (muy compatible por cierto con la preferente que presentó el presidente Calderón) contra la corrupción, haya dicho, sobre todo en el encuentro de líderes, que un Presidente no tiene amigos.
En torno a Peña Nieto se han dicho muchas cosas: desde que sería manejado por una televisora hasta que los hilos del poder los movería un ex presidente, desde que dependía para la toma de decisiones de un grupo de amigos que lo siguen desde la administración mexiquense hasta la pejiana versión de que un grupo de potentados “compró” la Presidencia. En esa comida estaban los representantes de los medios, estaban muchos de quienes han sido y son sus colaboradores, y los principales empresarios del país o sus representantes.
Peña Nieto, ante ese auditorio quiso refrendar que no se atará a ninguno de esos ámbitos de poder, quiso decir, lo dijo, que los necesitará a todos, consultará con todos, pero  tomará sus decisiones solo.
Se podrá argumentar que un Presidente no necesita decirlo que esa responsabilidad va implícita en su mandato. Pero creo que Peña Nieto hizo muy bien en hacerlo abierta y públicamente en un espacio más que adecuado para ello: fue una reafirmación personal y un enunciado sobre la forma, sobre el que será su estilo personal de gobernar. Peña Nieto, en ése y en otros sentidos, es un Presidente en construcción.
Por más experiencia política que se tenga no se sabe qué implica ser Presidente hasta que se comienza a ejercer esa función. Hay mandatarios que me han dicho que sintieron por primera vez la dimensión de su nueva responsabilidad al estar pasando revista a las tropas en el Campo Marte, al comprender que, además, son los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, al darse cuenta de la magnitud de las fuerzas del Estado que dependen de sus decisiones.
Los largos meses de transición entre la elección y la toma de poder en México pueden ayudar a hacer más gradual ese proceso, pero terminan siendo, en muchos sentidos, perjudiciales para el mandatario saliente y el entrante. Uno ve cómo se le va escapando el poder y el otro siente la parafernalia del mismo a su alrededor, pero aún no lo tiene en sus manos. Es imposible escaparse de ello.
Me imagino que Peña Nieto comienza a sentir, en el mejor sentido de la palabra, el peso, la responsabilidad, que implica ese poder. Y comienza a poner distancia con quienes lo acompañaron, lo ayudaron a alcanzarlo. Es un paso imprescindible para ejercer realmente el poder.
Me pareció apropiado, en la forma y en el fondo, que lo expresara de esa manera; me pareció adecuado que, de la misma manera en que ponía esa distancia, pudiera establecer acuerdos y diferencias sobre temas específicos que allí le fueron planteados. Se esté o no de acuerdo con sus posiciones, me parece que quienes creen que Peña Nieto es un personaje manipulable se están equivocando y creo que Peña se los está comenzando a demostrar. Bienvenido al poder, presidente electo.

Ventana
Poeta triste, triste poeta
José Cárdenas
EXCÉLSIOR
A Javier Sicilia lo alcanzó el destino sin cumplir su misión. Su Caravana por la Paz, en Estados Unidos, pasó de noche.
Allá, a nadie le importa ese “protestante” contra la violencia.
El poeta rebelde tardó 10 mil kilómetros en darse cuenta.
Atlanta, Chicago y Nueva York nada tienen que ver con Cuernavaca, Ciudad Juárez o Monterrey… menos con Tepoztlán, Coyoacán o La Condesa.
El éxito del peregrinaje dependía de los medios… el reto de llamar la atención de las grandes televisoras y los mejores diarios, para llegar a la conciencia del gran público estadunidense, fracasó.
De nada le sirvió tirar billetes entintados de rojo sangre ante una cajera norteamericana del banco HSBC, azorada con tan poético performance.
Tampoco le valió apersonarse frente al City Hall  de Nueva York en demanda de audiencia con el multimillonario alcalde Michael Bloomberg… menos, demandar una reunión con el presidente Barack Obama en el Salón Oval de la Casa Blanca.
No se ría, fue en serio.
El encomiable esfuerzo de Sicilia falló por dos razones: eligió mal los temas… y peor los tiempos.
Si bien es cierto que su mensaje tocaba la guerra contra el narco, la discriminación de los migrantes, el lavado de dinero y la cooperación bilateral, también es verdad que el eje de su discurso eran las armas.
Fue a hablar de la soga en casa del ahorcado por la ley del rifle, aunque su lucha no sea contra la Segunda Enmienda ni combatir el sacrosanto derecho de los gringos a portar armas. Sicilia fue a exigir controles para evitar que esas armas lleguen a México de modo rápido y furioso.
–¿Acaso el poeta ignora que a los políticos estadunidenses poco les importa la violencia compartida… que ni locos le entran al tema?
El otro error tiene que ver con el tiempo. Sicilia peregrinó en el peor momento, justo cuando los norteamericanos están distraídos por su contienda electoral.
– ¿Quién iba a “pelar” el discurso pacifista de un poeta solitario… y además mexicano para acabarla de amolar?
… y por si algo faltara, la llegada de Sicilia a Washington se dio el 11 de septiembre, cuando el pueblo norteamericano sólo puede concentrarse en el recuerdo de los caídos, hace 11 años, en el peor atentado terrorista de la historia.
Ahora el poeta rebelde también es un poeta triste…
MONJE LOCO: “El Presidente de México no tiene amigos”. La frase de Enrique Peña Nieto ante los 300 líderes más influyentes del país ha sido innecesaria… baste mirar el origen de su equipo transitorio, en el cual prevalecen sus más cercanos en el afecto y la trayectoria… y uno que otro caso para guardar las apariencias. Obviamente la frase lleva mensaje: romper (aparentemente) con la tradición calderoniana de rodearse de “cuates” para gobernar.
¿De arranque, Peña pinta su raya y marca diferencias con su predecesor? Quizá no le hagan falta amigos, pero sí aliados dispuestos a apostar por el desarrollo nacional, más allá de perversos intereses. PUNTO Y APARTE: El secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, tiene lista una gran despedida al presidente Calderón. En la explanada del Colegio Militar seis mil cadetes participarán en una escenificación patriótica… y, en las gradas, otros tantos formarán un mural con la efigie del mandatario. En la hora del adiós, tal alarde y evidente “culto a la personalidad”, no hace falta. ¿O sí?

