Calaveras multicolores, esqueletos de papel, pan de muerto y flores de color naranja intenso lucieron hoy en el corazón de Roma, gracias a un enorme altar de muertos instalado por un grupo de mexicanos que residen en esa ciudad.

Durante toda la tarde de este viernes decenas de turistas y curiosos se acercaron hasta un antiguo salón de la céntrica Via del Caravita, para admirar las tradiciones del Día de Muertos expuestas por la Comunidad Católica Mexicana de Roma.


De cuatro metros de ancho, por seis de alto y dos de profundidad, construido sobre varios niveles y decorado con una enorme silueta de calavera color morado, el altar se convirtió en un atractivo para los turistas que visitan Roma, en estos días de temporada alta.

“Esta vez no lo dedicamos a un tema especial, como el año pasado a las muertas de Juárez, sino que cada uno de los involucrados ofrecimos el altar a nuestros propios difuntos, nuestros tías, abuelas, hermanas”, dijo a Notimex una de las organizadoras, Miryam Garza.

“Claro que se trata de una expresión de la cultura mexicana, pero a la vez es una manifestación muy personal, porque cada una de las personas puso lo que a sus muertos más les gustaba, por eso fue muy sentido”, agregó.

El toque femenino se notó en el montaje, muy cuidado y con todos los detalles propios de México. Esto y la ubicación estratégica de la Sala Farmacia, de camino a la Fuente de Trevi y a escasos metros de la Via del Corso, despertó la curiosidad de los turistas.

Tras la inauguración del altar, el jueves, las personas que se acercaron a visitarlo quedaron doblemente sorprendidos porque además de conocer las tradiciones de un país de otro continente, también probaron parte de su gastronomía.

Entre el jueves y este viernes, las más de mil personas que -según estimaciones de los organizadores- desfilaron por el lugar degustaron tamales, pan de muerto y frutas.

Además recibieron explicaciones en sus idiomas, del italiano al español pasando por el inglés, el francés o el alemán, sobre esta tradición prehispánica mexicana.

Los visitantes “nos preguntaban el significado de las imágenes, la comida, los niveles, qué querían decir. Luego cuando les ofrecíamos de comer o alguna fruta se quedaban contentos”, contó Garza, de la mesa directiva de la Comunidad.

Para estos mexicanos el poder divulgar las tradiciones de su país no ha sido una tarea fácil. Durante años han traído desde México y casi como un “transporte hormiga”, adornos de papel de china, calaveritas y guirnaldas multicolores.

Luego la Sala Farmacia se convirtió en el lugar ideal para la instalación de la llamada ofrenda, porque se trata de un espacio que en la antigüedad era ocupado por una botica de religiosos jesuitas y está anexa al oratorio del Caravita, donde la comunidad mexicana se reúne.

Con murales de antiguos hombres de ciencia, todos muertos, el espacio creó la atmósfera adecuada no sólo al altar, sino a una mesa cercana donde se colocaron varios platillos de la comida mexicana.

Mientras, en el altar, desde pequeños marcos fotográficos los retratos de los difuntos dominaron la escena junto a las cosas que más disfrutaban en vida: cigarros, cervezas mexicanas, frutas, chocolates, chiles, dulces y calaveritas de azúcar.

“Fue un trabajo muy pesado, pero da gusto que la gente se interese por nuestras costumbres, no lo ven como algo de miedo, sino como una expresión del pueblo”, dijo Garza.