Cuando algo sale mal, ¿qué significa aceptar la responsabilidad? ¿Quiere decir que te limites a abrazar la culpa por haber fallado en lugar de encasquetársela a otro?

Si te parece, hablemos de comportamientos muy positivos que describen en qué consiste asumir la responsabilidad por las consecuencias de tus acciones.

  1. Prestar más atención a las soluciones

Lógicamente, cuando se comete un error o surge un problema, lo primero es identificar qué ocurre y reconocer el papel que uno tiene en la situación.

Muchos se quedan en esta fase. La persona con una actitud responsable, no.

Después de analizar el problema, la persona responsable vuelca su atención en buscar soluciones y en llevarlas a término.

  1. No entretenerse en repartos de culpas

Ante un error, lo más cómodo es echarle la culpa a otro. Si no de todo, de una parte. Pero hacer esto, además de ser nefasto para las relaciones personales, implica renunciar al propio poder para actuar.

Sí, puede que el otro haya metido la pata a base de bien. Lo suyo es que reconozca su parte cuando se expone el tema para analizarlo en común y que afronte las consecuencias de sus actos.

Sin embargo, la persona responsable, más que en el juego de las culpas, está interesada en arreglar la situación y, desde luego, en ver qué puede aportar por su parte para arreglarla.

  1. Olvidarse del trillado: “Esto no es justo”

Toca aceptar la realidad: La vida no es justa. Basta mirar alrededor para darse cuenta.

La persona que acepta su responsabilidad no se atasca en el “no es justo” cuando las cosas no salen como hubiera preferido. Observa lo ocurrido y trata de hacer su parte lo mejor que puede.

  1. Centrarse en lo que se puede cambiar

A la hora de resolver el problema, la persona responsable se centra sólo donde tiene poder para actuar; sólo en lo que él/ella puede cambiar.

No tiene caso que pierda el tiempo en aspectos que no están bajo su control o influencia, como las decisiones que puedan tomar otros, por ejemplo.

  1. Pasar a la acción

La persona responsable analiza la situación, reconoce su error, explora soluciones, se queda con las que están en su mano… Y da el paso siguiente: ¡ejecuta sus decisiones!

Pasa a la acción sin la garantía de que funcionarán sus planes. Y si, en el peor de los casos, volviera a hacer mal las cosas, nuevamente mirará la situación de manera objetiva y buscará soluciones para salir adelante.

Difícil, ¿a que sí? Nadie nace con esta actitud responsable de serie. Pero, aquél que quiera, cada día encontrará oportunidades para practicarla. ¿Qué tal si probamos hoy?