Frentes Políticos
Frentes Políticos
EXCÉLSIOR
I. El presidente electo, Enrique Peña Nieto, precisó que, más que amigos, el Ejecutivo necesita aliados dispuestos a contribuir al desarrollo del país, sin intereses de grupo o particulares. Al firmar el Acuerdo Marco de Colaboración Estratégica entre México y la OCDE aseguró que es momento de acabar con pretextos y dar pasos decididos hacia el impulso del desarrollo. José Ángel Gurría, secretario general de ese organismo, dijo que el país tiene todo para ser una potencia mundial, pero necesita fortalecer sus capacidades para un mejor desarrollo.
II. Nuevo integrante. Raúl Murrieta Cummings se incorporará al equipo de la Coordinación para la Transición Gubernamental, en el área de política económica, cuando se separe del cargo de secretario de Finanzas del Edomex. Licenciado en economía, posee maestría en administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Es uno de quienes más confianza le da a Enrique Peña Nieto, pues en su cargo en el Estado de México se convirtió en ejemplo de transparencia fiscal.
III.Secreto a voces. El titular del GDF, Marcelo Ebrard, aclaró que para él no fue sorpresa la separación de Andrés Manuel López Obrador del PRD para buscar constituir un nuevo partido, pues la creación del Movimiento de Regeneración Nacional, hace un par de años, revelaba esa intención. “¿Qué debemos hacer? Yo hablaba desde hace tiempo de hacer un frente amplio a la uruguaya, donde cada quien tiene sus acentos, sus ideas y sus puntos de vista, y no necesariamente todo mundo está cómodo en el mismo partido”. Aseguró que en las próximas elecciones las izquierdas no deben ir por separado porque “el PRI estaría feliz como una lombriz”, remató.
IV. El senador del PAN Roberto Gil Zuarth presentará una iniciativa que pretende regular la difusión de encuestas en periodo electoral. Los pasados comicios, dijo, dejaron muchas dudas al respecto del doble papel que desempeñan las casas encuestadoras en el ánimo del voto popular. Y con el fin de evitar que se utilicen como propaganda encubierta, plantea que quienes pretendan elaborarlas y difundirlas, como también sondeos de opinión, deberán informar al IFE si militan o prestan sus servicios en algún partido, lo hacen para un precandidato o candidato, servidor público o agrupación política nacional. Hay quienes, como los panistas, piensan que los sondeos desequilibran las tendencias.
V. Imagínese si fuera lo contrario. El poeta Javier Sicilia dijo que los cárteles mexicanos del narcotráfico “están pulverizados” y son sólo “grupúsculos de delincuentes”. Desde Washington, y luego de recorrer EU con su Caravana por la Paz, que busca hacer visibles a las víctimas de la violencia en México, participó en un foro junto a dos familiares de desaparecidos que se declararon, a su vez, “los ojos incómodos del Ministerio Público de México”.  Y él volvió a condenar la “estrategia perversa de golpear a los cárteles”, que ha hecho que éstos cambien su principal área de negocio. ¿Y si son grupúsculos, por qué no se ha acabado con ellos? Sí, don Javier necesita un descansito.
VI. A unos días de festejar la Independencia de México, Héctor Serrano, secretario de Gobierno del DF, indicó que éste espera que el gobierno federal resuelva el conflicto con el Sindicato Mexicano de Electricistas para que sus integrantes levanten el plantón en la plancha del Zócalo.
“Tengo entendido que habrá una reunión con la Secretaría de Gobernación y estamos a la espera de que el jefe de Gobierno (Marcelo Ebrard) platique con Martín Esparza, líder del extinto SME”. Palabrería pura. Son sus aliados y les ceden los espacios: que hagan lo que se les pegue la gana y mantengan a una ciudad como rehén.

Itinerario Político
¿Melón o sandía?; dilema en el PRD
Ricardo Alemán
EL UNIVERSAL
¡Aún no se enfría el muerto y los vivos o los vivales ya pelean la herencia!

