La red de teleféricos urbanos más alta del mundo, a 4 mil metros sobre el nivel del mar, comenzó a funcionar el pasado viernes entre las ciudades bolivianas de La Paz y El Alto, con los objetivos de aliviar el caótico transporte e incentivar el turismo.
Es una ciclópea obra, inaugurada por el presidente Evo Morales, que ha cambiado el agreste paisaje de La Paz con sus 77 torres y coloridas estaciones de color rojo, amarillo y verde que representan la bandera boliviana.
A diferencia de los teleféricos de otras ciudades, estas cabinas serpentean entre el laberíntico entramado de los edificios paceños.
La línea roja es la primera en funcionar y a lo largo del año se unirán otras dos líneas.
Una vez en marcha las tres líneas, la red del teleférico sumará 10 kilómetros, 11 estaciones y 443 cabinas con capacidad para 10 personas que podrán transportar hasta 3 mil pasajeros por hora y sentido, y que conectarán El Alto con la residencial zona Sur de La Paz.
Las cabinas saldrán cada 12 segundos y, en el caso de la línea roja, unirán los centros de las dos urbes en aproximadamente 10 minutos. Unas 440 mil personas se desplazan a diario entre La Paz y El Alto, ciudades que hasta ahora estaban unidas por la única autopista del país.
Esta es una de las obras fetiche del Gobierno de Morales y ha costado 235 millones de dólares.
En la ceremonia no faltó la tradición andina de la ‘ch’alla’, una ofrenda a la ‘Pachamama’ o madre tierra para que bendiga y proteja la obra.
Los usuarios del teleférico pagan 3 bolivianos (algo menos de medio dólar).