Ucrania vivió el jueves su día más sangriento desde la época soviética con un enfrentamiento armado en el centro de Kiev, mientras el presidente Viktor Yanukovich enfrentaba presiones opuestas de ministros de la Unión Europea (UE) y de Rusia.

El Departamento de Salud de Kiev dijo que los muertos suman 75 desde el martes, con 39 fallecidos en los combates de ayer. Estos fueron por lejos los peores hechos de violencia desde que Ucrania abandonó la Unión Soviética, hace 22 años.

Tres horas de fuertes combates en la Plaza de la Independencia, que fue nuevamente capturada por manifestantes antigubernamentales, dejaron como resultado los cuerpos de más de 20 civiles desparramados por el piso, a pocos metros de donde Yanukovich se reunió con una delegación de la UE. Imágenes de video mostraron a agentes de la policía antidisturbios disparando desde un techo contra los manifestantes en la plaza, conocida como Maidan o “Euro-Maidan”.

En otro video, un militante de la oposición que usaba casco disparaba detrás de un árbol.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se declaró “espantado” por el uso de armas de fuego por parte de policía y manifestantes en Ucrania y exigió el fin inmediato de la violencia en el país.

La Casa Blanca alertó del aumento de la violencia en Ucrania, destacando el supuesto uso de armas de combate contra los manifestantes antigubernamentales.

Los ministros de Relaciones Exteriores de Alemania, Francia y Polonia se reunieron durante cuatro horas con Yanukovich y extendieron su visita hasta hoy viernes para presentar una hoja de ruta con una solución política a los líderes opositores. Fuentes diplomáticas conocedoras del tema dijeron que las discusiones involucraban un gobierno temporal hasta la celebración de nuevas elecciones.

En tanto, funcionarios de la UE acordaron en una reunión de emergencia en Bruselas avanzar con prohibiciones de visas y congelamientos de activos contra aquellos considerados responsables de la violencia, dijo la ministra de Relaciones Exteriores italiana, Emma Bonino.

En una clara señal de que Yanukovich está perdiendo respaldo, el alcalde de la ciudad de Kiev, elegido por él, renunció al gobernante Partido de las Regiones, en protesta por la violencia en las calles. Pero sus principales seguidores seguían a su lado.

El ministro del Interior interino, Vitaly Zakharschenko, dijo que los agentes de policía tenía armas de combate y que podría usarlas “de acuerdo con la ley” para defenderse a sí mismos y para liberar a los rehenes. El ministerio dijo que los manifestantes tenían a 67 agentes retenidos.

Rusia criticó las medidas de Europa y Washington, diciendo que son un “chantaje” que sólo empeora las cosas. El presidente Vladimir Putin mandó un enviado a Kiev para unirse a los esfuerzos de mediación con la oposición a pedido de Yanukovich. Ucrania es objeto de una puja geopolítica entre Moscú, que lo ve como un mercado y teme que las protestas lleguen a Rusia, y Occidente, que dice que los ucranianos deberían ser libres de optar por la reconciliación económica con la UE.

En un nuevo acto de presión para que Yanukovich restaure el orden si quiere recibir un préstamo vital para la economía del país, el primer ministro ruso, Dmitry Medvedev, dijo que Moscú no entregaría dinero a un liderazgo que permite que los opositores lo pisoteen “como a un felpudo”.

La canciller alemana, Angela Merkel por su parte, pidió a Yanukovich aceptar la mediación de la UE para poner fin a la crisis.

Los choques registrados el jueves, en los que ambas partes usaron armas de fuego, traumaron a muchos ucranianos, cuya Revolución Naranja de 2004-05 por la democracia fue mayormente pacífica.

Los enfrentamientos elevaron la preocupación del primer ministro polaco, Donald Tusk, de que Ucrania pueda entrar en una guerra civil o dividirse entre el oeste pro-europeo y el este de habla rusa.

Un comunicado de la oficina de Yanukovich indicó que una decena de policías murieron o resultaron heridos durante la ofensiva de la oposición. La página de internet del Ministerio del Interior instó a que los ciudadanos eviten el centro de Kiev. Colegios, restaurantes y muchos negocios en la activa ciudad de tres millones de habitantes estaban cerrados. El metro no funcionaba y los cajeros automáticos estaban casi sin efectivo.