Esa podría ser la conclusión de la “división anunciada” entre la llamada izquierda mexicana. El muerto, claro, es la unidad en las llamadas izquierdas. Y la herencia es el “capital político” producido por 15 millones de votos y… sus respectivos votantes.
Y es que cuando Andrés Manuel López Obrador no ha iniciado los detalles logísticos para la construcción del Partido Morena (PM), resulta que tanto los adversarios como los leales a AMLO ya pelean los restos de lo que fue el “movimiento progresista”. Y por eso la pregunta. ¿Qué es, en concreto, lo que pelean?
Poca cosa; pelean la supervivencia de la franquicia político electoral del partido amarillo y el valor político, económico y simbólico que han producido y producirán los 15 millones de votos conseguidos por López Obrador y los tres partidos que lo empujaron como candidato presidencial.

Y es que ese “capital político” –que según reputados especialistas de la ciencia política es mucho más que una mina de oro–, también es la sangre capaz de mantener vivo y/o matar a un partido político. Por eso, los verdaderos jefes del partido madre de la izquierda, el PRD, ya iniciaron una campaña para impedir la “diarrea” –así le llaman algunos–, de militantes que supone la creación de una nueva alternativa partidista de izquierda. Es decir, que según cálculos conservadores, por lo menos dos tercios del voto que simpatiza con el Movimiento Progresista, son voto y votantes que se podría llevar el Partido Morena.
Claro, eso sin contar con la salida de cuadros que abandonarían las filas del partido amarillo, para enrolarse en el puro y duro “lopezobradorismo”. Hoy, por cierto, no es significativo el número de cuadros y dirigentes del PRD que acompañan a López Obrador en su aventura. Y la razón es elemental: el partido del mesías aún no existe. Sin embargo, y frente a la hipótesis de que en las elecciones de 2015 y 1018 ya sea legal el “Partido Morena” (PM), entonces la “diarrea” de militantes y dirigentes podría colapsar al partido amarillo, que en sus mejores momentos no ha pasado del 17% del voto nacional y, en los peores, apenas llega al 12% de las preferencias.
Por lo pronto –y con una candidez propia de los “ternuritas”–, reputados líderes de la verdadera izquierda, como Alejandro Encinas, hacen esfuerzos por impedir la fractura anunciada del PRD y Morena. Dice Encinas que no es necesario crear un nuevo partido, sino una suerte de partido coalición que agrupe al PRD y a Morena. Encinas sabe bien de lo que habla, y conoce el peligro de la “balcanización” de la izquierda.
Pero el escenario es aún peor, si se toma en cuenta que otros líderes de las llamadas “izquierdas emergentes”, como Manuel Camacho, ya auguran un fracaso para 2015 y 2018, si el PRD y Morena van separados a esas contiendas electorales. “Sería un suicidio”, dice. Sin embargo, parece que no quiere ver que suicidio ya empezó y que es un suicidio lento, con horario y fecha en el calendario.
¿Por qué?
Porque la historia ha probado, en México y el mundo, que una condición fundamental para el triunfo electoral es la unidad. De hecho, el PRI está de vuelta en el poder, porque logró la unidad. Y AMLO lo que propone es la balcanización de las izquierdas. Sin embargo, la decisión extrema de convertir a Morena en partido político supone –por lo menos–, que no sólo fracasaron los intentos de AMLO por apropiarse del control corporativo del PRD, sino que tampoco logró convencer a los dueños de los groseros partidos familiares que lo apoyaron.

Nos referimos al PT y Movimiento Ciudadano. ¿Qué pasó en el caso de los salinistas Alberto Anaya y Dante Delgado? ¿No les llegó al precio? ¿No era más fácil convertir Convergencia en Morena? ¿No era más práctico mudar las siglas del PT en las del PM?
Lo cierto es que pueden decir misa los “genios” que dicen conocer a las izquierdas. Pero la salida de AMLO del PRD es el más duro golpe al partido amarillo en su historia, –y no se diga la debacle que puede significar para el PT y MC–, por decir lo menos. Sin embargo, la crisis no se producirá por la salida del líder, sino por lo que se lleva. ¿Qué se lleva?
Se lleva el combustible histórico de las izquierdas; la protesta, la irreverencia, el plantón, la movilización… se lleva la calle y, con la calle, a los millones de ciudadanos sin esperanza, sin empleo, sin casa, sin sueños. AMLO se convertirá en el pastor del “pueblo bueno”, cuya misión será acabar con “la mafia” del poder. Por lo pronto, en el PRD los dirigentes y militantes han sido empujados a tomar partido; por melón o por sandía. Al tiempo.

Campos Elíseos
La Morena de la Roma

Katia D’Artigues
EL UNIVERSAL
El panorama del divorcio de AMLO con los partidos de izquierda comienza a verse un poco más claro. En la casa de AMLO en la Roma (ahora habrá La Morena de la Roma que competirá en peregrinación política con la del Tepeyac) están muy optimistas con que les será relativamente fácil crear un partido.

Hay dos elementos que les hacen pensar eso. Primero, que aunque les falló y feo el 1 de julio para cuidar casillas, la estructura de Morena —que nació de la misma matriz política del PRD— ya está hecha como para partido. Con consejos distritales y estatales.

