Una nave de la NASA se encuentra en camino al asteroide Bennu. El explorador Osiris-Rex partió de Cabo Cañaveral, Florida, Estados Unidos, hoy por la tarde, justo antes de la puesta de sol.

Lo que marca el inicio de un recorrido de siete años en busca del asteroide, donde recogerá muestras para traerlas a la Tierra. La NASA ha buscado polvo de cometas y partículas de viento solar, pero es la primera vez que va tras un trozo de asteroide. Sería la mayor muestra espacial desde las rocas lunares recogidas por Apolo.

“La cartografía de Bennu es necesaria, por supuesto, pero también es un aspecto emocionante y técnicamente interesante de la misión”, dijo Ed Beshore, investigador principal adjunto de la Universidad de Arizona. La misión es administrado por el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.

Para identificar estas regiones dentro del asteroide, la nave espacial fue equipada con un instrumento que mide las firmas espectrales de los componentes minerológicos y moleculares del asteroide. El instrumento es conocido como OVIRS.

“OVIRS es clave para la búsqueda de compuestos orgánicos en Bennu”, afirmó Dante Lauretta, investigador principal de la misión Osiris-Rex. “En particular, vamos a confiar en ella para encontrar las áreas de Bennu ricas en moléculas orgánicas para identificar posibles sitios de muestreo de alto valor para la ciencia, así como la composición general del asteroide.”

Utilizando la información recogida, el equipo científico también estudiará el efecto Yarkovsky, o cómo la órbita de Bennu se ve afectada por el calentamiento superficial y la ventilación a través de su día. El asteroide es calentado por la luz solar y proyecta la radiación térmica en direcciones diferentes a medida que gira. Esta emisión térmica y asimétrica da Bennu es muy pequeña, pero logra un constante empuje, cambiando así su órbita con el tiempo.

Los objetivos

La comprensión de este efecto será ayudar a los científicos a estudiar la trayectoria orbital de Bennu, mejorar nuestra comprensión del efecto Yarkovsky, y además optimizar las predicciones de su influencia sobre las órbitas de otros asteroides.

Entre los objetivos de la misión encabezada por el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, destaca la toma de rayos X para mapear la superficie del asteroide para determinar sus propiedades física y químicas, información que permitiría mitigar un posible impacto contra la Tierra.

Se tiene contemplado que la nave regrese en el 2023. “Benny puede contener los precursores moleculares para el origen de la vida y de los océanos de la Tierra. Además es uno de los asteroides potencialmente más peligrosos ya que es relativamente alta la probabilidad de que impacte con la Tierra en el siglo XXII”, finaliza la NASA.