Las historias tienen que escribirse y los pronósticos quedan de lado cuando el balón impone su ley. Esta máxima volvió a cumplirse en el Clásico Del Norte 96, cuando unos desahuciados Tigres derrotaron a domicilio a unos favoritos Rayados, para seguir estirando sus esperanzas de calificar.
Unos felinos calculadores, pero nada fríos, dieron cuenta de un Monterrey ambicioso, pero sin argumentos, para romper una racha de cuatro años sin triunfo en el duelo del orgullo, y poner de cabeza a la mitad de la Sultana del Norte.
Alan Pulido fue el héroe inesperado de la batalla, entrando como relevo y anotando el único tanto de encuentro, que de paso rompió una racha de Rayados de cuatro partidos sin recibir gol de su acérrimo rival.
La convicción que mostró Lucas Lobos de tropezar al rival se reflejó en todo el plantel, que vuelve a saborear el triunfo ante La Pandilla en la misma cancha donde ganó el Clásico la última vez, y donde rompe una racha de un año y 21 duelos sin derrota.
Con el resultado Tigres llegó a 20 puntos y quemó su último cartucho para buscar el milagro de la calificación, mientras que los albiazules se estancaron en 21, aunque tienen un partido pendiente ante el Toluca, donde definirán gran parte de sus aspiraciones.
Y el triunfo también tiene repercusión en la cuenta histórica, ya que los de San Nicolás sumaron su triunfo 34 por 33 de La Pandilla, por 28 empates y un duelo que no arrojó resultado.
En la fecha 17 los bengaleses cerrarán ante el América, mientras que los rayados visitarán al Cruz Azul.
La batalla no cambió la tónica de las últimas cuatro con Vucetich y Ferretti en los timones, aunque la gran diferencia fue unos visitantes convencidos de cómo explotar sus posibilidades al máximo.
Dos planteles cautos y sin arriesgar abajo se dieron con todo en el medio campo, brillando ahora la aplicación visitante para apagar las mejores individualidades de los de casa.
Fue así como Monterrey se fue diluyendo a lo largo del juego, inoperante para penetrar a una zaga felina que se multiplicó en el campo, y que condujo la batalla con mayor intensidad y astucia.
Tras un primer tiempo que dio poco para las emociones, Monterrey tuvo para irse al frente, pero perdonó al 57’. Fue en un centro de César Delgado a donde llegó solo De Nigris para empujar a segundo poste, pero dejó la pelota fuera del poste cuando Palos estaba vencido.
Ferretti había ya sacado a Luis García y Elías Hernández, intrascendentes en lo absoluto, y se revolucionó incorporando a Alan Pulido y David Toledo, y justo de esa fórmula surgiría la jugada del gol.
Fue al 62’, cuando luego de pasear la pelota por todo el campo, Damián extendió a Toledo por la derecha, y el volante recortó y puso una digonal desde la media luna buscando el área chica, donde Pulido llegó oportuno para ganar la marca a Basanta y empujar de punterazo el gol sobre Orozco, en el 1-0 que festejó la minoría.
Vucetich se dio cuenta que el partido se le iba, y sacó a un desaparecido César Delgado para mandar a Ángel Reyna, que lució más intenso, pero igualmente fue anulado.
“Tuca” tuvo que relevar a Dueñas por lesión, y mandó a Viniegra abriendo la puerta para letales contragolpes que sólo de milagro no acabaron ampliando el marcador.
Monterrey se vació en frágiles intentos buscando a un Suazo marcado hasta su sombra, y sólo estuvo cerca de generar peligro al 92’, cuando el chileno encontró un balón en el área y puso la pelota en el poste, desatando el alarido en la tribuna por lo que parecía el empate.
Segundos más tarde, Pulido ganó un balón largo y se fue solo desde medio campo contra Orozco, pero el portero aguantó a pie firme y lo desarmó evitando el 2-0 que parecía escrito.
No hubo para más y a los tres del alargue Marco Rodríguez silbó el final, terminando una historia que vuelve a pintarse de azul y amarillo después de cuatro años, y que da otra demostración de cómo el orgullo puede sacar a flote un partido que parece perdido en el terreno de la lógica.