La segunda es que según una encuesta que ellos tienen, la identificación de Morena está incluso arriba que la del PRD: 38 contra 34 %. Y con muchos menos negativos, pues claro, aún ni nace. Eso dicen ahí. Si de algo le sirvió a AMLO la campaña pasada fue para bajar negativos, algo que muchas personas creían que no lograría.
Tendrán que ir solos a las elecciones del 2015 y si conservan el registro, para el 2018 ya podrán coaligarse. Por otro lado, queda claro que Marcelo Ebrard se quedará en el PRD. Ayer lo dijo muy claro en entrevista con Joaquín López Dóriga: Por lo pronto buscará la ansiada unidad del Movimiento Progresista, pero en cuanto pueda sí buscará dirigir al partido. Necesita una posición de exposición nacional para no perderse.
Desde ahorita está presente, pues, en la lucha por el 2018, si Ebrard o AMLO serán el candidato. ¿O quizá alguien más? ¿Miguel Ángel Mancera, si es que su gestión frente al DF resulta muy exitosa? ¿Y alguien del otro lado de AMLO para equilibrar la probabilidad? Y hasta ahora también tienen la determinación de que irán juntas todas las izquierdas. Bien saben la verdad dicha por la porra (adaptada): La izquierda/ desunida/ jamás será elegida.
Luego de escuchar el discurso de Enrique Peña Nieto el lunes pasado durante la reunión de los 300 líderes más influyentes del país, en la cual dijo que “un presidente no tiene amigos” y las reacciones que se han registrado, creo que es hora de hacer una versión 2012 de la canción de Roberto Carlos, la de “Yo quiero tener un millón de amigos”. —Yo quiero tener un millón de amigos/ y así más fuerte poder cantar.
Esta columna, siempre interesada en que la clase política que nos gobernará a partir del 1 de diciembre entienda claramente el mensaje, cree que es necesario hacerle algunos arreglos y comenzar a entonarla así:
— No quiero tener un millón de amigos / y así más fuerte poder trabajar…
Sincerémonos, ¿cuántos priístas no están esperando que llegue el 1 de diciembre, o antes, para que sean llamados a ser parte del nuevo gabinete?
Al menos ayer, un destacado priísta, ex secretario de Estado, ex canciller, trató de hacer un guiño político e intentar quedar bien con el presidente electo. Fue durante la firma de un acuerdo de colaboración entre el próximo gobierno y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la OCDE, presidida por José Ángel Gurría, quien recordó las palabras del presidente electo.

Él, quizás intentando quedar bien, dijo que en ese organismo “tiene muy buenos amigos”. Ándele pues.
Pero Peña Nieto insistió en sus declaraciones. Afirmó dijo que el presidente “necesita aliados, no amigos”. Es más, insistió en muchos aliados.
¿Quiénes le toman la palabra? ¿Quiénes se sientan a esperar otro turno? ¿Qué amigos estarán de acuerdo con sus iniciativas de transparencia?
Me gusta la invitación que en varios periódicos publicó ayer el gobierno de Guerrero, encabezado por Ángel (le faltó poner Heladio) Aguirre Rivero, para la inauguración de la exposición “Colores de México”. Se inaugura el próximo día 15 y estará abierta hasta el 2 de diciembre. El pequeño detalle es que esta exposición estará montada en la Casa del Folklor y las tradiciones… en Bruselas, Bélgica.
¿Quién se anima?
Él lo dijo:
— La bandera que nos guía y conduce es la de la justicia y la verdad: Moreira… bueno, el gobernador actual de Coahuila, de nombre Rubén. Refiriéndose a las Fuerzas Armadas. No crea que a la ética de los políticos.
En la Cámara de Diputados, ya no hay una propuesta de reforma en materia laboral, sino dos. ¿Quiénes las han presentado? En la edición online de esta columna se lo detallo, además de cómo se integran los equipos de transición en Yucatán, y la preparación de las despedidas presidenciales.

