El periodismo basado en mentiras, medias verdades, sesgos y el llamado “periodismo militante” o faccioso es aquel tipo de periodismo que sacrifica la verdad para sostener, a como de lugar, las opiniones y puntos de vista de un determinado grupo político, obviamente en detrimento de la objetividad y veracidad, mismas que pasan a segundo termino.

Plaga del periodismo prácticamente en todo mundo, en México tiene tintes particulares; en la larga noche priísta el periodismo militante era la norma, sencillamente no existía la independencia editorial en ninguno de los “grandes” diarios nacionales; ni siquiera en los locales. La subordinación de los mismos hacia el sistema y el gobernante en turno era absoluta. Mostrar independencia de la línea “oficial”, así fuera mínima, era suicida. Todo se conjugaba para la existencia y permanencia de un periodismo panfletario: La dependencia de un monopolio estatal del papel, la casi inexistente costumbre de leer del mexicano, situación que determinaba los magros tirajes de los periódicos nacionales; el importante peso especifico de la llamada “gacetilla” o sea la publicación de notas redactadas en las oficinas de prensa de las estructuras oficiales, pero sobre todo era la dependencia económica, tanto de los periódicos como de las revistas, de la llamada “publicidad oficial”. Sencillamente los periódicos y revistas no podían sobrevivir sin los anuncios pagados por el gobierno. La publicidad oficial era, al mismo tiempo, la cuerda que sostenía al periódico o el lazo que lo ahorcaba. Y como quien paga manda la línea editorial dependía del humor del mandatario en turno. Ese era, y en algunos caso aún es, el periodismo en México, nos agrade o no.

Pero todo cambia y desde finales del pasado siglo podemos afirmar que existe un periodismo que podemos considerar de razonable calidad. No en todos los diarios o barras informativas, pero sí una buena parte de ellos. Los cambios se dieron paulatinamente, con bastante trabajo y pagando un alto costo en amenazas, presiones, chantajes y en algunos casos incluso el asesinato.

Inicialmente el cambio se dio en noticieros radiales, para posteriormente, con lentitud, darse en el periodismo escrito. En cuanto a la televisión comercial, si bien no es algo como para echar las campanas al vuelo definitivamente está mejor que en las tenebrosas épocas del noticiero “24 Horas” del inefable Jacobo.

Nuevos periódicos han surgido desde finales de los ochenta, algunos buenos, otros mediocres y varios pésimos, el mal periodismo no ha muerto, goza de cabal salud.

La mayoría de los medios tratan de balancear sus posiciones, pero no todos, existe un segmento del periodismo, escrito y radial, que no se preocupa mucho por ocultar su militancia y que ha decidido, por así convenir a sus intereses, abandonar todo intento de objetividad para dedicarse por completo a la promoción y defensa de una persona, grupo o posición política. Para ello recurre a todos los malos recursos del periodismo, el sesgo, las medias verdades y si es necesario, de plano inventan las noticias. No dudan en recurrir al insulto, la burla, la descalificación ad hominem, el humorismo fallido y la invasión a la vida privada de quien sea. Sus “analistas”, de alguna manera hay que llamarlos, escriben con más hígado que cerebro, inundan de adjetivos a quienes consideran “enemigos” y dado que normalmente carecen de argumentos se dedican a insultar. Ejemplos lo tenemos en abundancia.

Este mal periodismo recurre al argumento de “libertad de prensa”, no para informar, sino para agredir y calumniar a quienes no piensan como ellos, pero hipócritamente cierra los ojos ante la corrupción y contradicciones de sus correligionarios y patrocinadores.

¿Quiénes son estos exponentes del peor y más lamentable periodismo? El lector ya los conoce: Básica, aunque no exclusivamente, son un periódico de circulación nacional y una revista política semanal, entusiastas practicantes del arte del sesgo, las mentiras y las medias verdades. Pero en Michoacán también tenemos lo nuestro para desgracia del periodismo serio, existe un buen número de “analistas” cuya función es agredir, descalificar e insultar a todos aquellos que no piensan como sus patrones les indican que deben de pensar. ¿Quienes? , No es difícil detectarlos.