La pregunta flotaba en el aire… ¿Saldría El Sol? O sucedería lo de aquel noviembre de hace dos años.

Ayer, a las 21:00 horas, Luis Miguel salió al escenario del Auditorio Nacional para ofrecer el primero de 12 conciertos en el recinto que lo amenazó con vetarlo si volvía a fallar.

La emoción del público era palpable y la de él, también. De hecho, pausó durante dos minutos su primera canción para dejar que la gente enloqueciera y gritara para después llenar el lugar con su voz.

El Sol salió sonriente, con varios kilos menos desde sus más recientes apariciones en San Miguel de Allende y Los Ángeles, estrenando corte de cabello, con un tono de piel natural y no naranja como en pasadas ocasiones, y prometió dar lo mejor de sí, quizá como una disculpa que no pronunció.

Hace dos años la tinnitus que padece, así como una laringitis, provocaron que iniciados dos conciertos de la gira Deja Vú abandonara el escenario del Coloso de Reforma y terminara cancelando la gira.

Después de temas como Si te vas, Tú sólo tú, Amor, amor, amor, Tres palabras, Ahora que te vas y un popurrí de Por debajo de la mesa y No sé tú, Luismi se dejó consentir por sus fans, quienes lo ovacionaron de pie, lo que casi provocó las lágrimas del cantante, quien se caracteriza por su frialdad.

“Buenas noches damas y caballeros, un placer enorme tenerlos en este bellísimo lugar, el Auditorio Nacional, grandes y fundamentales motivaciones son las que tuve para regresar a los escenarios, una es la música y dos, son ustedes, muchas gracias por el cariño durante tantos años, deseo que esta selección de canciones sea de su agrado”.

Si algunos esperaban un show mayor, no fue así. Luis Miguel se mantuvo fiel a lo que ha presentado durante años: Poco baile, poca producción, pero mucha voz, pues por momentos colocaba el micrófono a la altura del ombligo.

Lo más que presentó fueron tres coristas y su banda conformada por ocho músicos y una pantalla gigante. Tampoco se olvidó de su tradicional traje negro con camisa blanca y zapatos del mismo tono, impecables, pero a sus fans no les importó, ellos cantaron, gritaron y enloquecieron por, al fin, ver a Micky en acción.

Dos mujeres lograron entregarle una flor, una más le dio un beso. Luis Miguel accedió al contacto con su gente. Eso sí, sus guaruras no lo dejaron solo. Su voz no flaqueó, pero sí dejó que su gente le ayudara con algunas frases de distintas canciones; él disfrutó al público que lo recompensó con varias ovaciones de pie a lo largo de la velada.

Fueron pocas las peleas con su equipo de audio, en un momento Luis Miguel volteó para ver su propuesta y parecía satisfecho con ella.

Luego llegó el momento de los boleros con La barca, que cantó acompañado sólo por un piano. Un suceso curioso o bochornoso sucedió cuando el apuntador se congeló cuando interpretaba Contigo a la distancia, provocando también que Luis Miguel se desconectara, pero se recompuso y sus fans volvieron a premiarlo con una ovación. En la parte final del show, que duró poco más de dos horas y media, cantó temas como La fiesta del mariachi, Soy lo prohibido, Serenata huasteca, Siete mares y Llamarada. Para el cierre cambió de ritmo con Mujer de fuego, Palabra de honor, Separados, Dos enamorados, su primer éxito, y Suave, entre otras.