La mañana siguiente

Raymundo Riva Palacio
ZOCALO SALTILLO
El adiós al PRD de Andrés Manuel López Obrador debió haberse dado hace una década, cuando secuestró al partido tras acosar y hostigar a Cuauhtémoc Cárdenas, romperle las fuentes de financiamiento –la principal, del mecenas político Carlos Ahumada a través de la ex dirigente del partido Rosario Robles–, y montarse en el aparato burocrático que controlaba la corriente de “Los Chuchos”, en aquél entonces aún débil. En ese momento nadie se atrevía a desafiarlo y lo acompañaron a regañadientes en la elección presidencial de 2006, donde los maltrató y humilló.
López Obrador contendió con una estructura paralela a la que delegó los recursos y la organización. Usó al PRD como comparsa y para que le diera los votos de la estructura. Durante los siguientes años, López Obrador se burló de su partido, violó sus estatutos, y toda institucionalidad política al hacer campaña y pedir el voto en 2009 para el PT y no para el PRD.
Tampoco se atrevieron a romper con él y permitieron en 2011 que a golpe de manotazos y amenazas le quitara la candidatura presidencial de la izquierda a Marcelo Ebrard, pese a estar empatados en las encuestas y a que en cuanto a fortalezas y debilidades, el jefe de Gobierno del Distrito Federal era mejor candidato.
La derrota en 2012 lo llevó a una nueva impugnación electoral, mal armada por los abogados, peor argumentadas por sus voceros, y débiles para invalidar la victoria de Enrique Peña Nieto, derivado de una apuesta, una vez más con fichas falsas. La más importante, el movimiento que fundó, Morena, que fracasó estrepitosamente, y que lo engañó con un padrón electoral inflado y con la promesa de vigilar todas las casillas electorales, y fallar en más del 30%. Fue una debacle política y en la opinión pública, al rozar algunos elementos de la impugnación en el ridículo, que facilitó el final con el PRD.
El presidente del PRD, Jesús Zambrano, en el último soplo de apoyo, dijo que lo acompañaría hasta la calificación de la elección. Pero la mayoría que importa lo dejó solo. Ebrard, agraviado por el chantaje durante la nominación presidencial, lo abandonó abiertamente. El carismático candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Mancera, se le escondió cuantas veces pudo. Los gobernadores electos mantuvieron distancia. Los senadores y diputados electos rechazaron sus presiones para no tomar protesta. El PRD, en síntesis, lo mandó a Siberia.
Sin poder estirar más, tuvo que hacer lo que la izquierda no se atrevió nunca: decirle adiós. López Obrador esperaba crear un cisma y detonar las deserciones, pero ese cálculo también le salió mal. Sus incondicionales –como Izquierda Democrática de René Bejarano y su ex coordinador de campaña Ricardo Monreal–, se quedaron quietos en sus posiciones legislativas, y derramaron algunas lágrimas pero no repudiaron la dieta.
Ahora, sin las ataduras y los chantajes de López Obrador, el tiempo llegó para la izquierda moderna y parlamentaria. Siempre será útil la izquierda social, que representa el ex candidato, pero como instrumento de presión, no como agente de cambio. Si no hay condiciones insurreccionales, la lucha se da en las instituciones, no en las calles.
Ahí está el futuro. En el Congreso y el Senado se encuentran algunos de los nuevos liderazgos de la izquierda. Afuera de ellos brillan Mancera, la gran figura emergente, y si se logra una buena negociación entre “Los Chuchos” y el nuevo jefe de Gobierno, para que el ex senador Carlos Navarrete se encamine a ser su sucesor en 2018, esa corriente le cederá el partido a Ebrard, quien depende de ese pacto para sobrevivir seis años y aspirar a la candidatura presidencial.

López Obrador quiere convertir a Morena en partido, pero faltan dos años para que se levante la veda a nuevos partidos. Sin el financiamiento que le daban los gobiernos del PRD, su travesía por el desierto será sin agua. Aun así, con López Obrador nada se sabe, pues es posible que renazca. Pero la oportunidad ya no será para él, sino para esa nueva izquierda que tiene que construirse y conquistar a todos aquellos que López Obrador alejaba. El adiós del ex candidato les regaló esta posibilidad de vivir y crecer. Quizás, incluso, hasta para ganar la Presidencia en seis años.

Jaque Mate
Después de AMLO

Sergio Sarmiento
ZOCALO SALTILLO
Andrés Manuel López Obrador no se separa de la izquierda sino del PRD. Su Morena tendrá seguramente el apoyo de la mayoría de quienes hoy militan en el Partido del Trabajo y en Movimiento Ciudadano. Al PRD simplemente lo dividirá.
Parece insensato que la izquierda se separe en un momento en que acaba de convertirse en la segunda fuerza política del país. Pero López Obrador no se atiene a la lógica tradicional al tomar sus decisiones.
Desde hace tiempo las diferencias entre Andrés Manuel y las otras fuerzas importantes del PRD, especialmente el llamado grupo de los Chuchos, han sido manifiestas. De hecho, el domingo 9 de septiembre López Obrador no se molestó en explicar las razones de su separación del partido en el que ha militado 23 años y del que fue presidente. Dio por hecho que todo el mundo las conocía.
Es verdad que Jesús Zambrano, el presidente del PRD, acompañó a López Obrador hasta al final de su sueño de campaña y en todas sus protestas por el resultado de la elección. Pero una vez emitido el fallo del tribunal, Zambrano no ha querido ya seguir a López Obrador por el camino de la presidencia legítima y el desconocimiento del presidente electo. Bien sabe el daño que esto le hizo al PRD a partir del 2006.
La principal víctima de la decisión de López Obrador será la izquierda. Una de las razones por las que ésta tuvo el excelente desempeño del 2012 fue por la unidad de sus tribus. Una izquierda dividida difícilmente logrará mantenerse como la segunda fuerza política del país. Sus posibilidades de lograr el triunfo en el 2018 se ven reducidas de manera significativa.
López Obrador ha dejado ya en claro que no se retirará a su rancho tras la derrota de este 2012. Su táctica será la misma del 2006. Aun cuando no se autoproclame esta vez presidente legítimo, ya ha anunciado que no reconocerá a Enrique Peña Nieto como presidente de México. Montará una nueva campaña de seis años con la bandera de que ha sido despojado dos veces de la Presidencia de la República.

Andrés Manuel es el político más carismático con el que hoy cuenta la izquierda… de hecho, el país. Considera que merece un partido hecho a su medida en el que no tenga retos o cuestionamientos como los recibidos en el PRD.
El reto para el PRD, mientras tanto, se vuelve enorme. El partido pierde a su político más atractivo y el que mayor número de votos le ha generado. Pero esto puede ser también una oportunidad. López Obrador representa una izquierda personalista con la que no se identifican muchos demócratas de izquierda. Éstos necesitan a un nuevo líder.

