Van quedando como anécdotas malditas, aunque desgraciadamente llevan implícitas pérdidas fraguadas contra ahorradores, accionistas minoritarios y mayoritarios; provocan además de un quebranto institucional contra una mole financiera, el terrible socavón de la confianza hacia el sistema  bancario.

Y no hay eternidades,  para los estudiantes de economía, finanzas y los actuarios se convierte en  un tema apasionante, ¿cómo quebrar una institución financiera? Además, ¿cómo hacerlo con tantos controles, regulaciones prudenciales, reglamentos de Basilea, auditorías internas y gestión de riesgos?

            Se pueden elaborar verdaderos manuales,  libros enteros relacionados con las quiebras bancarias algunas han dejado perplejos hasta a los más incrédulos aquellos que, al igual que aconteció en su momento con el Titanic (digo guardadas las proporciones del caso y de las historias) también apostaron por su infalibilidad.

            Todavía puede ser entendible (nunca justificable) que un banco colapse cuando la economía local es arrastrada en una vorágine provocada por una crisis colada al bolsillo de las personas y las familias bien porque perdieron su empleo o su empresa y no cuentan con la forma real de hacer frente a sus adeudos previamente contraídos ya sean hipotecas o bien otro tipo de empréstitos.

            La década de 1990 precisamente estuvo matizada por diversas crisis económicas que azotaron el sistema financiero internacional y pasó en Japón, Islandia, México y Argentina y muchos otros más.

            Ha sido el temor de que el riesgo vuelva a  presentarse lo que ha recambiado  el esquema de salvamento bancario prevaleciendo el dilema malsano de que es una empresa y como tal, si cae en bancarrota, la devastación será para sus clientes; los gurús de Basilea y del Fondo Monetario Internacional (FMI) consideran que existe un menor impacto para la economía y para el contribuyente si no media rescate alguno con dinero del erario.

            Simplemente dejarlo caer con un acotado salvavidas en determinados ahorros y por una delimitada cantidad, en México el fondo de garantía de depósitos está valorado en Udis con sus  variaciones día a día; hoy una Udi cotiza en 5.740255 pesos el fondo cubre ahorros por cliente y por institución hasta por 400 mil Udis, es decir, equivalente a 2 millones 296 mil 102 pesos.

            En España, por ejemplo, están cubiertos ahorros hasta por 100 mil euros, por cliente y por banco, pero ojo no son todos los instrumentos financieros tampoco en México en cada país el paraguas sobre de los ahorros es diferente.

            Pero su  operatividad es una advertencia muy clara para los ahorradores que ya toman un riesgo asumible en esa confianza depositada en una institución de crédito. Esa letra NO pequeña avisa a los ahorradores que en caso de un quebranto su dinerito puede evanescerse si no cumple con las garantías establecidas en la cobertura. Y sobre de advertencia…

A COLACIÓN

            No hay invencibles, el dramón es que un banco quede en añicos no como resultado de una crisis en la micro o en la macroeconomía sino como obra de una pésima gestión interna… de sus propios trabajadores.

            ¿Recuerdan el batacazo de Barings Bank en 1995? Sucedió en Singapur:  un empleado con malas prácticas, contagiado de ambición y avaricia, lo dejó en ceros; el mítico e histórico banco inglés fundado en 1762 fue comprado por una libra por el holandés ING.

            Más recientemente, estos días, en España miles de ahorradores y empleados del Banco Popular han visto ennegrecer sus mañanas después de que una institución de raigambre y dentro de las seis de mayor calado en el sistema financiero ibérico  se quedó sin liquidez y sin solvencia “no había dinero ni para abrir una sucursal”.

            El anuncio de que el Banco Santander lo adquirió por un euro ha desatado no nada más las burlas más chocantes en las redes sociales sino la irritación ciudadana,  el clamor del ahorrador de a pie contra lo que consideran un asalto, un fraude y hasta una colusión por parte de las autoridades. ¿Es qué no lo vieron venir?

            Todavía hace doce meses el Popular (cumpliría su primer centenario en nueve años más) pasó todas las pruebas de estrés, es más le habían inyectado dinero dos grupos latinoamericanos: uno  mexicano comandado por Antonio del Valle pagó 450 millones de euros y otro chileno  liderado por  Grupo Luksic.

 Están atónitos porque perdieron toda la inversión  en un armatoste  prácticamente en ceros  unos meses después, así repentinamente; el meollo es que en España los están culpando a ellos, a los empresarios mexicanos y chilenos, los llaman para responder ante los ahorradores, accionistas minoritarios y empleados. ¿Fue una trampa?  

*Puedes opinar en http://claudialunapalencia.blogspot.com.es economista y  escritora, experta en periodismo económico, geoeconomía y análisis internacional