Ángel Reyna y Marco Fabián encontraron la redención. Eran los villanos y se convirtieron en los héroes que necesitaba Chivas para salir a flote y evitar el hundimiento.
Ante Pumas, ellos y sus compañeros estaban obligados a ganar, y convencer. Si Reyna había sido criticado por el ídolo Ramón Morales al señalar que si “no corre, no sirve”, además de que el dueño del Rebaño Jorge Vergara había anticipado que no seguiría en el equipo; ahora ofreció la versión del hombre talentoso que se conoció en el América.
Marco, por su parte, había salido del Guadalajara por la puerta trasera tras un 2013 en el que le rogaba a la afición que lo dejara en paz y no lo abucheara, además de casi aceptar una oferta de Qatar.
Pero esta tarde, ante un estadio Omnilife abarrotado por la promoción del boleto de 1 peso, con sus miles de aficionados bajo el eslogan “Juntos vs Todo”, Fabián y Reyna los ejecutores anotaron los goles, pero en general el equipo se comprometió para aplicarse en la cancha y demostrar también que José Manuel de la Torre no se había equivocado al realizar nuevos ajustes que se vislumbraban arriesgados.
Por principio de cuentas, el técnico regresó a Luis Michel a la portería apostando por su experiencia, y mandó al joven Antonio Rodríguez a la banca. La lesión de Miguel Ponce le obligó a otros ajustes en la defensa para darle la oportunidad al americanista Carlos Salcedo a lado de Jair Pereira, y Carlos Salcido se recorrió a la lateral izquierda. David Toledo también reapareció en media cancha junto a Israel Castro, y mantuvo en el once a Reyna, quien había pasado inadvertido en la derrota ante Jaguares.
En los primeros 45 minutos, Chivas corrió, marcó, y los talentosos como Reyna,Fabián y Brizuela aparecieron. Pero en la segunda parte, Chepo optó por conservar la victoria y realizó cambios que alteraron su buen funcionamiento. Salieron Reyna, Toledo, y Salcedo, para el ingreso de Torres, Giovani Hernández y Vidrio.
Pumas ganó terreno y al 83 provocó un penalti que ejecutó Eduardo Herrera para darle mayor dramatismo al desenlace.
El final fue el de un manicomio, con más de 40 mil aficionados sumergidos en el éxtasis del triunfo.