El PRD tiene una gran estructura nacional, muy superior a las que el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano le puedan prestar a López Obrador. Pero necesita desarrollar nuevos posibles candidatos. Ni Jesús Zambrano ni Jesús Ortega tienen el carisma personal para ser el futuro del partido. Su mayor error sería tomar la partida de López Obrador como excusa para construir sus candidaturas a la Presidencia. Necesitan encontrar a nuevos posibles aspirantes con mayor atractivo personal.
Marcelo Ebrard sería una opción lógica, siempre y cuando no decida seguir a López Obrador a Morena. Miguel Ángel Mancera, si bien no pertenece ni al PRD ni a ningún otro partido, parecería tener ese carisma que le permitiría construir esa candidatura en sus años de gobierno en la capital. Lázaro Cárdenas Battel, quien ha estado distanciado de la actividad pública, parecería ser otra opción.

Tendría el apoyo de su padre, Cuauhtémoc, quien sigue siendo una de las figuras más respetadas del PRD. De hecho, Cuauhtémoc puede ser una figura crucial en la reconstrucción del partido que él fundó en 1989.

Cristalazo
Del plato a la boca…
Rafael Cardona
CRONICA
Demasiado corto es este espacio para explicar cómo funciona la disciplina del Partido Revolucionario Institucional, condición indispensable para su funcionamiento a lo largo de la historia, y como se ve, valor insustituible en esta etapa, llamada rencorosamente por algunos, “La restauración”.

Sin su disciplina interna, feroz e implacable, donde sucumben afectos y sentimientos en pro de un bien mayor, el PRI no habría regresado al poder. Este regreso –además— ha sacado al PRI de la orfandad en la cual se debatió casi doce años. Si el Presidente de la República era el concentrador y al mismo tiempo el distribuidor del poder nacional; árbitro,  verdugo, abogado y proveedor, los años fuera de la presidencia fueron entre otras cosas, un experimento de supervivencia sin esa figura central; dínamo y depósito.
Hoy esa figura ha vuelto y se ha instalado como la pieza faltante de la maquinaria cuyo funcionamiento (basta ver los primeros actos públicos de Enrique Peña) apabulla por la contundencia, la precisión y la seguridad. No sólo la garantizada por el EMP, sino aquella relativa a la certeza propia. Hoy los grupos de transición no tienen otra obligación sino cuidar al Presidente electo Enrique Peña Nieto y pavimentar –“con nuestra propia piel, si fuera necesario” (me dijo un colaborador suyo)—, todos los senderos al fin de los cuales está la Casa Presidencial de Los Pinos.
Para entender la disciplina, cuya verdadera naturaleza va más allá de la simple y repugnante lambisconería, nos deberíamos acordar de la historia de Aarón Sáenz. Demasiado trágica por una parte y demasiado bien pagada por la otra. El reconocimiento y el pago, también son parte de la disciplina de los herederos de la Revolución donde todo se perdona excepto usurpar (o tratar de hacerlo) las facultades, potestades, privilegios y la escena del Presidente.
Por eso lo dijo Fidel Velásquez con toda claridad: quienes se mueven, no salen en la foto. Yo diría más, los apresurados e imprudentes, quienes quieren repartir lo ajeno y exhibir cargos todavía no resueltos; quienes se calientan como el granizo y se apresuran con urgencias de adolescente, se salen de la foto.
Pero eso es cuestión de aprendizaje. Por eso la carrera dentro del PRI es lenta y  penosa y por eso es muy difícil para los recién llegados, especialmente si provienen de otros usos y otras costumbres, como el asambleísmo universitario o la “democracia” tribal,  entender cuando se habla y cuando se guarda silencio.
En este sentido la designación de Rosario Robles dentro del equipo transitorio (lo transitorio es habitualmente distinto de lo permanente) causó mucha sorpresa dentro y fuera del partido. No todos aplaudieron, pero todos se plegaron. A fin de cuentas es una capacidad del Presidente electo decidir de quién se vale y a quién llama a su equipo, por las meras razones de su voluntad.
Pero si la designación causó sorpresa, las recientes declaraciones de Rosario en torno de cómo va a modificar los programas sociales de Sedesol, tumbaron a más de uno de la silla.
El diario El Universal publicó el lunes esta nota:
“Rosario Robles Berlanga, vicecoordinadora de Política Social del equipo del Presidente electo, Enrique Peña Nieto, asegura que entre sus prioridades está mantener el programa contra la pobreza “Oportunidades”; pero bajo una nueva estrategia que realmente permita combatir la miseria y la desigualdad.

“Queremos romper con esa lógica individualista, para pasar a una perspectiva de participación comunitaria de los propios beneficiarios y de corresponsabilidad, no sólo en una visón asistencialista”, dijo en entrevista.
Un anuncio de esas dimensiones le queda reservado, dentro de la lógica cautelosa con la cual Peña ha dosificado sus anuncios (el ejemplo del IFAI del lunes es muy visible y cercano), al Presidente electo o al presidente en  funciones y no le corresponde a sus subordinados (en la lógica pétrea de la disciplina priista) ofrece primicias para alzarse el cuello,  especialmente a esos a quienes se les advirtió claramente la fugacidad de sus nombramientos en el equipo de transición.
Seguramente no hay ni el menor asomo de malicia por parte de la maestra Robles: Quizá habló emocionada por la posibilidad de recibir el importante encargo de la política social y distribuir en beneficio de los mexicanos más pobres miles y miles de millones de pesos (más de 90 mil) en afán redentor y justiciero.
Pero ella, así haya recibido la promesa, no es todavía integrante del gabinete de Peña Nieto, por una sencilla razón, porque no hay gabinete. La función del equipo de transición es garantizar el orden en la “entrega recepción”. Las definiciones nacionales, los golpes de timón, el cambio de largo alcance en las políticas públicas vendrán después.
Y cuando vengan, con tambores y platillos los anunciará el Presidente.
¡Cuidado! Del plato a la boca, se cae la sopa.

