Si bien la familia puede significar un núcleo de protección física en los primeros años de vida, también es un área de protección emocional para los integrantes sin importar la edad que tengan.

Hay personas con las que compartimos lazos sanguíneos, y con otras más, conformamos la llamada familia política. Con todos ellos podemos entablar una relación amorosa, empática y solidaria. Sin embargo, en ocasiones parecería que es algo muy difícil de lograr, por esta razón tenemos que estar atentos en cómo manejamos nuestras relaciones familiares, y cuidar no sólo a quienes amamos, también la manera en la que nos relacionamos con cada uno de los integrantes de nuestra familia, para así, evitar que al paso de los años se establezca una distancia irreconciliable y que por la falta de comunicación nos convirtamos en extraños.

No existe una teoría que explique o sustente el momento justo en el que se comienzan a alejarse dos personas que se quieren, sin embargo, sí existen factores que se tienen detectados que provocan distanciamiento entre familiares.

En opinión de la psicóloga Silvia Solís Sanvicente, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), colocarle etiquetas a las personas por el cómo actúen o se desarrollen en distintos ámbitos, mina su personalidad, limita sus capacidades, así como sus talentos, y afirma: “Frases como ‘no sirves para nada’, ‘siempre haces las mismas tonterías’, ‘eres un tonto’, van generando un ambiente de violencia que después, puede volverse un estilo de vida en el núcleo de la familia”.

Las agresiones emocionales pueden ser de lo más sutil, y no por ello menos dolorosas o significativas para quien las recibe. A este respecto, la especialista comenta: “Cortar canales de comunicación, no compartirle ni informarle sobre sucesos relevantes de la familia, dejarlo excluido en la toma de decisiones, son algunas formas en las que sin golpes o empujones, se puede estar lastimando al otro”. El mensaje para quien es agredido es que no vale ni cuenta en la familia, y como consecuencia, no se siente parte de ese grupo que lo mantiene al margen de la convivencia y el afecto, entonces, la distancia inicia a establecerse y a la vuelta de algún tiempo, ¿cómo verse con cariño o simplemente con simpatía?

El amor se construye
La maestra Silvia Solís Sanvicente recomienda: “Es importante por un lado, aceptar las diferencias de gustos y opinión que se pueden presentar con los demás integrantes de la familia, y por otro, hay que platicar con nuestros hijos y familia sobre ello” La especialista afirma que la comunicación es un elemento básico, y comenta: “Debemos estar cerca de quienes amamos, hay que decirles ‘te quiero’, abrazarlos, darles una caricia en la cara o en su cabeza, y sentarse a hablar sobre aquello en lo que no se está de acuerdo”

En el libro “El Pensamiento Positivo de la Biblia”, el autor James E. Gibson, habla en el capítulo la convivencia familiar acerca de la parábola que muestra el relato del Hijo Pródigo, en el que: “Al acoger con ternura a su hijo a pesar de los errores cometidos, el padre mostró esa clase de amor que mantiene unidos a los miembros de la familia en tiempos de crisis. Al final, el padre habla con su otro hijo para explicarle el valor supremo de la aceptación y el apoyo. El amor y la comprensión son fuerzas que fortalecen a la familia y la protegen de cualquier amenaza”

Quizá, no hayan áreas afines con algún hermano, tío, prima o concuño, y existan orientaciones profesionales distintas, edades diferentes; probablemente hace muchos meses que no hay tiempo en común, tampoco una plática ni una sola pregunta de cómo va la vida en los últimos días… Las personas que son capaces de expresar sus emociones y cuidar sus afectos, tendrán la valiosa recompensa de contar con personas con las cuales no sólo comparten lazos sanguíneos, también, amor.

Colaboración de Fundación Teletón México.
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