De acuerdo con el Banco Mundial, la liberalización del sistema de comercio internacional será un factor clave para ayudar a los países en desarrollo a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático.

Con base al documento “International Trade and Climate Change: Economic, Legal, and Institutional perspectives”, el organismo internacional afirma que el cambio climático constituye un desafío mundial que requiere la colaboración internacional.

 

Para Warren Evans, director del Departamento de Medio Ambiente del Banco Mundial, los países “se han comprometido a llegar a una solución multilateral de largo plazo en la liberalización del comercio internacional”.

Evans manifiesta que la integración en la economía mundial ha demostrado ser un medio sumamente eficaz para fomentar en los países el crecimiento económico, el desarrollo y la reducción de la pobreza.

Recordemos que el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) son propulsores de las privatizaciones y la liberalización comercial.

Si bien, el Banco Mundial, defiende el bastión liberalizador, no olvidemos que las fórmulas económicas no rinden resultados por igual: el libre comercio provoca éxitos en la medida en que los participantes son fuertes para competir, en términos de competitividad, ventajas comparativas, así como en precios, costos, innovaciones, mano de obra, tecnología e infraestructura necesaria para poner las mercancías donde tienen que estar en oportunidad de tiempo y espacio.

Precisamente estos días de encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, todas estas puntualizaciones sirven  para recordar las sinergias del TLCAN y de una relación trilateral  que no es igual entre las partes.

No es fácil convencer de las bondades del libre comercio, es más difícil de creer si encontramos que México se ha convertido en un país maquilador, abaratado en costos de producción y con múltiples problemas ambientales y socioeconómicos.

Su pirámide de producción está formada por un sector servicios demasiado amplio, un sector secundario que continúa estrechándose y otro, primario que cada año adelgaza.

Para Víctor M. Quintana, profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, desde 1994 el país ha dejado de producir buena parte de sus bienes agropecuarios ante la facilidad de importar los mismos bienes desde Estados Unidos o Canadá, pero principalmente del mercado estadounidense.

El libre comercio ha puesto en el abandono a casi todas las actividades involucradas en el sector primario de la producción.

Quintana indica que los granos básicos y las oleaginosas que ocupan casi 14 millones de hectáreas en México, el 70% de la superficie agrícola, han resultado los perdedores en el TLCAN.

“De hecho, en los primeros ocho años de vigencia del TLCAN se dejaron de sembrar 1.6 millones de hectáreas de maíz, fríjol, trigo, arroz, soya y algodón. El abandono de tierra cultivable se ha profundizado en los estados con mayor presencia de agricultura campesina tradicional, como Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Morelos, Michoacán, Querétaro, Puebla y Guanajuato”.

A COLACIÓN

El Banco Mundial señala que los debates sobre comercio y medio ambiente no son abordados adecuadamente en cuanto al impacto del cambio climático,  disminución de la diversidad biológica, agotamiento de las pesquerías marítimas y explotación excesiva de los recursos compartidos.

Por ende, el organismo  recomienda: 1) Centrarse en unas pocas áreas en las que ya se observen sinergias de corto plazo. 2) Eliminar las barreras arancelarias y no arancelarias para ampliar la difusión de tecnologías inocuas para el medio ambiente en los países en desarrollo.  3) Simplificar los derechos de propiedad intelectual, las normas referidas a inversiones y otras políticas internas a fin de estimular la incorporación generalizada de tecnologías inocuas para el medio ambiente en los países en desarrollo.

Si bien la inversión extranjera directa es el principal medio para transferir tecnología, la debilidad (o aparente debilidad) de los derechos de propiedad intelectual en los países en desarrollo a menudo inhibe la difusión de tecnologías específicas más allá del proyecto de que se trate.

Esto, sin lugar a dudas es una de las grandes carencias de México, una debilidad muy vulnerada cuanto se compite dentro del TLCAN con Estados Unidos y Canadá donde todos los días se inventa algo y se registra como propiedad intelectual. Sin duda, las diferencias son abismales.