Horizonte político
PRD; ¿acatar o no acatar?
José Antonio Crespo
Correo
Si nuestra democracia parece estar dando vueltas en círculo, en parte se debe a que no se tiene el mismo concepto de democracia. Por ejemplo, entre las reglas electorales, es vital el reconocimiento de un resultado desfavorable. De lo contrario, las probabilidades de preservar la estabilidad y la gobernabilidad se reducirán gradualmente. Justo por la importancia que ello reviste, las democracias buscan incorporar a los contendientes en la formulación de las reglas y en la selección del árbitro, para así fortalecer el compromiso con los resultados.
La diferencia entre las democracias avanzadas y las rezagadas radica menos en las irregularidades o inequidades que pueda haber, y más en la aceptación del resultado por los perdedores. Un ejemplo típico es el de Al Gore en el año 2000. Los medios habían anunciado una gran ventaja para George Bush en Florida, estado determinante en la elección. Gore ya había dicho a su rival por teléfono que aceptaría su derrota en ese momento. Su equipo le dijo que esperara, pues su programa preliminar registraba sólo 1500 votos de ventaja para Bush. Gore decidió impugnar los resultados por todas la vías legales. La Corte de Florida – de inclinación demócrata – determinó un recuento total en el estado que, conforme avanzaba, reducía la distancia entre los punteros. Cuando esa diferencia era de apenas 158 votos, la Suprema Corte Federal – de inclinación republicana – ordenó suspender el recuento para determinar si éste era legal. Tras las audiencias de rigor, la Corte decidió que el recuento ordenado en Florida sí era legal, pero que el tiempo para continuar con ese ejercicio… ¡se había agotado¡ Se comprobó también que la secretaria de gobierno en Florida había rasurado del padrón a 20 mil electores demócratas, pero eso no era causal de nulidad (y había que acatar es disposición legal). Ese sí que fue un claro fraude, determinante en el resultado. A diferencia de lo que se cree, tales irregularidades son habituales en ese país. Algunas veces son determinantes (también en 1960), aunque la mayoría no (John Fund, Stealing Elections; 2004). Pero Gore felicitó públicamente a Bush: “No estoy de acuerdo con la decisión de la Suprema Corte – dijo -, pero la acepto… por el bien de la unidad y el fortalecimiento de nuestra democracia”.
En México las cosas son distintas; conceder suele ser visto (al menos en la izquierda) como claudicación a principios, traición a los seguidores, ser lacayos de la mafia del poder, un suicidio político o incluso como una posición antidemocrática (aunque cuando Ebrard aceptó su derrota frente a AMLO, los obradoristas lo celebraron como una actitud democrática). Cuenta desde luego la personalidad de los candidatos, pero más importantes son los incentivos creados históricamente para aceptar o desconocer una derrota. Desde el origen mismo de la democracia norteamericana, los empresarios y líderes políticos que apoyaban a un candidato lo hacían hasta que se emitía el fallo oficial. Después, le condicionaban su respaldo futuro a que acatara el veredicto, poniendo fin al conflicto. Y es que a esos promotores no les convenía en absoluto la inestabilidad que podría derivarse de un desacato y la consecuente rebelión (armada o no). De ahí que los incentivos para conceder sean muy fuertes en ese país.
Aquí sucede a la inversa. López Obrador tiene fuertes incentivos intrapartidistas para no reconocer su derrota; le permite presentarse como víctima, lo cual le da nuevo aire para  mantener un liderazgo moral y fáctico. Pero también hay incentivos externos al partido. Recientemente, John Ackerman (Proceso, 1/Sep/12) ha listado los réditos políticos que – a su parecer – derivaron de no acatar el veredicto en 2006: reformas favorables a la izquierda en materia electoral, penal, de derechos humanos y transparencia. Sin la presión social derivada del no reconocimiento no se habrían dado tales avances. Además, la izquierda pudo frenar las reformas que no le gustan, como la energética. Igualmente se logró remover prematuramente a Luis Carlos Ugalde, presidente del IFE en 2006. Sin embargo, una encuesta reciente señala que 26% considera que desconocer es una acción democrática, en tanto que 61% piensa que eso daña a la democracia, pese a reconocer irregularidades (Reforma, 9/Sep/12). Por lo pronto, la salida de López Obrador del PRD para buscar su propio espacio, deja a aquel partido en mayor libertad para jugar de manera más institucional, sin los esquizofrénicos malabares de estos últimos años.

