En Europa, una familia con tres hijos es considerada “numerosa” y con ello basta para que acceda a una serie de facilidades, beneficios, subsidios y hasta descuentos concedidos tanto por organismos públicos como por empresas privadas.

Por ejemplo, en la España que intenta dejar atrás la crisis económica que la tiene atrapada desde hace varios años,  el pasado 26 de abril las familias numerosas lograron un nuevo beneficio: “Hasta ahora, las ayudas se esfumaban en cuanto el hermano mayor (de tres) alcanzaba los 21 años, o los 26 en caso de que siguiera estudiando. Ahora será, hasta que el más pequeño pase de los 21 o de los 26 si estudia”.

En España, señala el Instituto Nacional de Estadística (INE), existen 586  mil hogares con tres o más hijos, es decir, lo que se entiende como familia numerosa.

En el país ibérico los subsidios a las familias que cumplen con esta condición suceden en casi todos los terrenos: vivienda, transporte, salud, educación, formación, etc.

También están los descuentos que diversas empresas otorgan como Renfe, en el caso del transporte; el Corte Inglés para ropa y ocio; en tanto que Carrefour recientemente emitió una tarjeta de descuento que no cobra el IVA a las familias numerosas, ni a los personas jubiladas.

Como sea con todo y crisis, el Estado Benefactor en España y otros países de Europa funciona a estiras y aflojas pero trata de conservar determinados cánones en ayudas con destino social.

            Respecto de México, la pirámide de las ayudas gira en torno a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol),  ha debido crearse un ministerio especial para que reciba recursos destinados al combate de la pobreza,  su marginación y exclusión.

            Sedesol o Sedeso -como también se le ha denominado-, no ha dejado nunca de estar bajo sospecha de actuar con “manga ancha” cuando se coincide con periodos de elección en los que el voto popular debe dejarse ver en las urnas.

            La carne de cañón entonces estriba precisamente en las múltiples necesidades tanto de las personas como de las familias y ningún grupo es más vulnerable que el indígena.

            De acuerdo con el INEGI, de los 24 grupos  indígenas que hay en México sólo en 4 las mujeres tienen menos de tres hijos, esto es,  en 20 grupos indígenas prevalece y denomina la condición de familias múltiples lo que en  Europa sería más que suficiente para acceder a ayudas en firme y no brumas que aparecen o desaparecen conforme a los vientos electorales.

A COLACIÓN

            En  los últimos días, Rosario Robles, titular de Sedesol y renacida como ave fénix por obra y gracia del presidente Enrique Peña Nieto, dijo en Nayarit algo que luego ella no ha dejado de aclarar de forma reiterada: “En Sedesol no se niegan las ayudas sociales a las familias indígenas que tienen más de tres hijos.”

            Lo que ella quiso decir es que la familia pequeña vive mejor ahora lo reitera sobradamente con todo y la denuncia que el PAN ha interpuesto ante la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Discriminación.

            No es un descubrimiento que la familia pequeña vive mejor, la clase media mexicana lo ha entendido y asimilado perfectamente -casi al dedillo-, basta observar el promedio de hijos por familia en la década de los setenta, noventa y en la actualidad: 2.7

            También el bono demográfico obrará un mayor cambio en esta tendencia en las próximas dos décadas con familias rumbo a los dos hijos de media.

            Pero Robles con su aseveración de que la familia pequeña vive mejor se olvida, que ella se está dirigiendo al colectivo que generacionalmente utiliza la procreación como mecanismo para acceder a más ayudas oficiales y  poner a  trabajar a sus hijos desde infantes para obtener todas las lisonjas posibles.

            Estamos hablando de una forma de perpetuidad de la  miseria,  generación tras generación, que pasa de mano en mano la pobreza y ve en sus hijos una instrumento de ayuda social y es que no saben hacer otra cosa, no tienen la educación ni preparación suficiente además carecen del acceso efectivo a los canales para superarse o bien permitir el relevo generacional de creer en la educación.

            Por ello es que el tratamiento de la pobreza es tan duro y difícil, cuesta mucho romper su brecha y esa condición de perpetuidad.

            Quizá únicamente habría que recordarle a Robles que ella está ahora en un cargo privilegiado y ostenta en  sus manos una verdadera oportunidad de generar con Oportunidades la seguridad del empoderamiento de las mujeres para que sean ellas las que alienten a sus hijos a ir a por más mediante la educación para romper el molde la pobreza en que nacieron. Sin lugar a dudas, no hay que negar a las familias en pobreza ningún tipo de aliciente.