Día a día es más evidente que existe una inercia centralista en nuestro sistema de Gobierno, particularmente en los temas donde hay concurrencia entre las entidades federativas y el gobierno federal, lo cual se puede observar en los cambios en diversas leyes que regulan las relaciones entre órdenes de gobierno, llegando incluso a la coordinación fiscal.

El demérito y debilitamiento de los gobiernos subnacionales y municipales, no solo desde los poderes federales, a veces muchos –que no todos por supuesto- de ellos mismos se demeritan al no cumplir con sus obligaciones fiscales, como recaudadores e incluso como contribuyentes, no controlar adecuadamente su gasto público, aceptar las propuestas de endeudamiento fácil y ser poco reactivos a la transparencia y rendición de cuentas.

Se dijo que no se supo en que invirtieron la parte de “excedentes petroleros” que les toco a través del FIES, donde con la comprensión de la autoridad hacendaria, se simplificó su uso y se transparento el mecanismo de distribución a través de BANOBRAS, del cual se informaba en el Comité Técnico del FIES, en el Grupo de Trabajo de Presupuesto en el Sistema Nacional de Coordinación Fiscal y en el del Comité de Vigilancia de Aportaciones.

Por otra parte, desde el propio Congreso de la Unión se han escuchado voces que demeritan la existencia de los congresos locales, como cuando en el sexenio anterior se decía que los gobiernos de estados y municipios no informaban a nadie de su gasto, omitiendo que sus cuentas públicas son dictaminadas por los congresos locales y fiscalizadas por sus órganos internos de control.

Es muy delicado regatear las funciones de los Congresos y de las Auditorías Superiores Locales, a quienes por el contrario se les deberían entregar responsabilidades que se ubicarían mejor en el ámbito de fiscalización local. De hecho las auditorías de la ASF a los municipios, se potencian por las que realizan estos entes, entre las auditorías solicitadas por la ASF y las de los programas de auditoría de las entidades de fiscalización de los congresos locales.

Cierto no todos los congresos locales, ni todas las ASFs, cuentan con independencia respecto al ejecutivo estatal o respecto a las burocracias partidarias locales, pero aun así son actores centrales, que habría que apoyar más, a través de una coordinación intergubernamental más sólida.

Las tendencias centralistas son como un cáncer que carcome todo vestigio de federalismo. Hoy por ejemplo, resulta claro que algunos gobernadores no tienen el control de lo que sucede en sus estados, caso extremo ha sido por supuesto el destrozado en todos los sentidos Michoacán, donde el gobierno central toma las decisiones fundamentales directamente, incluso en la política hacendaria. A ello ha contribuido el gran desconocimiento y desinterés fiscal, que tienen muchos gobiernos estatales, que repito apuestan más a la llamada gestión de recursos, que a modificaciones importantes en la coordinación fiscal y en sus tareas recaudatorias y de control.

Viene un asunto interesante, ya que la recaudación federal participable ha dependido incorrectamente, en dos quintas partes, de los impuestos y derechos petroleros, que además de dominar los ingresos fiscales del Gobierno Federal, también las participaciones, siendo el campo de los hidrocarburos un terreno prohibido para los fiscos estatales. Habrá un impacto sobre las finanzas estatales y municipales, asunto que técnicamente se podría salvar, des-petrolizando la recaudación federal participable, eliminando la volatilidad de los ingresos petroleros en las participaciones, tema que detallaré en otro momento, pero que he comentado desde hace bastante tiempo con funcionarios de las entidades federativas.

[email protected]