Astillero
•    Premiar al acusado
•    EPN y sus amigos
•    Error en el Edomex
•    Gurría y el petróleo
Julio Hernández López

Enrique Peña Nieto está actuando con una significativa insensibilidad política que no solamente se acerca a los linderos de la imprudencia sino que, vistas las circunstancias nacionales de irritación por disensos electorales y malos gobiernos, adquiere niveles de provocación social.
Muestras recientes de esa insensibilidad se han tenido en la integración facciosa del equipo operativo de la transición del Poder Ejecutivo federal (cuotas, juniorismo, predominio mexiquense, personajes menores, reivindicaciones ahumadas). Además, Carlos Salinas de Gortari y Arturo Montiel han encontrado condiciones propicias para mostrarse públicamente en condición de triunfadores por cuanto han tenido un porcentaje accionario importante en la concepción, difusión y lanzamiento del producto presidencial dado por válido por un tribunal electoral mercantil. El ex presidente se declara en situación de sonrisa tatuada, al estilo de la hoy políticamente inexistente Josefina Vázquez Mota, y el ex gobernador del estado de México, el tío Arturo, jura que nunca se ha quedado ni con un peso que le sea ajeno. También han asomado por allí Ulises Ruiz, anunciando delegados federales en Oaxaca; Mario Marín, el ex góber precioso; Humberto Moreira, quien juguetea con la idea de ser candidato a alcalde de Saltillo, y en lista de espera para reapariciones está anotado cuando menos un ex mandatario tamaulipeco.
Pero el colmo de esa insensibilidad (hasta la fecha, pues día a día se hacen esfuerzos para ir rompiendo marcas) se ha dado con la designación de Raúl Murrieta Cummings como nuevo miembro del equipo de transacción, es decir, de transición del peñanietismo. A no ser por la extrema condición anómala de este funcionario, quien ocupa la Secretaría de Finanzas del gobierno del estado de México, su extemporáneo nombramiento apenas merecería algún comentario menor, relacionado con el poder del VVV (virtual vicepresidente Videgaray), pues logró agregar a la lista original de esos equiperos a uno de los suyos.
Sin embargo, la anomalía podría llegar a terrenos delictivos y la mencionada designación podría ser temprana y contundente muestra de una vocación peligrosa por la protección a quienes cumplen con tareas hacendarias sucias. Resulta que Murrieta Cummings ha sido el principal personaje público involucrado en oscuras maniobras que han sido denunciadas judicialmente bajo la sospecha de que permitieron trasladar dinero del erario mexiquense a cuentas de particulares para servicio de la campaña presidencial del ex gobernador Peña Nieto.
Aun cuando originalmente había negado y desdeñado las acusaciones hechas por el ahora diputado Ricardo Monreal, en el sentido del pago a particulares desde una cuenta bancaria supuestamente utilizada solamente para depósitos y movimientos internos, Murrieta Cummings acabó reconociendo que la denuncia del lopezobradorista estaba fundada en errores cometidos por Scotiabank. El principal error significó que apareciera como realizado un pago por 50 millones de pesos a Marco Antonio González Pak, estudiante de 25 años de edad que funge como gerente de ventas de una firma chihuahuense, dedicada al ensamble de carrocerías y remolques para automóviles y camiones, que en 2011 reportó en ceros su rubro fiscal de pago de impuesto sobre la renta.
El error relacionado con 50 millones de pesos mereció una pronta corrección del Banco de México, que expidió un nuevo documento en el que ya aparecía como beneficiario de esa transacción el propio gobierno estatal. Luego el banco central explicó que la maniobra tuvo como origen una equivocación original del banco privado. Murrieta Cummings invocó la posibilidad de que un algoritmo hubiera generado la pifia involuntaria.
Ninguna de estas correcciones y explicaciones se habría producido si Monreal no hubiera presentado la prueba documental correspondiente. En un sistema judicial sano, el simple manoseo de un asunto relacionado con 50 millones de pesos de dinero público irregularmente asignados a un particular habría llevado a considerar seriamente las acusaciones del lopezobradorismo respecto a desvío de fondos del erario mexiquense para financiar parte de la muy costosa campaña presidencial de Peña Nieto.
Mas no todo queda en el plano de la especulación política o electoral. El Movimiento Progresista denunció la presunción de peculado, evasión fiscal, lavado de dinero, delincuencia organizada y otros delitos financieros y administrativos. Y, sin embargo, Peña Nieto, probablemente a instancias de Luis Videgaray, acusado de manejar chequeras del gobierno mexiquense para hacer pagos de actos de campaña priísta, designó al acusado de tales trasiegos, Murrieta Cummings, como miembro del equipo de transición, sin esperar a que se desahoguen las eventuales diligencias judiciales relacionadas con el caso y sin la sensibilidad política (mencionada al inicio de esta columna) que debería llevar, cuando menos por prudencia, a evitar el premiar públicamente al acusado de permitir o promover maniobras de financiamiento ilícito de una campaña marcadamente señalada por sus excesos pecuniarios y por la recurrencia a las tesorerías estatales como fuente de financiamiento. Lo bueno es que Peña Nieto dice que ya en el poder no necesita amigos, sino aliados.
Por cierto, el amigo de Salinas y Peña Nieto, José Ángel Gurría, se ha puesto crítico del sistema mexicano de cuyos resultados ha sido corresponsable. Hablando de las paradojas nacionales y considerando que ya es hora de salir de la mediocridad, el directivo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos habló más como miembro del grupo priísta que llega al poder que como alto funcionario de esa suerte de club de países ricos a los que amistosamente EPN prometió abrir a la participación privada el suculento platillo de los energéticos mexicanos.
Y, mientras Ebrard y Camacho siguen elogiando la estrategia dominical de AMLO y en el PRD insisten en que más adelante habrá reunificaciones tácticas, ¡hasta mañana!