La recién aprobada reforma fiscal en Estados Unidos es la más amplia,  nada convencional y ambiciosa rebaja impositiva de gran calado que  reconcilia al presidente Donald Trump con las huestes republicanas de su propio partido y  contiene la baza para una futura reelección.
El inquilino de la Casa Blanca está cumpliendo a rajatabla que América será primero, anteponiéndola a los intereses de la comunidad internacional, lacerando los consensos globales y yendo a contracorriente de las bases del multilateralismo.

            Del mismo modo su reforma fiscal tiene efectos boomerang en la aldea global y desde la Unión Europea (UE) cinco ministros de Economía y Finanzas se lo han hecho saber con honda preocupación  en una misiva de tres folios enviada tanto al mandatario estadounidense como a Steven Turner Mnuchin, secretario del Tesoro y a once congresistas de peso pesado: Orrin Hatch, Kevin Brad, Mike Crap,  Jeb Hensarling, Paul Ryan, Ron Wyden, Sherrod Brown, Richard Neal,  Maxine Waters, Gary Cohn y Andrew J. Olmem.
            En Europa queda el sinsabor de una nueva artimaña con efectos muy bien estudiados tanto al interior como al exterior de la Unión Americana; precisamente los daños colaterales hacia fuera preocupan e intranquilizan a los europeos.
            En la carta -que tuve oportunidad de leer- los ministros de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España manifestaron su interés en el mercado americano, un socio vital para ellos de primer nivel tanto por inversiones como por comercio.
            Empero mostraron su consternación por lo que consideran un proyecto extenso para edificar un nuevo y moderno código impositivo en Estados Unidos y es que tendrá graves consecuencias externas.
            ¿Qué alterará? En resumen trastocará las bases del comercio mundial, sus reglas del juego, distorsionará el consenso fiscal global, obstaculizará los flujos del comercio y de la inversión favoreciendo peligrosamente a los corporativos estadounidenses en su posición exportadora y disfrazando una especie de castigo para los corporativos foráneos (sobre todo financieros) con sede en Estados Unidos.
            La nueva reforma fiscal esconde una especie de subvenciones que privilegian a las empresas americanas (la OMC podría tener una lluvia de quejas por dumping) para exportar. Un nuevo punto de partida para un rosario de prácticas de comercio desleal con subsidios ilegales a la exportación.
            Los siguientes son los puntos clave de mayor preocupación en la Unión Europea: 1) Estados Unidos en cuanto a sus derechos por su propia política tributaria es relevante que cumpla con cada una de las obligaciones internacionales consensuadas; 2) la reflexión de la UE es que ciertas disposiciones tributarias  internacionales menos convencionales podrían contravenir los tratados de doble imposición de los Estados Unidos y “tener un gran golpe distorsionador en el comercio internacional”; 3) las provisiones sobre los impuestos indirectos de hasta el 20% por pagos a empresas foráneas afiliadas “podrían violar los tratados de doble imposición”; 4) alteración en los acuerdos comerciales que afecta a las empresas extranjeras gravadas a un tipo equivalente o superior a los Estados Unidos y que golpearía sobre todo al sector financiero “la provisión parece tener el potencial de ser extremadamente dañino para la banca internacional y el negocio de los seguros porque las transacciones  financieras dentro de un mismo grupo serían tratadas como no deducibles y sujetas a un impuesto del 10 por ciento”.
            Para los ministros del Viejo Continente eso provocará muy importantes cargas fiscales y alterará el esquema de operación de los mercados financieros internacionales.
A COLACIÓN
            No termina la larga serie de reflexiones del eurogrupo siempre enfocado en la prevalencia de las reglas del juego claras, objetivas y equitativas en el renglón comercial.
            Aquí también observa cierta sombra: “Con la reforma fiscal, Estados Unidos subsidiará las exportaciones en comparación con el consumo interno”, eso es una subvención ilegal.
            La reiteración pasa por el respeto de los acuerdos marco que tiene que ver con las normas del Acuerdo sobre Subvenciones y Medidas Compensatorias de la OMC refrendada hace tiempo por más de cien países.
            Igualmente en la carta enviada a Trump se pone encima de la mesa la necesidad de que  sea respetada la lucha contra la Erosión de Bases Imponibles y Traslado de Beneficios (BEPS).
            “Queremos manifestar que la lucha contra la erosión de la base imponible y el traslado de beneficios si se hace por medidas que no están dirigidas a los acuerdos abusivos terminará provocando distorsiones en el consenso fiscal”, consignaron los ministros.
            Trump ha lanzado con su reforma fiscal un nuevo dardo envenenado hacia la aldea global, Europa ya puso el grito en el cielo pero también lo hará México, China y prácticamente todos.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales