Es el cuestionamiento que nos hacemos un buen número de ciudadanos con respecto a los acontecimiento últimos ocurridos en el municipio de Tanhuato, en el Estado de Michoacán, donde prácticamente fueron ajusticiados 42 elementos del Cártel Jalisco Nueva Generación

Esta lamentable acción nos lleva a recordar que en Ayotzinapa la policía atrapó a los estudiantes para desaparecerlos y que en Tanhuato llegaron para ejecutar a los sicarios, sin ningún interés de apresarlos y como una venganza por la muerte de sus compañeros ocurrida en Guadalajara.

No olvidamos y no debemos hacerlo, que a principios de este mes que casi finaliza, en la ciudad capital de Guadalajara hubo enfrentamientos, bloqueos carreteros, incendio de autobuses y camiones y destruido en helicóptero oficial en el que se desplazaban diez elementos y tripulación, que al ser alcanzado por un obús del CJNG, se vino a tierra ocasionando la muerte de esos oficiales, soldados y policías.

En el caso de Tanhuato, las fotografías que aparecen en los diferentes medios de información, muestran un terreno plano, limpio visualmente de obstáculos, una casona central donde se ocultaban los gavilleros, que difícilmente podían tener la posibilidad de escapar por la orografía del terreno, de tal manera que si hubiera habido cierto interés oficial de rodear este campo, de sitiarlo prácticamente, no se hubiera presentado ninguna posibilidad de permitir el escape de los sicarios y atrapados, obligados a rendirse y evitar tantas muertes que ya nos tienen cansados.

Las fotografías periodísticas, muestran un tiradero de cadáveres por todas partes, esparcidos en campo abierto, que fácilmente y por el poder oficial pudo haber sido rodeado, sin permitir la posibilidad alguna de escapar y o con mínimas posibilidades de ser defendido exitosamente por los miembros de cartel antes citado.

Precisamente el escenario publicitado por los diferentes diarios nacionales y extranjeros, inducen a la idea de que el gobierno no tenía el menor interés de apresarlos sino de aniquilarlos como una posible venganza por la suerte ocurrida a sus compañeros caídos y muertos en los sucesos de Guadalajara.

Los últimos tiempos mexicanos, nos hablan constantemente de crímenes lamentables que no nos dejan olvidar los sucesos de Tlaliscoyan y menos aun la desaparición de los 43 alumnos de la Normal Rural de Ayotzinapa, en Gro.

Por todo lo anterior, incluido los difíciles tiempos actuales en donde impera una desestabilización económica que genera más pobreza y muchas movilizaciones, ennegrece los tiempos presentes a los que se suma las comisiones Nacional y Estatal de los Derechos Humanos, que ya empiezan a indagar lo que verdaderamente ocurrió recientemente en territorio michoacano.

Esa acción en Tanhuato, de haberse pensado, hubiera atrapado a muchos facinerosos de los que fácilmente hubieran obtenido informaciones importantes que ayudarían a la reducción de los actos criminales que son lamentablemente frecuentes en nuestros días.

Esta situación nacional, que nos parece eterna, debiera llevar entre otras cosas a los congresos legislativos Nacional y estatales a deliberar y liberar la producción y consumo de enervantes, recordando que esta guerra nunca debió ser nuestra y que la obsecuencia de gobiernos federales con relación a nuestros vecinos norteños nos ha llevado a un a crisis recurrente en beneficio directo de los Espantados Unidos en donde la liberación de las drogas es un hecho mientras que aquí permanecen vigentes leyes que nos están llevando a una dura y difícil situación de inseguridad y desestabilización social.

Finalmente, el gobierno de la República en conjunto con los gobiernos de los estados y municipios, tienen la obligación ética y moral de no responder con asesinatos a las bajas oficiales sufridas por graves o numerosas que éstas sean.